"Caían chorros de agua del techo"
Clientes y trabajadores explican que la mayoría de locales del centro se vieron afectados
La intensa lluvia caída ayer aguó la fiesta en bares y discotecas de la capital, donde penetró con fuerza durante la madrugada. Entre los afectados destacaba Andén, presente en la céntrica plaza Uncibay desde hace casi 30 años. "Me fui cuando empezaron a caer chorros de agua del techo, pero todavía estaba llenísima de gente", explicó a este periódico uno de los clientes.
Otro grupo de amigos había accedido al local en torno a la 1:30, cuando las alarmas aún no habían saltado. La situación se complicó en cuestión de hora y media, aunque algunos optaron por darle un toque de humor a la noche cantando el tradicional ¡Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva!. "La gente estaba feliz, haciéndose fotos con paraguas abiertos debajo de los chorros y dando saltos para salpicar", describió José M., otro cliente. El agua, según su testimonio, se filtraba a través de las luces de la discoteca. Los camareros cogieron cubos y fregonas y se pusieron a secar, pero "no paraba de caer y abrieron la segunda sala".
Hacia las 4:00, los responsables encendieron las luces y bajaron el volumen de la música. La discoteca tenía "cuatro o cinco centímetros de agua", que continuaba cayendo, sobre todo en la parte de los baños. Muchos clientes abandonaron el local. "Cuando empezaron a irse se apelotonaron en la escalera al ver que llovía demasiado y algunos no querían salir", apuntó el hombre, satisfecho por que los encargados devolvieran el dinero de la entrada a aquellos que no habían usado su ticket de consumición.
El vicepresidente de la asociación de salas de fiestas y discotecas de Málaga, Juan Rambla, afirmó que fueron varios los establecimientos que sufrieron los embates de la tormenta. "Nos entraba agua por las tuberías y salía por las arquetas hacia adentro. Eso ocurrió en prácticamente todos los locales del centro", relató. Aunque no tuvo que desalojar la sala, los trabajadores se afanaron en tratar de normalizar la situación. "Aguantamos hasta la hora del cierre, aunque teníamos tres dedos de agua. Cuando acabamos, entraba por todos lados. Caía de los patios del edificio de arriba", apostilló.
El problema, precisó, se vio agravado por el hecho de que el sistema de alcantarillado, no "diera a basto". Las precipitaciones obligaron a los empresarios a vivir una noche inédita. "Llevo muchos años trabajando en esto y nunca había visto nada parecido. El agua entraba en los locales, en algunos en mayor medida, pero ha sido algo generalizado. Cada vez que llueve damos una imagen tercermundista", criticó el portavoz del colectivo, que auguraba un sábado provechoso al coincidir con la celebración del Carnaval. "Estábamos a tope y a raíz de inundarnos empezamos a perder muchos clientes. Facturamos menos de lo que deberíamos", recalcó.
La estampa era similar en el bar Onda Pasadena, otro clásico situado frente al mercado de la plaza de la Merced. Los testigos consultados explicaron que el negocio se convirtió a las 4:00 "en una piscina". "Fue horrible. Caía tanta lluvia que la alcantarilla de fuera estalló y entró el agua", señaló un empleado. Cuando la tormenta comenzó a hacer estragos, los conciertos habían finalizado, pero la noche ya se había truncado.
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