Aprender un oficio en la cárcel

Fátima García cumple condena en la prisión de Alhaurín de la Torre por un delito contra la salud pública. Es una de las 15 alumnas del curso de peluquería que a través del IFES (Instituto de Formación y Estudios Sociales) se imparte en la cárcel, una actividad "que le da vida". "Cada día de 9:30 a 13:00 tenemos un rato para nosotras mismas, para sentirnos útiles. Nos quita mucho", asegura mientras le seca el pelo a otra reclusa, que, sin que le pregunte el periodista, asegura que es "muy buena".

A Paqui Ruiz, la monitora del curso, se le dibuja una sonrisa cuando se le cuestiona por el trabajo que desarrollan sus alumnas: "Son muy aplicadas y gracias a este tipo de cursos se les abre una puerta para poder trabajar cuando cumplan su condena", asegura Ruiz, que con un gesto señala a Teresa (nombre ficticio), su alumna "más aventajada". "Antes de entrar a la cárcel ya me dedicaba a peinar. Es algo que me gusta mucho y gracias a este tipo de cursos puedo aprender más". Las modelos, como no podía ser de otra forma, son las propias mujeres. "Sirve para también para ponernos guapas", mantiene otra de las reclusas.

Como estas 15 mujeres, entre 215 y 220 reclusos de Alhaurín de la Torre realizan algún tipo de curso formativo. "Panadería es el que tiene más demanda, aunque también se ofertan cursos de albañilería, electricidad, informática, conductor de carretilla, vidrio, carpintería...", asegura Carmen Sevilla, coordinadora de formación. Para Ángel Herbella, director de la cárcel, suponen una "magnífica herramienta" para su inserción en la sociedad. "La finalidad es que puedan pelear una vez que salgan de la cárcel como el resto de las personas por un puesto de trabajo", defiende Herbella.

A la presentación de los cursos acudieron ayer el secretario provincial de UGT, Manuel Ferrer, y la delegada de Empleo de la Junta de Andalucía, Susana Radío, que también destacaron la importancia de este tipo de cursos en el actual escenario económico.