Autostop de Málaga a Tallinn

Después de 10.000 kilómetros, 10 países y alrededor de 100 conductores, Luna volvió a su hogar en Málaga. En total, dos meses de una aventura en la carretera que la ha llevado del sur de España a Tallinn, capital de Estonia. Siempre acompañada de sus amos y bajo la atenta mirada de una cámara, el objetivo era concienciar a la población sobre los perros peligrosos a través de un documental, Luna on the road: "Es hora de luchar contra la mala imagen de estos animales. Cuando la gente conozca su verdadero carácter, todos perderán el miedo y los prejuicios".

Los dueños de Luna son Anna-Liisa Ševeljova, originaria de Estonia, y Daniel Ubillús, nacido en Perú, una pareja joven que vive en Málaga y que se propuso hace pocos meses transmitir a todo el mundo el cariño por su mascota, una Staffordshire Bull Terrier de 2 años y medio. Esta raza de perro es considerada en España como potencialmente peligrosa, una denominación que algunas legislaciones utilizan para nombrar a determinadas razas que son señaladas como potencialmente peligrosas por sus atributos físicos.

Según los expertos, estos perros, dadas sus condiciones físicas -tamaño, fortaleza, tenacidad- tienen el potencial de realizar ataques causando graves daños, en ocasiones con resultados letales, lo que ha obligado por presiones al establecimiento de leyes que regulen su control. Se vigilan bajo este prisma las siguientes razas: Pit bull terrier, Staffordshire bull terrier, Staffordshire terrier americano, Rottweiler, Dogo argentino, Fila brasileiro, Tosa Inu y Akita Inu. Las obligaciones por pertenecer a esta lista son inscribirse en el registro de perros peligrosos, obtener un seguro y conseguir una licencia que permita la tenencia de este tipo de animales. Todo esto, siempre y cuando el dueño supere un test psicológico. "En total nos hemos gastado 150 euros por el papeleo. Sin embargo, eso es lo menos importante. Queremos demostrar que ningún perro nace malo", explica Ubillús.

Bajo este objetivo, Anna, Daniel y Luna partieron el seis de julio en un viaje que los llevó de Málaga a Tallinn, ida y vuelta, haciendo autostop. "Queremos hacer un documental que acerque la imagen de una raza peligrosa en su día a día. Luna on the road busca evitar que la gente se cambie de acera cuando paseamos por la calle", señala la pareja.

Francia, Suiza, Alemania, República Checa, Polonia, Eslovaquia, Austria, Lituania, Letonia y Estonia. Diez países que han sido testigos de la aventura de Luna en la carretera, un proyecto que ha disfrutado de grandes momentos y sufrido otros peores. "Recordamos con especial cariño cuando en nuestro camino por Suiza una persona nos ofreció pasar la tarde en un barco con su familia. Luna lo pasó genial sobre el agua", relata la pareja. Sin embargo, 10.000 kilómetros dan para mucho y las malas vivencias también se dejaron ver: "Aún en España, haciendo autostop, un coche pasó por nuestro lado y nos tiró patatas fritas para reírse de nosotros. Notamos un aumento de la amabilidad en la carretera cuando salimos del país".

La financiación para el documental ha llegado a través de las redes sociales. Twitter y Facebook facilitaron que los ladridos de Luna se expandieran por toda la Red y se recolectaran en forma de donaciones en la plataforma Indiegogo. En total, consiguieron 980 euros para adquirir parte del equipo de grabación necesario e impulsar económicamente el documental, el cual se espera que sea lo más "profesional y atractivo posible". La publicación de éste se espera para marzo de 2015, ya que tras volver de Tallinn aún quedan muchas escenas de vídeo que editar y varias entrevistas que realizar.

Aparte del documental, esta pareja espera publicar un libro que cuente desde otra perspectiva la experiencia con Luna, de nuevo, como protagonista. Otro proyecto en el que trabaja Daniel es UpTold, una página web que nació antes de Luna on the road y que recoge "historias increíbles y humanas" de todas partes del mundo. Una de ellas cuenta las vivencias de Paco, un sin techo que relata la felicidad que sintió al nacer su hija, piloto de avión en los Estados Unidos actualmente y con la que aún mantiene el contacto. Así, ya sea a través de historias cautivadoras o iniciativas como las de Luna, el objetivo final es aprovechar internet para lanzar un mensaje "diferente y que cree conciencia", ofrecer algo diferente que sea capaz de cambiar el mundo.