Alumnos con tarjeta roja

La expulsión del centro es el último recurso para sancionar problemas de convivencia La reflexión con el menor y la colaboración familiar son claves para mejorar

Cristina Fernández

26 de mayo 2014 - 08:26

Iván y otros dos alumnos pasan la mañana en el Aula de Trabajo Individualizado (ATI) del IES Portada Alta. "Llevo tres partes", dice este chico de 13 años y confiesa que uno fue por "no ser responsable, otro por no obedecer y el último por pelearse con sus compañeros". La profesora Raquel Florido vigila el trabajo que tienen que hacer y realiza el seguimiento en unas hojas de color salmón. Todo queda registrado. La sanción en la ATI es una de las pautas que contempla este instituto, pionero en el uso de la mediación para la resolución de conflictos y cuyo claustro está implicado en el programa Escuela Espacio de Paz en un 75%. En el segundo trimestre tuvieron 10 expulsiones graves del centro, pero éstas son el último recurso.

"Nuestra aula de convivencia no es un aula de castigo, en ella un profesor de guardia recibe al alumno que llega con el parte amarillo -ahí se explica qué conducta ha motivado la sanción- y se hace con él una reflexión lo más inmediata que se puede", explica Sagrario Grau, directora del IES Portada Alta. "Al alumno se le escucha, se le pregunta cómo se ha sentido, se le pide que cuente su versión para luego adoptar un compromiso de mejora", agrega la directora del centro. "Siempre empiezan no admitiendo nada y echando las culpas a los demás, pero tenemos que conseguir que comprenda que lo que ha hecho está mal", explica José Antonio Peinado, profesor del PCPI del centro que atiende esa hora el aula de convivencia, y considera que es importante "que se sientan escuchados".

Muchos de estos alumnos pasan al ATI, algunos varios días enteros, otros tan sólo unas horas. Los profesores de las diversas asignaturas les mandan tareas para que no pierdan el ritmo de la clase y ellos, ante la vigilancia exhaustiva y en una ratio tan baja, se ven obligados a trabajar. Si se reincide o se comete una falta grave, llega el parte rojo "que lleva directamente a la expulsión del centro", comenta Amanda Amezcua, jefa de estudios. Los alumnos pueden estar de un día a un mes, pero eso no significa que se vayan a casa de vacaciones. "A partir de la semana de expulsión, se propone a las familias que trabajen con la asociación Pamex, con los que trabajan sus temas y realizan talleres de habilidades sociales", agrega Amezcua.

Insultos graves a un profesor, agresiones entre iguales, amenazas a docentes o faltas de respeto reiteradas en clase son los principales motivos para la tarjeta roja. Pero, según afirma la directora del IES Portada Alta, "este centro funciona muy bien, tenemos muchos recursos y herramientas para conseguir una vida de convivencia". La prevención y la mediación también son claves para conseguir ese ambiente sano que debe imperar en un centro.

Así también lo consideran en el IES El Palo, en el que "se busca la colaboración con la familia, es lo primero que se hace, ya que la mediación funciona porque es a tres bandas", considera Rubén Aguilar, jefe de estudios del centro en el que estudian unos 800 alumnos. "Cada vez se dan menos casos en los que la familia no colabora, hay una evolución muy positiva en ese aspecto, ven cómo se trabaja con los alumnos, perciben los beneficios y suelen colaborar porque casi siempre cuando hay conducta dirructiva tiene su reflejo en casa", dice Aguilar.

Insultos y mal uso de las redes sociales son las principales faltas de convivencia que se detectan en este centro. "En primer lugar se habla con el alumno, se le deja que salga de clase 5 minutos para reflexionar, si vuelve y la actitud persiste, el alumno va a jefatura de estudios y allí se intenta la conciliación de posturas", comenta Rubén Aguilar y reitera que la expulsión es el último recurso y que "la única manera de avanzar es abrirse a las familias". También destaca "dos cosas fundamentales, inmediatez y revisión permanente".

El instituto Litoral, en la Carretera de Cádiz, registra pocos incidentes de convivencia y en lo que va de curso se han expulsado a seis alumnos, dos de ellos en más de una ocasión, de los casi 1.000 que estudian en sus aulas. Ana Jorge Martínez, jefa de estudios adjunta, apunta que las medidas se van tomando de manera escalonada y que tras el apercibimiento oral tienen tres partes. "El parte blanco es para las cosas más leves, como no traer las tareas de casa o el material, el parte amarillo para una falta más considerable o reiterada, y el rojo sanciona conductas graves, suelen ser insultos a alumnos o a profesores, alguna pelea entre iguales", comenta la docente y destaca que "el centro intenta que la medida sancionadora sea eficaz, que el alumno la cumpla, pero que mejore, que se integre y se adapte. Intentamos que la expulsión ocurra poco, otras medidas son más eficaces en el sentido de mejora". Estar en contacto permanente con las familias es fundamental, consideran también desde el IES Litoral, "para que tengamos los mismos criterios".

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