La Feria de Málaga es de quien la trabaja. Los señores y señoras de las Bodegas Málaga Virgen, responsables de llevarnos con mucha dignidad el Cartojal a todos los puntos de la fiesta, se han ganado este espacio -el último- de opinión sobre las redes sociales de la #FeriaMLG. Buena parte de las 14 millones de impresiones en Twitter, Facebook e Instagram de la etiqueta oficial se deben a este elixir y su incansable campaña de márquetin que sostiene en una semana todas las ventas de su año.
En gran parte de mi buceo para realizar este faldón me tropezaba con diferentes instantáneas de personas, felices o muy felices, en la portada de calle Larios y en los barriles de Cartojal. A modo de homenaje a todas estas, dejo esta bonita instantánea de dos amigos que observan con ilusión sus expectativas etílicas de cara a la Feria. El Cartojal, al igual que la tolerancia y la falta de hielos en un botellón,es capaz de unir tribus urbanas a priori muy distantes entre sí pero que encuentran en este brebaje un denominador común de la jarana. Se reparten la localización de establecimientos donde venden el más barato (en Mitjana, creo) como la pipa de la paz.
La segunda imagen de este espacio creo que acierta en el nivel cultural de la juventud que ha asistido este año a la Feria. No obstante, considero que yerra por completo en la media de edad del consumidor del Cartojal. Es más, me niego a reconocer que hubiera una media para este elixir: siempre por encima de los 18 años, y con una expresión que podría variar entre el asco, el desasosiego o la dignidad de enfrentarse a la Feria.
No quiero dejar este espacio sin hacer una mención muy merecida a un hilo de Twitter imposible de publicar aquí: "Hilo de Mery bebiendo Cartojal". Imperdible. Nos vemos.
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