Málaga

'Arquitecturas' para esquivar la crisis

  • Algunos profesionales buscan en la sostenibilidad, el diseño interior y "hacer de todo" alternativas en un sector claramente afectado por el hundimiento inmobiliario.

"La gente piensa que estamos forrados, pero si supiesen la realidad...". Palabra de arquitecto. El desplome de la industria del ladrillo en el último lustro pone contra las cuerdas a uno de los principales sectores económicos de la provincia de Málaga y por ende a todos aquellos cuyos trabajos estaban directamente vinculados al cemento y a la construcción. Promotores con el agua al cuello, peones y albañiles que engrosan unas listas del paro en las que, sí, comparten espacio con cientos de arquitectos. Ni su gran cualificación impide que hoy se cuenten historias de profesionales obligados a cambiar el ambiente del despacho por el de cafeterías y oficios que nada tienen que ver con su formación.

La última encuesta del Sindicato de Arquitectos (Sarq) revela que el 63,1% de los profesionales que trabajan en España ha visto reducido su salario en el último año como consecuencia de la crisis; y que del total de parados del sector, el 31,8% lleva entre uno y tres años en esta situación. Números que dibujan un negro panorama que algunos arquitectos tratan de esquivar transformando maneras y ofertas.

Hace apenas una semana, Málaga Hoy puso de manifiesto el logro obtenido por Ángel Asenjo, urbanista reputado en la provincia, al conseguir un concurso internacional para diseñar una universidad en Nigeria. Como el autor del Palacio de Ferias de Málaga, algunos miran al exterior como una vía con la que sortear la reducción de proyectos, y otros sencillamente optan por ampliar el abanico de trabajos a realizar, huyendo de la idea de que el arquitecto sólo diseña edificios.

Éste es el caso de Juan Goñi y su mujer, Ruth. Ambos pusieron en marcha un estudio, afincado en Torremolinos allá por el año 2006, cuando los fríos vientos de la crisis aún soplaban lejanos. "Nunca buscamos promotores privados, nunca llegamos a vivir la época del pelotazo", explica. Su labor estuvo claramente marcada por lo que en los últimos años ha sido nicho de trabajo, la rehabilitación. "Empezamos en ello cuando no lo hacía casi nadie; el trabajo nos llegaba con mucha facilidad de la mano de la Junta de Andalucía, que nos mandaba e-mail para encargarnos varios proyectos". Una realidad que, sin embargo, ahora "se echa de menos".

Porque los proyectos, sean impulsados por privados o por administraciones públicas, escasean. ¿Y qué hacer cuando la bolsa se afloja? "Te tienes que reinventar", concluye. El paso inmediato que adoptó Juan moverse "para detectar dónde había huecos para trabajos técnicos". "Ahora hay dos opciones, o te especializas en algo y abres tu espacio geográfico, o si te quedas en un espacio amplías el mercado", dice sin dudas en el tono.

Y esto último es lo que hizo su estudio. Cuando la crisis era patente, Juan y su mujer optaron por "hacer muchas cosas". "Hacemos de todo; nunca me definiría como empresa para todo, pero la realidad es que ahora hacemos la puesta en valor de una villa romana, hemos hecho un vivero de empresas en el PTA, hacemos Inspecciones Técnicas de Edificios (ITE), tasaciones..."

Todo con una finalidad clara: sobrevivir. "Nos da para vivir de nuestro trabajo, lo que es un lujo". Más cuando, según cuenta, tiene a su alrededor amigos arquitectos "emigrados y gente que lo está pasando mal, que no puede trabajar para lo que ha estudiado... Vivimos de esto pero con esfuerzo; lo del arquitecto adinerado ya es un mito; no creo que haya muchos de esos hoy, al menos de mi generación". Los números que rodean su trabajo son claros. Su pico de facturación se produjo en 2009, cuando alcanzó los 200.000 euros. 2011 lo cerró con 60.000 euros a partir entre dos, y de ellos "unos 20.000 se los llevan los seguros, la Seguridad Social y la cuota del colegio".

