Botellas que parecen tiburones
Socorristas y personal sanitario desgranan las anécdotas que viven en el día a día en las playas malagueñas
"Mis nietos están asustados, porque hay tiburones ahí", le reclamaba una anciana asustada hace unos días a Lucas Duhour, socorrista en la playa de La Misericordia. Al acercarse, Lucas comprobó que se trataba simplemente de dos botellas que estaban flotando en el agua. En Pedregalejo ocurrió algo parecido, sólo que en este caso parecía un cadáver flotando en el agua y acabó siendo unas desagradables natas. Aunque lo más raro que se han encontrado en estos días de inicio del verano ha sido una bombilla de grandes dimensiones de 500 vatios.
Éstas son sólo algunas de las miles de anécdotas que los socorristas y el personal sanitario acumulan en su trabajo diario en las playas malagueñas, aunque reconocen que la mayoría de urgencias que tienen que realizar son verdaderas emergencias. Los socorristas de la playa de La Misericordia recuerdan entre risas cómo un compañero el año pasado estuvo cubriendo el servicio completamente desnudo durante una semana. Ocurrió en la playa de Guadalmar, se trataba de un socorrista peruano que acaba de llegar a España y un grupo de gays que practicaban nudismo lo convencieron de que en esa playa el servicio de socorrismo se tenía que hacer desnudo. Aguantó una semana y llamó al coordinador para que lo trasladara de playa.
Fran Rosas es enfermero del puesto de socorro de La Malagueta y el caso más curioso en el que se ha visto envuelto fue también el año pasado cuando un hombre se acercó para que le quitaran unas espinas que se le habían clavado en el pie. Como eran tan pequeñas y tenía tantas, tardaron bastante tiempo, por lo que el hombre, días después, les regaló una lupa en señal de agradecimiento y para que estuvieran preparados cuando tuvieran la siguiente urgencia del mismo tipo.
En otra curación, en este caso a una niña, le reclamaron a la madre los datos personales y ésta le preguntó: "¿Es que hay que pagar?". "La verdad es que esta pregunta es bastante frecuente, al igual que la gente que viene pensando que tiene una picadura de medusa y es una simple espinilla", reconoce Fran Rosas.
Entre las urgencias más comunes están también las típicas competiciones entre amigos de llegar hasta la boya, y llegar llegan, pero a la vuelta alguno siempre necesita ayuda.
En la playa de La Misericordia un domingo por la mañana un socorrista cuenta cómo un hombre se metió en el agua y empezó a ahogarse, así que otro fue a salvarlo, quedando en la misma situación. Por último, entró en el agua una mujer y le pasó lo mismo. Cuando consiguieron sacarlos a los tres, "mi compañera, que era argentina, les pidió los nombres". La mujer contesto: "yo es que soy famosa", a lo que la socorrista añadió: "¿de nombre o de apellido?". Se trataba de la actriz malagueña Raquel Infante, conocida por su papel en la serie Arrayán. En otro de estos casos, Antonio estuvo a punto de coger el salvavidas para ir a rescatar a una pareja que parecía estar ahogándose, cuando se dio cuenta de que ayuda precisamente no era lo que necesitaban esos tortolitos. "Pero es que eso ocurre casi todos los días", asegura Antonio, que en otro caso se encontró también a otra pareja a primera hora de la mañana entre las hamacas que hay al lado de la torre de vigilancia. Por otro lado, algo que ocurre cada tarde y a lo que la gente no se acostumbra, es la llegada del Melillero a Málaga, que produce unas olas más intensas que bañan toda la playa desde La Malagueta a La Misericordia.
También en La Malagueta hace unos días se presentaron unos niños con un pato que se habían encontrado y que tenía un ala rota, pretendían dejarlo en el puesto de socorro y que ellos lo curaran, recuerda Alejandro Soler, técnico de ambulancia. Finalmente, uno de ellos preguntó si mordía y se lo llevó a su casa. Otro día en este mismo puesto, se presentó una mujer y pidió el megáfono; lo quería para decirle al hijo que viniera de la plataforma que hay colocada junto a las boyas, ya que a voces no le escuchaba. Además, como los puestos de socorro no están señalizados, llegan a convertirse en punto de información, de reclamaciones e incluso algún que otro despistado pregunta el precio de las hamacas, que se encuentran muy cerca.
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