La operación diseñada por el arquitecto Rafael Moneo para transformar Hoyo de Esparteros, con un hotel de 10 plantas, un aparcamiento de 220 plazas y dos edificios de oficinas, tiene desde ayer el camino expedito. El Consejo de Urbanismo validó, con los votos a favor del PP y de Ciudadanos, y en contra del resto de grupos municipales (PSOE, Málaga Ahora y Málaga para la Gente) tres actos administrativos que permiten a la promotora Braser avanzar en su desarrollo. De un lado, dio el visto bueno a la urbanización del sector y, de otro, concedió de manera condicionada las licencias para la demolición de varios edificios de la zona, entre ellos la antigua pensión La Mundial, y para la ejecución del establecimiento hotelero.

El acto supone de facto devolver la iniciativa a la casilla de salida en la que ya se encontraba hace ahora poco más de dos años y que no pudo abandonar porque el mismo organismo que ayer liberó la actuación, optó a mediados de 2016 por rechazarla. La diferencia entre un episodio y otro fue el voto de Cs, que del lacónico "no" pronunciado por su portavoz municipal, Juan Cassá, hace dos años pasó ayer a un lacónico "sí".

Medio centenar de personas clama en favor de la protección de La Mundial

El paso adelante deja sobre el tejado de Braser la responsabilidad plena para poner en marcha la polémica intervención, marcada por sus numerosos incumplimientos a la hora de hacer frente a las obligaciones económicas suscritas con el Consistorio. Pero la eficacia de la licencia queda supeditada a que la mercantil sufrague el débito existente con las arcas municipales y que se sitúa en cerca de 7 millones de euros, incluyendo los intereses acumulados y el recargo de apremio impuesto por Gestrisam.

Tal y como expuso durante la sesión el gerente de Urbanismo, José Cardador, la empresa tiene desde el momento en que se le comunique la resolución un plazo de seis meses para responder a los 16 condicionantes fijados, entre los que se incluye el pago de la cifra antes mencionada. De no actuar en esta línea, perdería vigencia la concesión del permiso de obras. No obstante, desde Urbanismo se asegura que los mensajes aportados por Braser van en la dirección de realizar el pago de manera inmediata en el momento de disponer de la licencia.

El concejal de Ordenación del Territorio, Francisco Pomares, defendió la operación de Hoyo de Esparteros, recordando que la misma cuenta con todos los informes favorables de la Junta de Andalucía, incluyendo los de la Consejería de Cultura. Fue justamente este departamento el que terminó por validar el encaje urbanístico del hotel de Moneo, que duplicaba la altura permitida hasta ese momento en el Centro. A ello sumó la necesidad de asegurar "las garantías jurídicas que tienen que tener todos los promotores que vienen a Málaga" y considerar que se trata de una buena iniciativa, "que va a sacar una zona degradada y la va a transformar con la firma de uno de los grandes arquitectos de España y el mundo".

Frente a la tesis de Pomares, el resto de los grupos de la oposición, salvo Cs, volvió a poner en duda la capacidad económica de la promotora para ir adelante con la actuación. "Si no ha pagado en diez años no creo que lo vaya a hacer ahora", dijo el concejal del PSOE Sergio Brenes, quien tildó de "triste" el día de ayer por autorizarse la demolición de La Mundial. Otros como el portavoz de Málaga para la Gente, Eduardo Zorrilla, incluso apuntó la posibilidad de que desde el equipo de gobierno esté "trabajando y colaborando para que el promotor insolvente, con la licencia en la mano, se la pueda transmitir a un tercero que sí pueda disponer de la financiación necesaria". La sospecha fue compartida por la portavoz de Málaga Ahora, Ysabel Torralbo, quien preguntó sobre la propiedad actual de las fincas, dudando de la posibilidad de que sean las entidades financieras que en su día otorgaron las hipotecas correspondientes a la empresa las que acaben beneficiándose de esta operación.

Al tiempo que se celebraba el debate sobre Hoyo de Esparteros, medio centenar de personas se concentraba a las puertas de la sede de Urbanismo para rechazar que se autorizase la demolición de La Mundial.