Un Caminito real con muchas metas
20 AÑOS DE 'MÁLAGA HOY'
La comarca es una potencia agrícola de primer orden en la provincia, avanza en turismo pero necesita mejores conexiones viarias
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EL próximo año se cumplirá una década de la inauguración del Caminito del Rey. La revista Nacional Geographic se atrevía a calificarlo hace unos meses como el sendero “más vertiginoso de España”. Con sus
vistas, las pasarelas y las paredes jurásicas en una ruta durante siete kilómetros a prueba de vértigo. Sin duda es uno de los principales reclamos turísticos de la provincia de Málaga y ha permitido darle un vuelco complementario a una economía de la zona que, hasta entonces, se fijaba fundamentalmente en el campo. Y un ejemplo para conjugar el respeto al patrimonio con las potencialidades que ofrece ponerlo en valor para todos los visitantes.
La apertura se produjo el 28 de marzo de 2015. Precisó de una inversión de 5,5 millones de euros. Con la mirada atrás resulta incomprensible como el espacio permaneció cerrado durante un cuarto de siglo. Sus 105 metros de altura suponen el despegue de una comarca que ha conseguido superar algunas asignaturas pendientes, como el hospital comarcal que de forma parcial y gradual abrió sus puertas en 2016 y jugó un papel importante durante la pandemia, para habilitar espacios en otros centros hospitalarios.
Desde Álora a Ardales, la comarca es un ejemplo de la fortaleza del turismo interior. Incluso acuático. Porque son numerosas las actividades de recreo que se desarrollan en este entorno privilegiado gracias al agua. En ese espacio se encuentran los principales embalses desde los que se abastece también la capital y que juegan un papel clave, además, para la agricultura de todo el valle. El largo periodo de sequía vivido ha impactado de forma grave en la mayoría de los cultivos, desde los cítricos a los aguacates.
Tradicionalmente la comarca ha estado ligada al cítrico desde la Edad Media con las grandes extensiones de naranjos y limoneros de Álora, Pizarra, Cártama, Alhaurín el Grande o Coín. Por eso la zona era conocida como el valle de Azahar. Más de 150.000 habitantes y un municipio como el de Alhaurín de la Torre que se aproxima a los 40.000. Y con numerosas posibilidades de seguir creciendo en la zona con las perspectivas que ofrecen unos suelos mucho más asequibles en precio que los de Málaga capital y el litoral.
Uno de los grandes proyectos de la zona es la Ciudad Aeroportuaria de Alhaurín de la Torre. Casi un cuarto de siglo lleva sobre la mesa la actuación intentando sortear obstáculos de todas las administraciones. Desde la Junta a los distintos ministerios, incluido Aena por la proximidad al aeródromo malagueño. Y aún no lo ha conseguido. La cifra proyectada es mareante. Casi cuatro mil millones de euros de inversión pública y privada sobre un terreno de más de tres millones de metros cuadrados. La intención crear un espacio al abrigo del aeropuerto para que se instalen empresas, hoteles, oficinas, viviendas, zonas verdes, ocio y otros equipamientos que girarán en torno a este recinto aéreo por el que pasan ya cada año más de veinte millones de viajeros. Una ciudad junta a otra ciudad. El alcalde de la localidad, Joaquín Vilanova, se ha mostrado incluso más ambicioso. Defiende que en poco más de una década la estación central de Ferrocarril, María Zambrano se quedará pequeña y que la nueva debería construirse en su término para que fuera el punto de partido desde el aeropuerto.
Pero el principal reto en la actualidad son sus deficientes conexiones viarias que impiden un arranque a mayor velocidad. El año pasado la Junta anunció el rescate de algunas actuaciones pendientes desde hace décadas. Como el llamado vial distribuidor oeste que deberá conectar las áreas industriales de la capital con
la hiperronda, Alhaurín de la Torre y el Valle del Guadalhorce. La Consejería de Fomento ha rescatado algunas de estas actuaciones que de nuevo figura en el mapa de inversiones futura.
Unas obras que no estarán en el corto plazo porque todos los estudios que se desarrollaron a finales de la década de los 90 han quedado totalmente desfasados por el retraso acumulado. Sí que hay algunas actuaciones en ejecución como la ampliación del acceso a Alhaurín de la Torre desde la A-7, y que debe acabar con los atascos en una compleja zona de Málaga. También se están realizando labores de ensanchamiento y mejora de la seguridad vial en el tramo de la A-404 entre Alhaurín el Grande y Coín o del trazado urbano que lleva a Istán desde Marbella.
La gran asignatura pendiente es la ampliación de la autovía del Guadalhorce que lleva tres lustros paralizada y sin visos de arrancar. Una actuación básica. Primero por la peligrosidad de un trazado de doble sentido que se ha convertido en una de las carreteras más peligrosas de Málaga. Segundo porque las infraestructuras no han llegado de la mano de un potencial turístico tan importante como el Caminito del Rey y el flamante Parque Nacional de la Sierra de las Nieves. Además, la ruta de la doble vía que acaba en la actualidad en Casa Palma es una de las más habituales para todo el tránsito en dirección a Ronda. Son 70 los kilómetros que separan Málaga de Campillos. Sólo 25 en autovía. Un déficit de infraestructura que también ahora las posibilidades de crecimiento de la comarca y de la propia área metropolitana de Málaga.
Con un déficit de suelos tanto para oficinas como vivienda que ya se registra en la capital, el Guadahorce es un cambio natural de desarrollo para dar servicios a la nueva población que se va incorporando. El Guadalhorce es posiblemente la comarca con más futuro de Málaga. Alternativa y complementaria a otras zonas litorales que ya sufren la saturación. Y diversas. Desde las Cuevas de Ardales al Balneario de Carratraca. Conservar la historia para ganar el futuro.
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