Bendecidos en el seno materno

misa de gracia Para los pequeños que están a punto de nacer

La iglesia de San Ramón Nonato celebró ayer su tradicional misa de todos los años para enaltecer a las embarazadas · La jovialidad y la alegría, presentes en el acto

El párroco impone las manos sobre el vientre de la madre para bendecir a su hijo.
El párroco impone las manos sobre el vientre de la madre para bendecir a su hijo.
Elisabeth Torres / Málaga

01 de septiembre 2011 - 01:00

Unas 40 embarazadas acudieron ayer a lo que ya se ha conformado como una tradición en la iglesia de San Ramón Nonato -patrón de las embarazadas y parturientas, ya que fue extraído del vientre de la madre porque ésta había fallecido-, en el barrio de Cortijo Alto. Se trata de la bendición que todos 31 de agosto desde hace seis años viene imponiendo el párroco a las mujeres que "quieren poner bajo la protección de Dios a su hijo". Así lo explicó Rafael Pérez, sacerdote de la parroquia y fundador en 2005 de esta iniciativa. "Se trata de bendecir la vida que se está gestando. Algunas mujeres, incluso, vienen en señal de agradecimiento, porque han tenido algún problema durante el embarazo", explicó Pérez. "Se trata de una celebración de una gran potencia emocional, sobre todo para las madres", aseguró.

Irene Zambrana se animó a acudir a esta celebración hace tres años, cuando se quedó embarazada de su primera hija y su primo, que vive cerca de esta parroquia, le comentó el acto que se realizaba. Desde entonces, aunque ella vive en la calle de la Victoria acude todos los años "porque es una ceremonia muy bonita y amena". "Además, el cura es joven y realiza una misa muy entretenida", añadió. En esta ocasión vuelve a estar embarazada y acudió para recibir de nuevo la bendición. "Siempre que mis amigas están embarazadas les digo que vengan", concluyó Zambrana.

No sólo se acercaron familias de otros barrios de la capital, sino incluso de otras localidades de la provincia. Este es el caso de Carmen Beltrán que, gracias a su amiga María José Ariza, quien es asidua de la parroquia, se enteró del acto y decidió acudir. Ambas, embarazas de su primer hijo y acompañadas por sus respectivos maridos, aseguraron que "bendecir a nuestros hijos antes de nacer nos parece algo realmente bonito".

Para María José Hernández, que siempre ha estado en contacto con esta parroquia, "esta bendición es una cosa muy buena, al menos para mí". No es su primer hijo, pero la vez anterior no pudo venir porque "nació en julio y las fechas no coincidieron para que fuera bendecido, pero con éste no me lo pierdo", afirmó Hernández.

La parroquia estaba llena de embarazadas, sin embargo, no todas las mujeres que acudieron lo estaban. Fueron muchas las que repitieron y llevaron a sus bebés que habían sido bendecidos en años anteriores. Además, fueron muchos los habituales de esta iglesia los que no quisieron perderse el evento e incluso ayudaron en su organización. En la puerta de la iglesia una asidua daba estampitas "sólo para las embarazadas".

La ceremonia transcurrió del modo habitual en el que se celebra cualquier misa. Sin embargo, las lecturas y referencias por parte del párroco a la vida, el embarazo y la familia no dejaron de estar presentes, siempre en un tono alegre y divertido. "Quiero empezar dando un beso muy fuerte a las embarazadas, con el permiso de sus maridos, por supuesto", espetó Pérez al comienzo de la misa. Del mismo modo, también hubo momentos para la seriedad y afirmó: "es posible que algunos de los matrimonios aquí presentes os separéis, pero, por favor, no utilicéis a vuestros hijos como moneda de cambio".

Fue al finalizar la misa cuando las embarazas, sus maridos e hijos se dispusieron en fila para llegar hasta el altar donde, tras encender una vela previamente, recibieron la bendición de manos del párroco. Éste impuso sus manos sobre las frentes de los maridos y mujeres, así como sobre las barrigas de las embarazadas. Después, dejaron sus velas frente a la imagen de San Ramón Nonato y cogieron un nardo para que se lo llevaran a casa junto a sus familias.

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