"Cambié de trabajo por el tren"

Transporte Un viaje en las lanzaderas

Los servicios Avant de alta velocidad han trasladado ya a unas 750.000 personas · Decenas de malagueños usan diariamente estos trenes que acercan Córdoba a una hora y Sevilla a menos de dos

Varios viajeros bajan del Avant en la estación de Santa Justa, en Sevilla.
Varios viajeros bajan del Avant en la estación de Santa Justa, en Sevilla.
Nacho Sánchez / Málaga

01 de diciembre 2008 - 01:00

Son casi las 9:00 y en los andenes se ven muchos trajes de chaqueta. Es temprano, pero sus dueños no paran de hablar por el móvil mientras sujetan un portátil en la otra mano. Hay quien va más tranquilo, camino de alguna reunión. Y otros llevan una cámara de fotos en la mano. Todos se van a subir a una de las lanzaderas Avant que llegará en menos de dos horas a Sevilla parando antes en Antequera, Puente Genil y Córdoba. Lo mismo que han hecho unas 750.000 personas desde que Renfe puso en marcha este servicio el pasado 20 de febrero. Un 30% más que el año pasado a estas alturas.

Las tres últimas personas en subir al vagón número 3 son turistas inglesas. Vienen de Fuengirola, han dejado a sus maridos en el hotel y quieren pasar el día en Sevilla. Sus objetivos: subir a la Giralda -"¿sabes cuántos escalones son? Pregunta una de ellas"- y tapear en el centro. "También hacer unas compras", añaden. Frente a ocasionales viajeros como ellas, hay otros más asiduos. "A mí me suenan las caras de varios de los que viajan hoy", dice José Ángel Peláez. Él vive en Málaga, pero es profesor de Matemáticas en la Universidad de Córdoba. Utiliza las lanzaderas cuatro veces a la semana y por ellas cambió su trabajo de Sevilla a la ciudad de la Mezquita. "Cuando supe que iban a poner estos trenes no me lo pensé. Tardo menos de una hora y puedo ir trabajando en el camino", cuenta Peláez. En coche serían más de dos horas y en autobús más de tres. "No hay comparación", afirma el docente, que corrige unos exámenes cuando el tren para en Antequera.

En la ciudad de El Torcal sólo subieron unas cuantas personas al tren. Entre ellas un estudiante de veterinaria que se sentó también en el vagón número 3. El nuevo servicio de alta velocidad le ha cambiado igualmente su modo de vida. Antes usaba el coche para ir a Córdoba, ahora el tren. Ambos tienen otro servicio de media distancia en la estación de Córdoba que les enlaza con el campus universitario de Rabanales. "Hay muy buenas conexiones", asegura el profesor de Matemáticas. Son dos vidas cambiadas por un tren: "Odio el coche y quiero vivir en Málaga, así que el Avant es genial", dice el profesor. Dos casos de los cientos de personas que han visto estas lanzaderas su mejor opción para desplazarse.

En el vagón número 3 también viaja un empresario valenciano. Aunque parezca extraño, le conviene más usar este tren para ir al aeropuerto de San Pablo, en Sevilla, y volar de allí a Valencia que ir directamente desde el aeropuerto de la capital de la Costa del Sol. "El viaje en avión de Valencia a Málaga cuesta 600 euros ida y vuelta. Pero el vuelo a Sevilla y el viaje en tren a Málaga salen por menos de 200", explica mientras no para de recibir llamadas por el móvil y leer la prensa deportiva. "Aquí no es todo trabajar, también se puede descansar", subraya.

Los olivos se suceden por la ventanilla cuando el tren se detiene para hacer una breve parada en Puente Genil. Allí suben muchos. Son, sobre todo, familias y estudiantes. "Utilizamos el tren como un Cercanías porque nos deja en un salto en Córdoba", asegura Esther, una universitaria. El salto son, concretamente, 33 minutos. Y en Córdoba el pasaje cambia, casi por completo, sus caras: bajan la inmensa mayoría de viajeros y otros muchos suben para llenar prácticamente el tren que en 45 minutos llega a la sevillana estación de Santa Justa. Es puntual, como el 99,7% de los 15.270 Avant que han hecho este viaje hasta el momento. Los datos de Renfe dicen que de Málaga a Córdoba han usado este tren ya 170.000 personas y hasta Sevilla otras 85.000.

La vuelta se puede hacer a las 12:30 (aunque no tenga mucho sentido) y a las 15:40, pero este horario es el más complicado para encontrar un billete. Los taquilleros de la estación lo corroboran. "Es el momento en que se suben todos los trabajadores que vuelven a Córdoba a sus hogares", explican. De hecho, en los andenes se escucha el típico acento cordobés a cada paso.

Hay otras opciones, como el R-598. Un servicio que a distintas horas también une Sevilla y Málaga. Lo hace por las vías de ancho nacional -las tradicionales- y da servicio a ciudadanos de otras localidades como Marchena y Osuna. Pero es una alternativa para los que quieran viajar barato: cuesta la mitad y sólo tarde 30 minutos más que el Avant.

La lanzadera de las 17:55 se vuelve a llenar. Aunque hay revuelo en el tren (los vagones no indican cuál es su número y los viajeros van y vienen de uno a otro) al final reina la calma. "Se nota que todos llegan ya cansados". Lo dice Juan Marqués, un joven malagueño que partió a primera hora de Málaga para trabajar de azafato en una promoción de telefonía móvil en el centro de Sevilla y que vuelve ya a casa. "Pasa siempre, a estas horas casi todo el mundo se queda dormido en el tren", explica, mientras señala a los viajeros que descansan plácidamente en el vagón número 3.

Entre ellos se encuentran las tres turistas inglesas, que duermen agarradas a las bolsas de las tiendas donde han comprado. Antes habían repasado las fotos del día, en especial sus dos citas sin falta: tapeo en Los Coloniales y subida a la Giralda. "Y no había escalones, eran sólo rampas!", señala una de ellas. A las 19:50, de nuevo con puntualidad, el tren llega a la estación María Zambrano. Fin del trayecto.

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