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"¡Antonio frena, Antonio!"

  • Investigan a un joven de 25 años, que se empotró contra la antigua prisión, por conducción temeraria tras un vídeo subido a las redes sociales

Estado en el que quedó el vehículo.

Estado en el que quedó el vehículo. / imagen facilitada por la policía local de Málaga

Efectivos del Grupo de Investigación de Accidentes y Atestados (GIAA) de la Policía Local han llevado a cabo una investigación que ha culminado con la lectura de derechos a un hombre natural y vecino de Málaga, de 25 años, como presunto autor de varios delitos relacionados con la seguridad vial, tras haber analizado un vídeo y fotografías subidas a redes sociales. En concreto se le investiga por dos delitos contra la seguridad vial, uno por conducir un vehículo con temeridad manifiesta poniendo en peligro su propia vida, la de su acompañante y la de otros usuarios de la vía, y otro por haber provocado lesiones graves al copiloto motivadas por imprudencia grave, según han informado desde la Policía Local en un comunicado.

Según explicaron, todo comenzó a mediados de abril a raíz del visionado de un vídeo y unas fotografías subidas a redes sociales en el que policías locales del GIAA apreciaron una conducción temeraria, que parecía acabar con un accidente de tráfico, en la que el conductor del coche no solo puso en peligro su propia vida y la de su acompañante, "sino que cometió varias infracciones de tráfico". Así, según precisaron, el conductor habría rebasado intersecciones "sin respetar la preferencia de paso -señal de STOP-" y habría conducido "a una velocidad muy superior a la permitida", lo que pudo también causar riesgo a la integridad de otros usuarios de la vía.

Los agentes del GIAA que se hicieron cargo de la investigación indagaron en las bases de datos relacionadas con accidentes de tráfico hasta descubrir que sobre las 3:30 horas de la madrugada del lunes al martes 9 de enero de 2018 una dotación de la Policía Local de Málaga del distrito intervino en un accidente de tráfico con características similares al investigado, llevando a cabo unas diligencias a prevención.

En el día de los hechos, los agentes que patrullaban por la zona observaron el vehículo accidentado y llevaron a cabo las gestiones oportunas para localizar a su conductor, que les manifestó que "se le había cruzado un vehículo por lo que dio un volantazo y colisionó contra la acera y fachada de la cárcel", así como "que viajaba solo", resultando ileso, según manifestó. Los policías locales lo trasladaron a dependencias del GIAA para efectuarle la pertinente prueba de alcoholemia, arrojando un resultado positivo de 0,36 miligramos por litro de aire espirado en la primera prueba y de 0,34 en la segunda. Una vez visionado el vídeo subido a redes sociales y conocidas las lesiones graves sufridas por el copiloto, los agentes del GIAA pudieron advertir "que el conductor ocultó la verdad de lo ocurrido. La investigación pudo determinar que en el coche viajaban cuatro jóvenes que, al parecer, habían frecuentado varios bares de copas. En un momento dado, el copiloto instó al conductor a detener el vehículo en el semáforo existente al inicio de plaza de la Biznaga accediendo desde calle Virgen de la Fuensanta, ya que se encontraba en fase roja. Según la Policía Local, este momento lo aprovecha uno de los ocupantes de la parte trasera del vehículo para apearse del mismo, a sabiendas, al parecer, de la maniobra de riesgo que iba a efectuar el conductor, "manifestando textualmente: ¡estáis locos de la cabeza!". Acto seguido, el otro ocupante de la parte trasera también manifiesta su deseo de abandonar el coche, deteniendo la marcha del mismo el conductor, no sin antes recriminarle que quisiera bajarse.

Tras ello, el conductor reemprende la marcha en dirección a calle Fernández Fermina, manifestándole al copiloto: "vamos a grabarnos tú y yo", acelerando bruscamente de modo consciente e intencionado, reaccionando su acompañante, indicándole vehementemente en repetidas ocasiones "¡Antonio frena, Antonio!", "temiendo la inmediata colisión". Las indagaciones apuntan a que el conductor era conocedor de la categoría y potencia del vehículo que conducía, a pesar de no ser de su propiedad y habérselo prestado un tercero, pudiendo alcanzar una velocidad de 250 kilómetros por hora.

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