Agonía y muerte de los emblemas

El 31 de mayo de 2010 los últimos trabajadores del hotel Byblos recogían sus pertenencias y el complejo echaba el cierre. Ponía fin a 24 años de historia marcada primero por el esplendor y después por la tragedia. El impacto del ladrillo y la cultura del pelotazo han tenido tres grandes víctimas mortales en el segmento del lujo de la Costa del Sol: Incosol, Byblos y Guadalpín Marbella.

En 2009 la mitad de los hoteles de cinco estrellas atravesaban una situación delicada originada tanto por la coyuntura económica como por las dificultades de un segmento dominado por magnates y empresarios de otros sectores que habían irrumpido en un negocio del que no manejaban todas las claves. Sin embargo, en 2013, el turismo empezó a levantar el vuelo en gran medida por el derrumbe de los mercados en los que emergían las primaveras árabes y a la recuperación económica de los principales países europeos. Esta remontada animada después por el turismo nacional condujo a cerrar 2014 como uno de los mejores ejercicios desde que existen estadísticas turísticas. El tramo del gran lujo, compuesto en la provincia por 20 hoteles, ha sido uno de los grandes beneficiados y desde esa perspectiva es aún más significativa la agonía y muerte de unos complejos esenciales en la identidad de la Costa del Sol.

Byblos es un ejemplo sintomático. Inaugurado en 1986 fue uno de los míticos del gran lujo. Allí se refugió Lady Di en una escapada loca con unas amigas en el puente de mayo de 1994 y allí fue cazada por los paparazzis en un mítico topless. Fue también el hotel elegido en 1998 por los Rolling Stone. Todavía hay quien recuerda a Keith Richard tomando el sol en una de sus terrazas.

Enclavado en un valle excepcional al pie de la Sierra de Mijas, el complejo deslumbró en su momento al ser el primero en incorporar instalaciones de talasoterapia con agua de mar, algo que entonces solo existía en Francia. De aquel esplendor solo queda desolación. Piscinas vacías como mandíbulas desencajadas, ventanas arrancadas, cables colgando donde hubo lámparas y contrachapados en las puertas en un último intento por frenar el vandalismo.

La promotora Aifos, la estrella más rutilante del periodo del pelotazo, anunció el 23 de junio de 2006 que había comprado el hotel por 40 millones de euros, en una operación que contaba con el respaldo financiero del Banco de Escocia. El 19 de julio, cuando todavía no había transcurrido ni un mes, el dueño de Aifos y su equipo directivo fueron detenidos en la operación Malaya. El complejo todavía aguantó cuatro años abierto, pero la decadencia ya era imparable. El Banco de Escocia dio marcha atrás, negó el crédito que había comprometido para abordar la renovación del complejo, la empresa declaró el concurso en 2009 y llegó el cierre. Vigilantes de la zona aún recuerdan cómo se abandonó sin más. "Los primeros meses aguantó, pero después empezaron a llevárselo todo". Fontanería, ventanales, maderas...

El magnate británico Alan Michael Sugar, fundador de la tecnológica Amstrad, que figura en el puesto 110 de la lista de hombres más ricos del mundo que elabora el Sunday Times y lord desde 2000 por sus servicios empresariales, según recoge la BBC, con quien colabora desde 2005 en el programa The Apprentice, compró las instalaciones por tres millones en 2009. A finales de 2012 anunció un proyecto de renovación que nunca ha llegado.

La llegada del lord británico se acogió con un hilo de esperanza. El paso del tiempo, sin embargo, parece demostrar que su interés fue meramente especulativo desde el momento en que ni siquiera ha aprovechado la remontada del turismo para ponerlo en valor.

Al concejal de Turismo de Mijas, Santiago Martín, le consta que al menos dos grupos empresariales, ya afincados en la Costa del Sol, se han interesado por el Byblos, aunque todavía no hay ninguna operación cerrada. Resalta la pérdida de empleo que supuso la clausura del que considera el mejor hotel de gran lujo de la zona, "el más próximo al aeropuerto" y pionero en el modelo de arquitectura andalusí.

