Málaga

Comercios con sabor añejo

  • Los negocios más antiguos resisten estoicos el paso del tiempo, a pesar de la competencia que, en los últimos años, han experimentado por la proliferación de cadenas multinacionales · Después de más de 50 años de trabajo, su único anhelo es mantener vivo el espíritu de su época dorada

Tras la época gloriosa de la que hace décadas disfrutaron los comercios más antiguos del centro de Málaga, la peatonalización de zonas como calle Larios y plaza de la Constitución comenzó a repercutir negativamente en sus ventas. Unos años después, la competencia originada por las cadenas multinacionales, que empezaban a invadir de manera progresiva las arterias del corazón de la ciudad, agravó la situación de los negocios más antiguos, que hasta hoy continúan padeciendo las consecuencias. En plena crisis, el panorama resulta aún más desalentador, pero son varios los comercios que, con varias décadas a sus espaldas, se proponen seguir resistiendo a pesar de la desfavorable coyuntura económica.

El recorrido por las tiendas clásicos comienza en Puerta del Mar. Allí permanece desde hace más de 40 años Pedro Martín, el encargado de la empresa de electricidad Carrasco, que con el paso del tiempo se ha visto obligada a especializarse. "Aspiramos a mantenernos, pero si entra en vigor la libertad de horarios comerciales será el principio del fin", subraya.

Más de 90 primaveras acaba de cumplir Hinojosa, la emblemática tienda de alpargatas de calle San Juan. Su estética tradicional, que ha logrado conservar casi un siglo después, forma parte de sus señas de identidad. "El mostrador es el mismo y la caja registradora también", asegura Javier, uno de los descendientes de su fundador. Las zapatillas de casa, que se venden tanto en verano como en invierno, continúan encabezando la lista de los géneros más demandados por la clientela. "Traemos productos de buena calidad. Las mujeres, que son las que más los utilizan, exigen calzado que no les resbale, que les dé buen resultado y que aguante varios lavados", detalla el propietario. Pero la crisis, que ha llamado a la puerta de la mayoría de los negocios antiguos del centro, tampoco ha pasado de Hinojosa, abierta en la capital desde 1920. La inestabilidad económica y el empuje de las grandes cadenas nacionales suman trabas al rosario de obstáculos que los comerciantes tienen que sortear. El heredero de esta zapatería critica que en el centro de Málaga se ha "permitido" e incluso "fomentado" la proliferación de franquicias, que dejan huérfanos de tiendas tradicionales muchos espacios. "Típicos de la ciudad quedamos pocos. No nos han facilitado la supervivencia", se lamenta.

Mantenerse 125 años en la brecha supone un reto que no está al alcance de cualquiera. La relojería Miguel Heredia, situada en la plaza de la Constitución, puede presumir de haberlo conseguido. Pablo, uno de los hijos del propietario, desvela el secreto: "Ajustar los precios al bolsillo actual de las economías malagueñas, además de ser muy profesionales, ya que relojeros hoy en día no hay muchos". Él y su hermano, que actualmente también regentan el local, "el más antiguo de Málaga como joyería", han superado altibajos, pero también vivido épocas de bonanza. Ahora, que el negocio sobrevive como taller de relojes, su objetivo no es sino resistir los golpes que les propinan las grandes superficies, puesto que ya son, a su juicio, "demasiadas" las que operan en la ciudad. Pecar de optimista se traduce casi en su único aliciente para mantener con vida la que fuera la ilusión de su padre, que se hizo cargo de la tienda a partir de 1987. "El cliente que quiere arreglar relojes a los que les tiene un cariño especial seguirá viniendo", augura.

Río de la Plata, con la satisfacción de celebrar este ejercicio su 85 aniversario, es otro de los negocios que proporciona sabor añejo al centro histórico desde finales de los años veinte. Al frente de esta empresa familiar se encuentra Miguel Ángel Piédrola, hijo del fundador, Andrés Piédrola, todo un personaje de la Málaga del siglo XX, que encabezó una dinastía de comerciantes malagueños todavía en activo. La firma, especializada desde los años 70 en la confección y venta de trajes de novios y de ejecutivos, cuenta con tres tiendas (ubicadas en las calles Compañía, Santos y Chinitas), al tiempo que da trabajo a dos sastres, dos modistas y otros seis empleados. Miguel Ángel, de 68 años, confiesa que la crisis que comenzó a dejar sus huellas a finales de 2008 ha resultado ser "la peor de la historia", al menos desde que su padre inauguró la tienda. "Ocurre que el consumo se ha parado. El cliente piensa que va a perder su empleo y no gasta. Está afectando muchísimo. Más que nunca", asevera el responsable de Río de la Plata, que defiende la importancia de "luchar contra viento y marea". Las claves del éxito laboral que hasta ahora le ha acompañado, junto a Susana, su mujer, consisten en "más horas de trabajo, ofrecer un buen servicio, tener gran existencia, un personal muy cualificado y aguantar el tirón".

Muchos emprendedores afrontaron su reto comercial hace varias décadas -y otros en el siglo pasado- con la intención de convertirse en una clara apuesta de futuro. Es el caso de José Manuel Páez Martínez, que luce con orgullo cada rincón de su farmacia, a la que Bonifacio Gómez dio luz verde en 1886. "Hay gente que entra diciendo que aquí venían cuando eran pequeños", cuenta el ahora máximo accionista, que se casó con la nieta del fundador del establecimiento. Para el farmacéutico, su botica destaca "entre las más antiguas" y recalca que, por el momento, es "de las pocas" que no se ha transformado. "Las demás funcionan prácticamente como supermercados. Venden de todo", matiza. Con apariencia similar a la de este negocio, la farmacia Mata de Marqués de Larios, establecida en 1894, resucita también el espíritu de aquella época dorada.

Los helados de Casa Mira, que disponen de dos sedes localizadas en los ejes comerciales de calle Nueva y Larios, son tan antiguos como esta última vía. Una empresa consolidada que se fundó en 1890 y que, hoy en día, sigue siendo un referente gobernado por la tercera y la cuarta generación familiar. Con el mismo sobrenombre, aunque en este caso con aspiraciones estéticas, la sombrerería Pedro Mira, inaugurada hace 132 años en calle Especerías, continúa al pie del cañón de la mano de Francisco López.

Creada en 1840 por el caballero español José de la Guardia, la bodega antigua Casa de Guardia, la empresa más antigua de Málaga, cumple este año el 172 aniversario ofreciendo vino dulce de la tierra a los clientes que visitan su taberna en Alameda Principal.

La oferta hostelera, multiplicada en los últimos años en el corazón de la ciudad, no parece suponer un problema para los responsables de Casa Aranda. Juan Sánchez, más conocido como Vergara entre sus compañeros de trabajo, es uno de los veteranos de la tradicional cafetería, que cuenta con el aval de 80 años de experiencia. "Competencia, ninguna, todo lo contrario. Así tenemos más ambiente en la zona. El que quiere comer churros viene y seguirá viniendo a Casa Aranda", afirma con rotundidad el camarero, que lleva dedicado 43 años de su vida al negocio. La anécdota que con más cariño recuerda se remonta a una tarde en que Imperio Argentina, sentada en una de las mesas del local, reconocía que "hacer churros era un arte, y comérselos también".

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