Archivan otro caso de 'bebé robado' en Málaga
Nació en 1972 y no dieron explicación alguna de su muerte
El Juzgado de Instrucción número 4 de Málaga ha archivado la denuncia presentada por Joaquina Romero por el supuesto robo de un bebé nacido en el hospital Carlos Haya en 1972. Así lo aseguró ayer a este diario la propia denunciante tras recibir una carta certificada de la Ciudad de la Justicia en la que se le anuncia el archivo del caso. Romero puso la denuncia el 31 de enero de 2011 ante la Fiscalía de Málaga y, algo más de un año después, se encuentra con el fin del proceso sin que se haya llevado al banquillo a los posibles responsables ni se haya esclarecido qué fue lo que pasó. Romero estaba ayer con los ánimos por los suelos, aunque dispuesta a seguir dando batalla. "Voy a seguir buscando por todos los sitios que pueda para saber qué ocurrió con mi hijo", destaca esta malagueña que va a hablar con los abogados de la Asociación de Bebés Robados de Andalucía (Aberoa) para intentar recurrir el archivo.
El caso de Joaquina Romero se suma al centenar de denuncias presentadas en Málaga en los dos últimos años, algunas de las cuales se han archivado, y su historia es, como en el resto de casos, estremecedora.
Tenía 17 años en 1972, ya era madre de un hijo de 15 meses y estaba otra vez embarazada cuando bajó desde Antequera hasta Málaga el 9 de septiembre para visitar a su marido que estaba haciendo el servicio militar en el Campamento Benítez. Estaba de siete meses pero empezó a sentir dolores y acudió al hospital Carlos Haya junto a su tía. Una hora después dio a luz a un niño. "Tras el parto me enseñaron el bebé, vi que estaba vivo y se lo llevaron", recuerda Romero, quien estuvo sola en todo momento porque su tía tuvo que regresar a su casa a cuidar a sus hijos pequeños y su marido no podía salir del cuartel. Romero no podía imaginar lo que le ocurriría apenas unas horas después. "Me dijeron que lo iban a limpiar y a meter en la incubadora al tener siete meses. Durante la madrugada llegó de pronto una enfermera y me dijo que el bebé había muerto sin darme ninguna explicación", relata.
Ni a Joaquina ni a su esposo le dejaron ver el cadáver y en el hospital le comentaron que ellos mismos se encargarían de enterrarlo. No hay, sin embargo, ningún documento que acredite la inhumación de los restos de un niño con sus apellidos.
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