Marítimas

Chafarinas: Un archipiélago muy malagueño

Vista aérea del archipiélago.

Vista aérea del archipiélago. / M. H.

Situadas en la zona meridional del mar de Alborán, tres pequeñas islas componen el archipiélago de Chafarinas; un trozo de España en el Mediterráneo norteafricano con una apasionante historia y una muy estrecha relación con Málaga. Atendiendo a su posición geográfica, a 2,7 kilómetros de la costa marroquí, a 43 de Melilla y a 217 de Málaga, estas islas que llevan los nombres Del Congreso, Isabel II y Del Rey, con una superficie total terrestre de 54,6 hectáreas forman parte del territorio nacional español desde 1848.

Vista de la isla Isabel II, la única de las tres que está habitada. Vista de la isla Isabel II, la única de las tres que está habitada.

Vista de la isla Isabel II, la única de las tres que está habitada. / M. H.

Con la curiosa peculiaridad de no estar adscritas ni a la Ciudad Autónoma de Melilla ni a la autonomía andaluza, estos tres islotes, con circunstancias administrativas muy especiales, en la actualidad están habitados por un destacamento de la Legión; una población que se ve ampliada de forma intermitente por pequeños grupos de civiles que trabajan en aspectos relacionados con los ecosistemas de este archipiélago.Convertidas siglos atrás estas islas en un lugar de refugio para pescadores y piratas y, con referencias romanas y árabes, en las cartas náuticas del siglo XIV ya aparecía señalado este archipiélago reseñado con diferentes nombres; unas denominaciones que a partir de 1602 comenzarían a unificarse con su actual nombre.

Iglesia de la Inmaculada Concepción de Chafarinas. Iglesia de la Inmaculada Concepción de Chafarinas.

Iglesia de la Inmaculada Concepción de Chafarinas. / M. H.

Conocidos y documentados muchos y muy diferentes reconocimientos y con referencias claras de la presencia en estas tierras del hombre prehistórico, estas islas, tanto en la Edad Antigua como en la Media y la Moderna, recibieron expediciones de navegantes y militares de diferentes nacionalidades; unas exploraciones que en ningún caso convirtieron a las Chafarinas en un espacio habitado de forma permanente. Ante esta circunstancia, España, bajo el reinado de Isabel II apostó por la conveniencia de ocupar este archipiélago; una decisión que fue ratificada por el Consejo de ministros del 26 de junio de 1847. Encomendada la misión al Capitán General de Granada Francisco Serrano Domínguez, en diciembre de aquel mismo año el puerto de Málaga recibía a cuatro barcos de guerra y dos transportes que serían los encargados de embarcar a los 550 hombres que, junto a otras tropas que esperaban en Melilla desembarcarían en las Chafarinas.

Faro de Chafarinas, inaugurado en 1899. Faro de Chafarinas, inaugurado en 1899.

Faro de Chafarinas, inaugurado en 1899. / M. H.

Cumplimentada la revista de las tropas el 4 de enero, la expedición dejaba los muelles malacitanos con destino a Melilla donde se dieron las instrucciones finales para la operación. A las 09:30 del jueves seis de enero de 1848, tras el desembarco en la isla central, el capitán general Serrano tomaba las Islas Chafarinas en nombre de la reina de España. Después de aquel acto de toma de posesión, un sacerdote procedía a bautizarlas con los nombres Del Congreso, la del oeste, Isabel II, la central y Del Rey, la situada más al este.

Cumplimentados unos primeros trabajos de fortificación en los días posteriores a su toma, la isla Isabel II de 15,3 hectáreas fue la elegida para las construcciones que debían albergar a las tropas. En no demasiados años, la isla central del archipiélago chafarinense tuvo una plaza de Armas, una iglesia consagrada a la Inmaculada Concepción, unos barracones con diferentes dependencias y una torre, la denominada De la Conquista en la que en la actualidad ondea la bandera española.

Completado el censo del archipiélago con civiles, la habitabilidad de la isla Isabell II mejoró frente a las necesidades de una población que ya no era exclusivamente militar. Con independencia de estas mejoras que permitieron el asentamiento de algunas familias, la condición de presidio menor de las Chafarinas (allí cumplieron condena disidentes cubanos y filipinos además de otros presos en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX), conformó una heterogénea y no demasiado numerosa población que se incrementó con los nacidos en la isla.

Convertidas las Chafarinas en muy especial núcleo poblacional, su historia siempre se ha mantenido muy vinculada a Málaga. Habiendo sido durante muchas décadas el puerto malacitano el inicio de la gran mayoría de los viajes que llegaban a estas islas, la primera circunstancia que une estrechamente a Málaga con estas islas es el suministro de agua de Torremolinos que ha abastecido los aljibes del archipiélago. De igual significación sería la ruta marítima que, establecida en 1858 enlazaba el puerto malagueño con las Chafarinas; una ruta semanal que fue ampliada en su número de viajes cuando el puerto de la isla Isabel II se terminó de construir a principios del siglo XX. Y aunque Málaga perdió la titularidad de esta línea que desaparecía en 1975, las navegaciones malacitanas a este archipiélago siempre han sido una constante.

Cementerio de Chafarinas, situado en la isla del Rey. Cementerio de Chafarinas, situado en la isla del Rey.

Cementerio de Chafarinas, situado en la isla del Rey. / M. H.

Con un intenso pasado que incluso estuvo significado por la visita del rey Alfonso XIII que en mayo de 1904 fue a visitar el faro construido pocos años antes, el microcosmos social que se vivió en las Chafarinas se fue diluyendo con el paso de los años. Desaparecida la población civil en 1986, en la actualidad los únicos no militares que habitan temporalmente las islas son los científicos que están a cargo de una estación biológica allí ubicada; un centro de investigación que trabaja en asuntos relacionados con la flora, la fauna y el medio marino de este archipiélago que está clasificado como Zona de Especial Conservación además de estar integrado en la Red Natura 2000.

Unas islas que han cumplido 175 años como territorio soberano español y que han mantenido una muy estrecha relación con Málaga. Una vinculación cargada de viajes, barcos y personas que mantiene guiños malacitanos como el del Paseo de los tristes, una especie de mirador en la isla Isabel II que luce el mismo nombre con el que se llamó muchos años atrás a la malagueña Alameda de Colón.

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