Aspromanis cumple 50 años

Leonor García Málaga

11 de octubre 2014 - 01:00

Eran los tiempos del franquismo. Corría el año 1964, cuando las reuniones de más de tres personas no estaban permitidas. Fue entonces cuando se aprobó la Ley de Asociaciones y la gente influyente de la época -entre la que estaban los políticos, los ricos, el obispo y el comandante de la Guardia Civil- decidieron constituir una organización para dar cobertura a los niños con discapacidad intelectual que hasta ese momento estaban abandonados. Así nació Aspromanis.

Cincuenta años después, aquella institución da atención social, formativa, laboral y psicológica a unas 300 personas con discapacidad y a sus familias. Su estructura ha crecido hasta contar con tres residencias, tres unidades de estancia diurna, otras cuatro de terapia ocupacional, viviendas tuteladas y un centro especial de empleo que tiene casi una veintena de trabajadores.

Aquellas personas influyentes de la época fueron las que convencieron a la familia Van Dulken para que cediera una finca en el Camino de la Corta. Allí comenzó su andadura un colegio para niños de educación especial bajo régimen de internado que era atendido por monjas.

Otro cambio legislativo volvió a marcar el rumbo de la asociación; la Ley de Educación. Aquella norma estableció que la enseñanza era gratuita y obligatoria. La junta directiva de Aspromanis entendió entonces que su labor era obligación del Estado por lo que cerró el colegio y poco después transformó su edificio en una residencia para los niños con discapacidad intelectual que no tenían donde vivir. Fue el origen de la residencia La Milagrosa.

Los niños fueron creciendo. Esta vez, el nuevo impulso no vino de la mano de ningún cambio legislativo, sino de la necesidad de dar formación y salida laboral a aquellos críos que ya alcanzaban la pubertad. Surgió entonces Aspromanis industrial, en el polígono San Rafael, en unas naves construidas en parte por soldados de la sexta flota estadounidense, durante sus tareas sociales. En las instalaciones de la calle Ferreteros funcionan en la actualidad una residencia de adultos para unas 40 personas, un centro ocupacional para 150 y un centro especial de empleo con casi una veintena de trabajadores, entre otros servicios.

Luego, poco a poco, Aspromanis fue creando algunas estructuras en los pueblos para acercar su apoyo a las personas con discapacidad intelectual del interior de la provincia. Torremolinos, Campillos y Villa Nueva del Rosario suman ocho centros entre los que se incluyen residencias, centros ocupaciones, unidades de estancia diurna y un vivero.

La labor social que hace Aspromanis es imposible sin el apoyo de la Junta de Andalucía que concierta más del 97% de sus plazas. Sin embargo, la asociación denuncia que la Administración autonómica le debe en torno a un millón de euros, lo que asfixia su gestión. En el apartado social, los retrasos son de unos cinco meses, pero en el laboral, la demora en los pagos llega hasta 17 meses. Alfonso Rubio, presidente de Aspromanis, resume: "Hay que agradecer a la Junta lo que hace y reclamarle lo que puede hacer u no hace".

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