Cien años de escuela pública
El 24 de enero de 1915 se puso la primera piedra de lo que en diciembre de 1916 sería el colegio Bergamín Fue el primer centro público de Málaga y el primer graduado mixto de Andalucía
En la zona conocida como el Campillo, junto a la barriada de artesanos de La Trinidad, el Ayuntamiento de Málaga y el Ministerio de Instrucción Pública, que dirigía el malagueño Francisco Bergamín, adquirieron dos solares a 3 pesetas el metro cuadrado. El propósito era levantar en ellos un colegio. El 24 de enero de 1915 se puso la primera piedra de lo que casi dos años después se convertiría en el Colegio Nacional Público Bergamín. Fue el primer centro público de Málaga y el primer graduado mixto de Andalucía. La comunidad escolar celebró ayer la efemérides con la plantación de un laurel y el enterramiento de un cofre que contenía su siglo de historia y los deseos de los niños para los próximos cien años.
La delegada territorial de Educación, Patricia Alba, y la concejala de Educación del Ayuntamiento de Málaga, Eva Sánchez, participaron en el acto en el que los alumnos cantaron un himno compuesto por una maestra del centro y se recordaron los inicios de esta escuela que ha perpetuado su labor desde el curso 1917/1918. Salvo en dos ocasiones, cuanto tuvo que ser Hospital de Sangre durante la Guerra de África o servir de cuartel general durante la Guerra Civil. Inició su andadura con ocho unidades. Casi un siglo más tarde llenan de vida sus pasillos y patios unos 350 escolares desde segundo ciclo de Infantil hasta sexto de Primaria. Más de 170 niños almuerzan a diario en su comedor, la mayoría con un 100% de bonificación. Un porcentaje considerable, sobre un 20%, son alumnos extranjeros y el 11% son niños con necesidades educativas especiales.
El Bergamín nació por un empeño personal del entonces ministro para dar respuesta a familias humildes y aún hoy sigue realizando un cometido similar. Pepi Lopera lleva ya 25 años en este centro y 16 como directora. "El que inauguró el centro era sobre todo alumnado del barrio de la Trinidad, ya que había pequeñas escuelas de una o dos habitaciones en las mismas casas, pero no había colegio como tal", explica la directora y subraya que "la educación era gratuita, tenía cantina, lo que hoy sería el comedor, y ropero, se les daba ropa a los alumnos, estaba muy implantado el servicio social a la comunidad".
Siempre fue un colegio de Primaria y durante algo más de la mitad de su existencia, los niños y las niñas estuvieron en edificios separados. En los años 70 las clases se hicieron mixtas. Poco después, cuando se cumplía su 80 aniversario, un grupo de trabajo de maestros comenzó a recopilar todo el patrimonio disperso por las aulas del centro y se creó un museo que muestra los avances de casi un siglo de enseñanza en las aulas. Las multicopistas, el esqueleto para las clases de Ciencias, los mapamundis, las plumas de ave o las campanillas con las que se llamaba la atención de los alumnos recuerdan cómo eran las clases hace décadas. Los avances de la sociedad entraron en el aula, como no podía ser de otra manera, pero la función del profesor, un siglo después, no ha cambiado tanto. Como recuerda Pepi Lopera "la misión sigue siendo enseñar y educar, no solo transmitir conocimientos sino también valores muy necesarios siempre. Asistentes sociales, psicólogos, enfermeros, en cinco horas tienen muchas necesidades de muchas cosas y más nuestra población, que tiene carencia de muchos tipos"
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