Málaga

Adiós, vacaciones, adiós

  • La vuelta al trabajo puede ser algo traumático, pero el síndrome postvacacional se puede combatir

Lunes, 1 de septiembre. El calendario se ha conjurado este año con las pocas ganas y hace más complicada la vuelta al tajo de los trabajadores, que en un porcentaje muy alto se decanta por agosto para disfrutar de sus vacaciones. Es difícil concretar la cifra, pero regresar al día a día tras el descanso estival supone un trauma para aproximadamente tres de cada diez personas (alrededor del 30%), normalmente con edades comprendidas entre los 25 y los 45 años. Son los que sufren el llamado síndrome postvacacional.

"La patología no es fácil de delimitar", explica el psiquiatra Hugo Abbati, que afirma que no basta con padecer insomnio o mostrarse malhumorado o más irritable de lo habitual. La ansiedad o sensaciones de tristeza y nerviosismo, además de pérdida de apetito e ilusión, se unen a los síntomas anteriores para diagnosticar un síndrome postvacacional. No suele durar más de 15 días, un mes a lo sumo, en cuanto el organismo recupera la rutina perdida después de los días de asueto.

"Es normal que te encuentres mal, has estado en la playa, durmiendo las horas que has querido, de descanso, relajado, divirtiéndote, bailando... Y ahora debes regresar al trabajo y, a lo mejor, enfrentarte incluso con un jefe con el que no te llevas bien, eso no es grato", apunta Abbati. Está claro que el ritmo de vida es diferente y que el cambio requiere un periodo de adaptación. Cuando fracasa, es cuando surge este trauma.

Sin embargo, todos aguantamos el mal trago. "Nunca va más allá, es algo que está autolimitado", sentencia el psiquiatra. En su opinión, si el mal perdura, es porque hay "procesos depresivos larvados" y ésta puede ser la gota que colme el vaso y despierte el problema. Es decir, se trata de readaptar el cuerpo y la mente a la rutina, de un cambio tras el descanso, nada más. "Hay cosas que se ponen de moda, como la compulsión por las compras, son patologías que no están bien delimitadas".

¿Es posible que la reincorporación al trabajo tenga algo de placentero? Algo se puede hacer, por lo menos para que el aterrizaje sea más suave. El peor día para regresar es el lunes, supone un "impacto psicológico", apunta el psicólogo Fernando González, experto en salud laboral, del sindicato CCOO. Lo ideal es reincorporarse un miércoles o un jueves -en cualquier caso, no antes del martes-, cuando el fin de semana está a la vuelta de la esquina. Y se trata de buscar y programar una actividad de ocio interesante para ese sábado y domingo.

Tanto González como Abbati coinciden en que la puesta a punto debe ser progresiva, es decir, hay que retomar el trabajo poco a poco, aumentar el ritmo de manera progresiva, no zambullirse de golpe en los papeles amontonados . "A veces es complicado si hay muchas cosas pendientes, pero lo mejor es ir avanzando poco a poco", insiste el psicólogo.

González también recomienda optar por actividades que ayuden a luchar contra la rutina que vendrá en invierno, como salir a pasear al atardecer cuando aún hace buen tiempo. A su juicio, fragmentar las vacaciones es una buena estrategia para plantarle cara al síndrome postvacacional, no coger todos los días en una misma tanda, sino, por ejemplo, optar por tres periodos de 10 días; otro es regresar de viaje con suficiente antelación para recuperar los hábitos de descanso, por lo menos un par de días o tres antes.

Lo que está claro es que la situación laboral y el ambiente que se respira en el día a día son factores que condicionan el sufrir o no el síndrome postvacacional. "El clima laboral es importante, porque hablar y quejarse en el trabajo ayuda", concluye Abbati.

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