Gonzalo Fuentes, responsable nacional de turismo del sindicato CCOO, se echa las manos a la cabeza. No comprende que las administraciones no ejerzan presión para revitalizar instalaciones emblemáticas. "Si la Costa del Sol tiene una identidad y es lo que es, se debe en gran medida a marcas como fueron el Byblos en Mijas o Incosol en Marbella". "Estos hoteles hoy día no son posibles en ningún lugar de la Costa del Sol". Santiago Martín coincide con este punto de vista. "Ya no quedan parcelas así", resume, y recuerda que las habitaciones del Byblos tienen 200 metros cuadrados.

Incosol es el otro coloso caído. Cerró el 1 de abril de 2012, arrastrado por el derrumbe de la promotora inmobiliaria Jale, también en concurso de acreedores. El empresario Ricardo Arranz se asombra de que después de permanecer tres años cerrado "y 10 en decadencia" sea aún citado como una de las principales marcas españolas del segmento en turismo de belleza y salud.

Su nómina de famosos que pasaron por Incosol tampoco es menor: Grace Kelly, Dalí y Gala, Aga Khan o Von Karajan se alojaron en este establecimiento fundado a principios de los 70 por el empresario Ignacio Coca. La vida de Incosol ha sido muy azarosa. En 1987 pasó a manos de Banesto y casi inmediatamente tomó el control el First National Bank de Texas, intervenido poco después por la Reserva Federal de Estados Unidos, que acabó siendo propietaria del complejo hasta que lo compró el empresario Juan García-Egocheaga en 1997. Diez años después lo adquirió el grupo promotor Jale, en concurso de acreedores desde 2008.

Incosol y Byblos llevan años cerrados pero algún día podrían reabrir. El Guadalpín Marbella ya no lo hará nunca. Comprado por el grupo Aifos y víctima también de su derrumbe, ha perdido su catalogación hotelera para acabar convertido en un bloque de apartamentos. Es la herencia de un invento que popularizó esta promotora: el condominio, una fórmula que combinaba el modelo hotelero y residencial en un cóctel de fronteras difusas.

Gonzalo Fuentes afirma que la Costa del Sol debe su identidad turística a "su diversidad, infraestructura hotelera y profesionalidad del servicio". Desde este punto de vista reclama a las administraciones locales y a la Junta de Andalucía "que intervengan para recuperar hoteles emblemáticos. Cualquier otro país protegería este patrimonio".

Arranz subraya la oportunidad de reactivar estos complejos hoteleros "con visión de futuro. Ahora son necesarias otras tecnologías", dice por teléfono desde Ascona (Suiza), mientras observa al otro lado del lago Maggiore el hotel Eden Roc. "Cuesta 1.500 euros la noche. Ese es el modelo", concluye.

A la debacle del Byblos, Incosol y Guadalpín Marbella (Guadalpín Banús, adjudicado por el juzgado mercantil al fondo Lumitran, sigue abierto) se suma la tortuosa agonía del hotel Don Miguel de Marbella. Cerrado en 2004 durante un proceso concursal considerado culposo, fue adquirido en 2012 por un grupo árabe que anunció un plan para reabrirlo aunque hasta ahora no ha pasado de la maqueta. Suerte similar corre el hotel Las Palomas, un cuatro estrellas de Torremolinos propiedad del empresario Fernando Puche, cerrado en 2012 y a punto de ser liquidado.

Estos fracasos contrastan con las operaciones de rescate de Las Dunas y Los Monteros. El grupo Kiluva, propietario de la red Naturhouse, compró en 2013 Las Dunas, entonces propiedad del Banco Pastor que se lo había embargado al magnate libanés Reda Alaywan. Estuvo casi cuatro años cerrado durante los cuales los trabajadores se ocuparon de evitar su deterioro. Algo similar ocurrió en Los Monteros, otra marca simbólica de La Costa, también propiedad de Reda Alaywan, vendido después a un extraño grupo ruso. Cerró en 2009. El empresario de origen marroquí Judah Azuelos, gestor del hotel Guadalmina y titular de otro hotel en Suiza, lo compró y reabrió en 2010.