Detectan un repunte del consumo experimental de drogas de ocio

Asociaciones constatan que cada vez se prueban más plantas ancestrales

La mezcla de alcohol y antidepresivos genera una adicción similar a la de la cocaína

Detectan un repunte del consumo experimental de drogas de ocio
Detectan un repunte del consumo experimental de drogas de ocio
Celina Clavijo

Málaga, 09 de julio 2017 - 02:06

Las drogas ancestrales han resucitado, al menos entre los consumidores habituales de cocaína y éxtasis, que ahora se atreven con sustancias poco comunes y prácticamente abandonadas. El responsable del área de prevención y nuevas adicciones del centro de tratamiento Montealminara, Antonio Soto, subraya que se está detectando el consumo experimental de sustancias "propias de la botica de la Edad Media", donde se hacía uso de plantas medicinales, a veces también tóxicas. Pero además son frecuentes las setas alucinógenas y la ketamina, un anestésico que se utiliza en operaciones de animales y cuya demanda ha crecido por su potencial alucinógeno. Los estupefacientes sintéticos "de fabricación casi casera" y combinados con otros compuestos" ganan peso. "Son drogas de fiesta, se consumen en zonas de ocio. Ha habido personas con intoxicaciones. La gente se engancha a lo más disponible", resalta el portavoz del colectivo.

Así, son varios los usuarios que reconocen haber consumido cocaína y cannabis desde hace una década y, paralelamente, haber probado setas y otras drogas a las que ni siquiera ponían nombre. El concepto ha evolucionado. "Hay mucha experimentación, sobre todo en contextos de ocio. La droga es cada vez más un bien de consumo. Ya no necesita, como antaño, un ritual. No hay control ni frontera sobre cuál es más peligrosa", añade el responsable.

El experto considera que esta tendencia a experimentar responde al "escaso tiempo libre" del consumidor y a la necesidad de disfrutar "intensamente". En el caso de los más jóvenes, que tienen una baja percepción del riesgo", las consecuencias son más graves. "Hasta los 21 años se desarrolla el lóbulo encargado del autocontrol. Experimentan con drogas que combinan con alcohol. El uso continuado a esa edad limita más el desarrollo de una zona cerebral. Ya no son niños, pero actúan por impulso y con agresividad. Consumen cannabis desde los 13 ó 14 años", detalla.

Aunque también el centro de tratamiento de adicciones de Álora (Arpom) ha constatado un repunte del consumo de las drogas de diseño, e incluso de la heroína, en su caso, la mayoría de los afectados presentan agravios por la mezcla de psicotrópicos -fármacos antidepresivos- con bebidas alcohólicas. "Es lo más barato y está repuntando. Hay muchísimos casos", indican desde la asociación, que se dedica a la rehabilitación de personas desde hace 13 años.

La comunidad terapéutica, formada por psicólogos, médicos, trabajadores sociales y educadores, atiende a un total de 15 usuarios de perfil variado.

Desde jóvenes de 27 años a los más mayores, de 60. "Con la crisis y la falta de oportunidades muchos han caído en el consumo de alcohol y barbitúricos, que generan dependencia. La adicción es tan fuerte como la que producen la heroína y la cocaína. Pierden la conciencia y el autocontrol", subrayan.

Un fenómeno preocupante que, según Arpom, está relacionado, en cierta medida, con la "mala coordinación de la Seguridad Social". "Hay poco seguimiento y escasa formación con respecto a la drogodependencia. El usuario termina utilizando el tratamiento psiquiátrico como droga. Llega prácticamente anulado", señala un portavoz del colectivo.

El proceso de recuperación tiene una duración de entre 6 y 9 meses. El equipo de profesionales ofrece un programa de aislamiento que se basa en "trabajar actitudes, comportamientos y sentimientos", además de "recuperar hábitos de higiene y horarios".

El centro dispone de unas instalaciones ubicadas en el ámbito rural para rehabilitar a los usuarios, que permanecen en régimen residencial. Se trata de un proceso de "retiro" con salidas "terapéuticas" en las que son acompañados por sus familiares. "Es la base para empezar a reinsertarse en la sociedad. Algunos han perdido su empleo, su familia. Otros tienen problemas penales. Tenemos que tener mucha conciencia social, pero el trabajo lo deben hacer ellos para retomar las riendas de su vida", apuntan desde la asociación.

Una vez finalizada la primera etapa, da comienzo una fase de reinserción que se prolonga otros nueve meses. Durante ese tiempo, en el que los usuarios ya empiezan a salir a diario y de forma más independiente, acuden a pisos tutelados, subvencionados por la Junta de Andalucía. También llevan a cabo cursos formativos.

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