Málaga

Alertan de riadas por la extensión de cultivos en el cauce del Guadalmedina en Málaga

  • La construcción de la presa de El Limonero y la forestación de las laderas con vegetación que evitan el acopio de sedimentos fueron pensadas para evitar inundaciones

Movimientos de tierras en parcelas próximas al cauce del Guadalmedina.

Movimientos de tierras en parcelas próximas al cauce del Guadalmedina. / Marilú Báez

La presa del Limonero fue una de las actuaciones que las administraciones llevaron a cabo para disminuir el riesgo de inundación por desbordamiento del río Guadalmedina, que durante el siglo XX sucedía con frecuencia. La otra fue la forestación de la vertiente izquierda de la cuenca para conseguir laminar el agua de escorrentía evitando el acarreo de sedimentos hacia el cauce. La eliminación de ese matorral autóctono –romero, tomillo o lavanda– para plantar nuevos cultivos, sobre todo subtropricales por su alta rentabilidad y demanda, podría incrementar el riesgo de inundaciones en la ciudad de Málaga en caso de fuertes lluvias.

“Tenemos un clima Mediterráneo que se caracteriza por sus periodos de sequía y por otros en los que se producen lluvias torrenciales. Los ríos conducen el agua como si fuesen ramblas, y en el caso del Guadalmedina es fundamental proteger su cuenca porque en su tramo final hay una ciudad con 600.000 habitantes”, subraya José Damián Ruiz Sinoga, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Málaga, quien recuerda que la riada de 1907 demostró que la presa de El Agujero se había quedado obsoleta y no era la solución para evitar las inundaciones. Entonces se construyó la de El Limonero.

La presa de El Limonero no es la Viñuela ya que tiene una doble vertiente: la de acopio de agua y la de retener sedimento para impedir que Málaga se inunde”, insistió. Es por ello, que Ruiz Sinoga advierte que en el entorno del cauce del Guadalmedina, a escasos cinco kilómetros del embalse, se podrían estar produciendo acondicionamientos de parcelas para futuras plantaciones.

“En ámbitos mediterráneos, es fundamental que las laderas con fuertes pendientes tengan suficiente vegetación para que en caso de torrenciales, el agua llegue al suelo más lenta y más limpia posible. Evita que el agua pegue de forma brusca en el suelo y se solidifique provocando que la escorrentía arrastre los sólidos”, explicó el investigador principal del grupo de investigación: Geografía física y territorio.

En este sentido, indicó que la plantación de subtropicales, o de cualquier otro cultivo, conlleva la desforestación de las laderas provocando un riesgo de erosión y de acumulación de sedimentos, “que en caso de torrenciales aguaceros podría provocar inundaciones en Málaga”.

“Si es un proceso aislado no tendrá mucha importancia, pero si se consolidan estas prácticas, sí. Con el desmantelamiento de vegetación de las laderas, el riesgo de erosión se va a disparar, habrá más acumulación de sedimentos y menos tiempo de vida útil del embalse que retiene avenidas”, insiste Sinoga, quien hace un llamamiento a la Cuenca Mediterránea Andaluza para que vele por este tipo de actuaciones. De hecho, muchas veces para conseguir las licencias, los propietarios se refugian “en un cambio de uso de los cultivos tradicionales”.

“En cualquier modelo hidrológico hay que velar por los cauces. Cualquier actuación que lleve aparejada la reducción de la cubierta vegetal y removilización de tierras genera riesgo de erosión de la cuenca generando que se multipliquen los sedimentos sólidos que llegan al vaso”, remarca el investigador que ha participado en un estudio del Centro de Investigaciones Estratégicas y Desarrollo Económico y Social (Fundación Ciedes).

Desde el Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (Gena–Ecologista en Acción) también piden a las administraciones más controles sobre los movimientos de tierras agrarios. “Cuando son pequeñas parcelas, los ayuntamientos se limitan a dar el permiso de obra y se desentiende. Y cuando son muy grandes, la Junta tampoco comprueba la magnitud de los desmontes y el control de los taludes”, opina el presidente del colectivo, Rafael Yus, quien considera que las administraciones “deberían exigir un informe ambiental que detalle mejor las medidas de control de la erosión y que evite la destrucción de la topografía del lugar”.

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