Atajate, el municipio al que el Covid-19 no pudo cambiar
Pandemia
Los vecinos siguen con su vida normal mientras mantienen las normas básicas de protección
Calles tranquilas, casi vacías, que solo rompen su silencio con el paso de algún coche que se dispone a entrar o salir de la localidad. En ellas se aprecia el lento caminar de residentes, principalmente mayores, que se dirigen hacia la plazas o simplemente a dar un paseo que suele terminar en un corrillo con otros vecinos comentando cualquier tema de actualidad como la sequía que venimos padeciendo y que tiene a muchos de ellos preocupados. Terminado el momento de conversación algunos dirigen sus pasos al consultorio, otros vuelven a casa y los hay que prefieren alargar un poco el recorrido y acudir a alguno de los bares para tomar algún refrigerio.
Así transcurre la vida para muchos de los vecinos de Atajate, una de las localidades en las que la pandemia tuvo una menor incidencia y que durante la mayoría de los dos años que se van a cumplir no tuvo casos.
Sus habitantes no se sienten especiales ni creen que realizaran nada heroico durante este tiempo para mantener a raya al Covid-19.
“Sí es verdad que hemos respetado las normas, nos sentamos separados en el bar y en la calle también respetamos la distancia”, explica Roque mientras conversa con otro vecino a las puertas del consultorio. Eso, cada uno a un lado de la barandilla de la pequeña entrada y con la mascarilla puesta a pesar de que ya no existe la obligación de llevarla por la calle.
Además, aseguran que a pesar de ser un municipio con pocos habitantes, no se encuentran aislados. “Aquí tenemos que salir para trabajar o comprar, además de recibir a muchos visitantes porque tenemos tres restaurantes a los que acuden muchas personas, especialmente, los fines de semana”, explica Rocío del Río. “Los jóvenes van al instituto en Algatocín y los restaurantes los hemos tenido llenos”, dice Rocío para resaltar que no han sido ninguna especie de aldea aislada, insistiendo en que todo se debe a la concienciación de los vecinos y, también, a un poco de suerte para encontrarse en esta situación.
Ella tampoco cree que hiciesen nada especial más allá de cumplir con las indicaciones de las autoridades sanitarias. “Los mayores se han seguido reuniendo en la plaza todo este tiempo, eso sí, se sientan en bancos diferentes y con sus mascarillas puestas”, dice.
“Seguimos haciendo la misma vida y aplicando las normas que había”, indica Raquel Mena, otra de las vecinas jóvenes de la localidad. “Los mayores siguen saliendo a la calle con su mascarilla, pero han mantenido todos sus hábitos”, insiste, y es que en ningún momento han dejado de hacer una vida normal dentro de las limitaciones se imponían en cada momento.
Los vecinos tan solo notaron un poco de inquietud cuando en plena ola antes de las navidades se registraron los primeros casos, aunque tras unos primeros momentos de mayor nerviosismo por la población mayor que es mayoría, la tranquilidad volvía al comprobar que se trataron de casos son síntomas leves y que no tuvieron más alcance que las familias que se vieron afectados.
No obstante, a pesar de tener una de las menores incidencias los vecinos no bajan la guardia. Así lo reconoce la farmacéutica, Ana Colchero, que explica que desde la llegada de la época de los resfriados han sido muchos los test de antígenos que vendió. “A la más mínima señal se hacen test ante la posibilidad de que se pueda confundir un posible contagio de Covid-19 con un resfriado. “Tienen muy asumido que se tienen que tomar precauciones para evitar que se pueda producir un contagio a otra persona, en especial, por las personas mayores”, indica Colchero.
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