Concienciación y brazaletes morados frente al acoso
Una asociación de mujeres organiza una red en la Feria para tratar de evitar las agresiones de género y prestar ayuda a jóvenes en situación de violencia
Son 40, pero no tienen nombres. Ni apellidos. Son una misma voz. No existe el personalismo, es una lucha colectiva. Todo comenzó cuando Álvaro Reyes, el youtuber licenciado en ligoteo que dedica su canal de Youtube a dar consejos para cortejar a mujeres anunciaba su taller en Málaga. Sus "hermanas" de Zaragoza le hicieron un boicot a un taller que daba en la ciudad. Exportaron la idea y la quisieron implantar en Málaga.
La campaña, "autogestionada", se basa en ideas similares a otras ya establecidas en ciudades como Madrid, Vitoria-Gastéiz y Pamplona, donde hubo diversas denuncias de agresiones sexuales durante los San Fermines. Se ayudan unas a otras. Un panel de abejas que se labra con el sudor de aquellas que, hartas del patriarcado, decidieron crear un cuerpo de milicianas armadas con la palabra. Su seña de identidad es un brazalete morado.
Las integrantes son contestatarias, rebeldes e insumisas. Se organizaron en las redes sociales en una suerte de feminismo 2.0. Han elaborado un protocolo contra la violencia de género hecho con materiales de compañeras de otras regiones. "Nuestra función es evitar agresiones machistas y situaciones de peligro", explican las componentes de la organización, que han fijado varios puntos morados donde sitúan a varias de sus compañeras: en el centro se sitúa en la Casa Invisible y en el Real, la caseta Zona Roja.
El móvil que les mueve no es una acción "contra machirulos", sino ayudar a las mujeres. Y para ello, detallan, cuentan con herramientas legales, emocionales y colectivas "para prestar ayuda a cualquier joven en situación de violencia". Exigen una respuesta real que no dan las campañas institucionales , "insuficientes y paternalistas", como la que impulsó el Ayuntamiento de Málaga a principios de agosto titulada No es no. "Queremos dar cobertura a aquellas personas que no la tienen", exponen.
Su mayor enemigo es la falta de conocimiento. La indiferencia. Día a día combaten contra un público que las veja llamándolas "feminazis", que confundan su lucha por la igualdad por una irreal del predominio de la mujer. "Nos hemos acabado apropiando del término para darle la vuelta a su significado", comentan. Para ellas se acabó la tolerancia a agresiones normalizadas por la sociedad, como las miradas obscenas y los comentarios. "Los ataques no son solo tocamientos", alegan, porque ese es el último eslabón de una cadena de acciones. "Los heterosexuales se creen que la calle es suya, que tienen el derecho de juzgarnos", dicen basándose en que un chico nunca realiza comentarios sobre otros del mismo sexo y que se tratan de iguales.
Cuando finalizó el pregón de Vanesa Martín, la organización sacó una pancarta bajo la premisa de "autodefensa feminista" en homenaje a sus "compañeras" de Zaragoza, a las que cogieron prestada la idea del brazalete morado y del protocolo, del que "cualquiera puede apropiarse". "Fue rápido, pero al menos hicimos acto de presencia", aseguran.
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