Parecía el discurso narrativo de una novela épica. Una mujer y una amante de los alrededores peleando a golpe de verso por el amor del Paraíso. Las comparsas de Marbella y Alhaurín se citaron en el coso de las letras para dirimir cuál ama más a nuestra tierra desde su rinconcito de la provincia. Los marbellíes se movían como pez en el agua ejerciendo el rol de amantes. Así lo destriparon en uno de sus pasodobles, desde la humildad de quien no vive aquí, no ha nacido aquí, no paladea la luz cristalina de aquí y no se siente en disposición de piropearte como el nativo. Pero como aquí no se pide más carné que el de la honestidad, bastó para desatar la taquicardia a mi tierra.

Y como si una amenaza estuviese rondando el pretil de su corazón, a la comparsa de Alhaurín se le erizaron las orejas y quiso como hay que querer. Que Málaga es la mujer más linda del mundo lo sabes tú también, paisano. Pero no hay amor más sincero que el de quien te dice “bonita” mientras incrusta los dedos en las llagas. Y así lo hicieron los del lugá, hurgando en las rémoras que lastran a nuestra ciudad: en su enferma sanidad, en las cicatrices que esconden sus fachadas, en los delirios de grandilocuencia apostados en una noria mientras a buena parte de la ciudad se la come la mierda y la miseria. Dede Cortés, letrista de los alhaurinos, lo bordó.

Paisanos, bendita provincia la nuestra. Nunca valoraremos en su justa medida nuestra fortuna. Los legionarios cuarteteros, los auténticos espeteros o los murguistas hechos a base de retales de la historia del Carnaval pusieron toda la risa en el asador. Por ello están en una final en la que una nueva batalla se está cociendo entre los comparsistas de la provincia. David Santiago y Maxi afilan sus plumas para sobreponerse a los envites de Marbella, Alhaurín y Arroyo de la Miel. Qué final nos espera, paisano. Ah, y arfavó: ¡disfrázate! O cuanto menos, pinta dos coloretes en tus mejillas. Que se note que hoy se celebra en el teatro la fiesta de la alegría. ¡Viva el Carnaval!