Málaga

Alegoría del Parnaso y las tetas locas

  • En el Debate sobre el Estado de la Ciudad, Marisa Bustinduy citó a Rimbaud y Carolina España se puso en plan Mario Benedetti l A pocos metros, los puestos del Parque vendían diversos artilugios bochornosos l Hay que sacar la poesía del Ayuntamiento l Antes de que sea demasiado tarde

AQUÍ estamos, apenas ha entrado el Adviento y ya se respira Navidad por todas partes. Inevitablemente, la sociedad de consumo se impone en el calendario litúrgico con bastante más determinación que los obispos, y si algún año toca subir los precios en agosto habrá que soportar también a los ridículos Papás Noeles escaladores en bañador. Por estas fechas suelen coincidir, de igual manera, la apertura de los puestos en el Paseo del Parque y el Debate sobre el Estado de la Ciudad, Pleno de categoría donde los haya. El de este año se celebró el pasado lunes y, de camino al Consistorio, los concejales pudieron echar un vistazo a los géneros recién distribuidos en los tenderetes: las imprescindibles figuras del Portal de Belén añaden personajes cada año con toda la imaginación que se pueda poner en juego, desde Nacimientos cortijeros de inspiración andaluza cutre hasta caganers (decisiva aportación de Cataluña al misterio de la Epifanía) que mueven la mano con la que se limpian y que pueden adquirirse al módico precio de 160 euros. Junto a estas entrañables mercancías, y antes de las variadas ofertas de artesanía, saltan a la vista objetos de broma de la más distinta guisa: los odiosos petardos comparten estanterías con máscaras demoníacas, polvos pica-pica y exagerados atributos sexuales, vergas peludas y venosas y otros cachivaches de bochornosa inspiración. Habría que ver la cara de ciertos ediles al contemplar estos adefesios, quizá discurriendo posibles sujetos a quienes colgárselos, mientras repasan los argumentos con los que piensan crucificar al Gobierno municipal o a la oposición. Mis bestiajos favoritos son las tetas locas, que se promocionan con un slogan muy divertido: Las tetas locas, se mueven cuando las tocas. Lo más gracioso es que se venden e incluso se agotan, es decir, hay personas, o batracios que aspiran a serlo, que opinan que la Navidad es el momento propicio para regalarse estos golosos artefactos, que recurren al pareado para escupir el primer chiste. Es muy probable, repito, que la Corporación malagueña se topara con estos ingenios y luego quisiera enmendar la plana en el debate, que exhaló poesía por doquier. Ellos, nuestros portavoces, desearon poner al lunes un poco de belleza mientras la chabacanería se desquitaba a gusto a escasos metros. Y todavía hay quien se queja de que en Málaga no se celebra un congreso internacional de poesía en condiciones.

Sin ir más lejos, Marisa Bustinduy evocó al Parnaso y citó a Rimbaud cuando consideró que el Ayuntamiento debe asumir la función que el francés reservaba a la creación poética: "no marcar el ritmo de la acción, sino ir por delante de ella". Ahí va eso, Rimbaud nada menos. Si Bustinduy se lo tomara en serio y decidiera consagrar al autor de La orgía parisina como modelo, habría que verla bebida e insultando a los burgueses, pintando el lema Muerte a Dios en los muros de las iglesias, traficando con armas en África o cebándose a golpes con Verlaine en la estación de ferrocarril de Bruselas. Lo de Carolina España tampoco fue moco de pavo: no me digan que la única sentencia original que pronunció ("Hemos cambiado la Málaga del ayer por la del mañana, pero disfrutándola en el presente") no parece sacada del libro más blandito de Nicolás Guillén o Mario Benedetti. Se podría pensar que si los ediles se dedican a la retórica, la praxis quedará al fin en manos de los ciudadanos, pero desconfíen: no conviene que los políticos se apropien de la belleza, porque entonces irán con el cuento de que bastante distracción tenemos los votantes con las tetas locas. Están ahí para que trabajen: los mejores referentes posibles serán ellos mismos cuando cumplan lo que prometen. La poesía la prefiero, yo también, para estar solo.

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