Málaga

Convivencia forzada

  • Numerosos malagueños se ven obligados a compartir piso ante el encarecimiento de los alquileres

  • Las rentas suben un 23,1% en la provincia

Convivencia forzada

Convivencia forzada

Independencia a medias. Salir del hogar paterno resulta cada vez más difícil. Los salarios mileuristas y la inflación del alquiler provocan que jóvenes y adultos se lo piensen dos veces si no quieren ver muy mermada su calidad de vida. La única opción que les queda es compartir piso, una convivencia forzada que no se restringe a la época estudiantil, sino a la que se encuentran abocados muchos trabajadores en edad adulta para evitar un mayor gasto.

Málaga no es un caso aparte y ocupa la séptima posición en la lista de las ciudades en las que un mayor número de población opta, cada vez más, por sufragar entre dos o más personas el alquiler de un piso. Arrendatarios que no son pareja y muchas veces, ni amigos, sino inquilinos desconocidos que pagan una renta por habitación para vivir bajo techo sin dejar en números rojos la cuenta corriente. Aunque la solución pase por dejar de depender de los padres para hacerlo de desconocidos.

La demanda de este tipo de alquileres, según un estudio del portal inmobiliario Idealista.com, se ha disparado en un 78% en tan solo un año. Esta tendencia es resultado de los cambios tan bruscos que ha experimentado el mercado inmobiliario desde que estallara la crisis a finales de 2007.

El desplome en la adquisición de inmuebles provocó un efecto inverso en el alquiler. Desde entonces, las rentas han ido subiendo hasta convertirse en inasumibles para unos salarios que apenas se han incrementado en el empobrecido mercado laboral español. Sirva de ejemplo lo ocurrido en el primer trimestre de este año, periodo en el que el coste medio del alquiler en España ha subido casi un 21% respecto a los tres primeros meses de 2016. Este encarecimiento deja en impracticable la máxima que los expertos aplican a la economía doméstica: la hipoteca o el alquiler no debe superar nunca el 30% del salario. Y es aquí donde Málaga destaca. La ciudad es la segunda española en la que han aumentado más los precios del alquiler por habitaciones en un solo año. Idealista.com ha reflejado que el precio en 2017 es un 23,1% más caro que en el año anterior, pasando de 231 euros de media a 284. Es la sexta en la lista de las más caras.

Otro de los portales inmobiliarios que más estudios realiza sobre este mercado es Pisos.com. Cada año publica un informe sobre la oferta y la demanda de los inmuebles de alquiler compartido. La provincia malagueña se posiciona como la séptima de España en dicho sector, pero solo concentra el 2,94% de residencias que se pagan por habitación. A nivel de ciudad, la capital de la Costa del Sol sigue ostentando el séptimo puesto en todo el país, con el 2,36% de la oferta nacional. Del resto de Andalucía, solo la superan Sevilla y Granada, que ocupan el tercer y quinto puesto, respectivamente.

Esta séptima posición la abandona cuando se habla de demanda. El aumento de los precios de estos alquileres podría venir motivado, según estos datos, por una gran cantidad de interesados en tan solo unos pocos pisos disponibles. En concreto, la provincia registra el 4,56% de la demanda. Casi la misma cifra que acapara la ciudad, un 4,52%. En comparación con el resto del país, son la quinta y la sexta, respectivamente, donde más personas buscan arrendar una habitación en un piso compartido.

En el caso de los precios, este portal no destaca a Málaga ni dentro de las diez más caras ni de las diez más baratas.

Otro de los datos más interesantes que revela el estudio de Pisos.com concierne al perfil de los inquilinos que comparten piso. En la provincia de Málaga, el 55,23% son mujeres, que se imponen a los hombres en este tipo de convivencia.

En cuanto a la edad, el segmento mayoritario es el que comprende de los 18 a los 25 años, que supone el 54% de los residentes que optan por un alquiler de estas características. Manuel Gandarias, director del gabinete de estudios de Pisos.com, aclara que este grupo se encuentra integrado principalmente por jóvenes universitarios y algunos estudiantes de posgrado. El segundo tramo más importante, con un 26% de representación, es el que engloba de los 26 a los 35 años. Predominan aquí algunos estudiantes de másteres y doctorados, pero, sobre todo, trabajadores dentro de su primera etapa profesional.

Este segmento ha experimentado un notable crecimiento en los últimos años, síntoma de la evolución de un mercado laboral en el que se imponen los sueldos mileuristas. A pesar de que su peso en este tipo de inquilinos es mucho más reducido, también ha aumentado bastante el grupo de arrendatarios que comparten piso con un promedio de edad de entre 36 y 45 años, trabajadores ya con bastante experiencia que optan por esta fórmula al comprobar que no pueden hacer frente por sí solos a un alquiler. Los dos últimos tramos son los que representan a los ciudadanos de entre 46 y 60 años, que suponen un 7% del sector, y el que supera esta edad, que tiene una cuota del 4%.

Gandarias incide en que el grupo de edad que más crece a la hora de alquilar un piso entre varias personas es el de la población más joven, la que se encuentra en su etapa estudiantil. "Sin embargo, se han notado también aumentos nada despreciables en los otros segmentos poblacionales y ello obedece a que esta fórmula, que era exclusiva hasta hace pocos años de los universitarios, permite ahorrar en los gastos del alquiler y de la casa. Además, las personas de avanzada edad y solas se benefician de la compañía", explica el representante de Pisos.com.

En el informe del Idealista se detalla que cuando en 2005 este portal comenzó a ofertar pisos de alquiler compartido la edad media, a nivel nacional, de quienes los demandaban estaba fijada en 27 años. Más de una década después, se sitúa en los 30 -justo la misma que en Málaga-. La demanda en 2016 creció, además, un 50%. Cifras que avalan que no se trata de un fenómeno exclusivo de los estudiantes y que tiende a consolidarse con el tiempo.

A los factores antes expuestos para entender dicha tendencia, hay que añadir uno más que está provocando un cambio bastante importante en el mercado del alquiler. Muchos caseros optan cada vez más por declarar sus inmuebles como viviendas de uso turístico, una denominación reglada por la Junta que permite a los propietarios arrendar su piso por cortos periodos de tiempo -días o semanas- a unos precios que le aportan unos ingresos económicos mucho más cuantiosos que los que deja un residente cuya estancia es mayor, un fenómeno que provoca que cada vez sean menos los inmuebles que se arriendan para uso residencial, otro motivo que empuja a que el alquiler compartido se extienda.

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