La caída de los ingresos es patente. Francisco Moreno, arquitecto que tiene su estudio en Vélez-Málaga, asegura que en apenas un año la facturación ha caído del orden del 80%. En este estado de colapso, rehúsa tirar la toalla y apuesta por mirar más allá de las fronteras nacionales como una vía con la que plantar cara a los malos tiempos. "Nos estamos planteando la idea de tomar decisiones más radicales, porque hasta ahora hemos estado un poco a caballo entre Estados Unidos y España", explica.

Las inquietudes presentes y futuras de Francisco tienden a incidir más si cabe en materia de sostenibilidad, al punto que desde hace meses se está formando en materia de certificación Leed, un sistema de certificación de edificios sostenibles, desarrollado por el Consejo de la Construcción Verde de Estados Unidos. Una formación que, no esconde, puede abrir nuevas puertas de trabajo en ese espacio geográfico. "Es un campo que tiene que aplicarse e investigarse, en el que tenemos que seguir aprendiendo; de lo que se trata no es de vender bombillas led y placas solares, sino de conseguir que la sostenibilidad sea un hecho", aclara.

Precisamente, es el país del Tío Sam donde este arquitecto tiene puestas muchas de sus esperanzas en un proyecto cuando menos curioso. "Estamos trabajando en el diseño de un showroom, una gran tienda que reúne alquiler, venta, espacio museístico y pequeño bar relacionados con Harley Davison, Ducati, Norton...". La iniciativa, de la mano de una empresa norteamericana, se localiza en Miami y, de salir adelante, "será nuestro trampolín". A pesar de ello, no esconde que aún hoy siguen llegando, casi a cuentagotas, proyectos privados y de administraciones públicas.

Otra variante en el actual escenario de la arquitectura malagueña es la que personaliza Adela Quesada y su marido, Gabriel García. Ambos trabajan en el estudio fundado por el padre de éste en el año 1961 y que, con mucho esfuerzo, se mantiene activo. Lejos de los despachos tradicionales, el de Adela destaca por su trabajo en materia de interiorismo y decoración. Muestra de ello es el diseño que presentan buena parte de los restaurantes La Moraga, del cocinero Dani García.

Adela admite que antes de la crisis el volumen de trabajo que recibía el estudio estaba vinculado a la edificación y era tal que nadie contemplaba explorar vías alternativas como la que ahora centra la labor de los seis profesionales a los que da cabida. "Recuerdo que teníamos que estar llamando para que nos mandasen gente, porque no dábamos a basto", explica. Pero ese tiempo del boom queda muy atrás.

En 2009, justo cuando la bolsa de proyectos queda prácticamente vacía, estos profesionales se encuentran casi sin quererlo con una alternativa a explorar: el interiorismo y la decoración. Con la suerte añadida de ir de la mano de uno de los más reputados cocineros andaluces del momento, Dani García. "Acudió a nosotros para que diseñásemos La Moraga de Banús", cuenta Adela, quien destaca cómo desde ese momento el número de encargos fue creciendo de forma considerable. "Es verdad que hemos hecho alguna otra actuación, pero los principales encargos han estado vinculados a La Moraga". Entre los locales se cuentan el de Banús, el del aeropuerto, Madrid, Granada, Córdoba, Antonio Martín...

Y quedan pendientes otros proyectos similares, también con Dani García, en Nueva York y Dubai. A esto suman el participar en un concurso internacional de ideas para diseñar unas bodegas en China, cuyo resultado están aún pendiente de conocerse. Un campo que también explota desde hace algunos años Juan Manuel Sánchez de la Chica. "El campo del arquitecto puede ser muy amplio, incluyendo el diseño interior de los espacios, la rehabilitación, el urbanismo... Y es momento de estudiar", expone este arquitecto que, ahora, dedica la mayor parte de su tiempo profesional a la redacción del plan director de la Catedral de Málaga junto a Gabriel Cabrera.

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