Diario de una puesta a punto (2ª semana)
2ª semana en el O2 Centro Wellness El Perchel
El primer paso es comenzar a estimular la musculatura y su tonificación
Querido diario: Segunda semana y nadie dijo que fuera a ser fácil. Sobra decir que he perdido la cuenta de los músculos en los que mi cuerpo ha respondido en forma de punzantes agujetas. Al reír me duele debajo de las costillas como si me hubiesen propinado un golpe, levantar el bolso se ha convertido en un trabajo de máximo esfuerzo y las piernas me pesan como si tuvieran que arrastrar una enorme bola de metal sujeta por un grillete cada vez que decido dar un paso. Pero por más penoso que parezca mi estado actual después de una semana de intenso y constante entrenamiento, que nadie se engañe. Estoy contenta porque eso significa que mi organismo está respondiendo y adaptándose a su nueva situación de deportista en proyecto.
Me quedé más tranquila cuando Miguel González, el fisioterapeuta del centro O2 Wellness El Perchel de Málaga encargado de arreglar mis desperfectos estructurales, me dijo que las pequeñas molestias que suelen aparecer en los primeros días de ejercicio después de que tu cuerpo se haya convertido en un perezoso sin remedio durante meses, más que normales, son "necesarios para indicarnos que el organismo funciona". Es más, me aclaró, que si el cuerpo se queda al principio impasible ante la actividad física puede ser señal de que "las cosas se están haciendo mal". Y ese es mi consuelo porque yo las noto.
Pero hasta llegar a las tensiones musculares y la fatiga propia de la primera semana de deporte que ahora padezco con resignación, antes he tenido que recorrer un largo y, a veces, duro camino. Todo sea por tonificar el cuerpo y devolverle la masa muscular que nunca debió convertirse en grasa. La semana empezó con un circuito de fuerza que Macarena Aragón, mi entrenadora personal, me tenía preparado para trabajar piernas, glúteos, pectorales y tríceps en máquinas, que resultan ser buenas al principio para que mi malograda columna esté protegida y no corra el riesgo de sobrecarga. Mención aparte merecen mis bíceps. Me quedo corta si digo que son dos frágiles músculos incapaces de levantar una hormiga sin cansarse. Lamentable.
Además de la fuerza que requiere realizar con cierta dignidad cada uno de estos ejercicios, aunque sólo sea por el orgullo de no ser el hazmerreír del gimnasio, la parte de la concentración y coordinación a la hora de llevarlos a cabo no son menos importantes. Nada puede fallar. Coloca bien los codos, no levantes los hombros, respira correctamente, localiza cada músculo que vas a trabajar, eleva el pecho y siempre, siempre, siempre lleva el ombligo hacia tu abdomen como si llevaras puesto un pantalón dos tallas inferiores a la tuya para proteger la espalda. Son los sabios consejos de mi entrenadora del centro O2 Wellness que nunca puedo olvidar para evitar lesiones. Y lo confieso, aún estoy en proceso de grabarlos a fuego.
En mi camino hacia lograr poner a punto mi organismo en ocho semanas contaré con alguna ayuda externa. Se llama Power Plate y, aparte de que la primera vez que la usé sentí como me vibraba hasta el cerebro, es una plataforma ideal para reactivar la circulación, ayudar a eliminar la grasa y la celulitis. Pero es importante saber usarla.
Pero para máquinas impactantes la Pilates Reformer. Yo me referí a ella en tono de broma cuando la vi como la máquina de los horrores, aunque luego no resultó serlo tanto. Su función ayudarme a lograr un control postural siempre con la conexión de la respiración desde las costillas. Buen trabajo lumbar con activación de las escápulas, y tonificación de toda la musculatura estabilizadora de la espalda. Y se nota, como también las agujetas de las abdominales que hice sobre una enorme pelota llamada fitball. Y para acabar la semana resistencia muscular. Creo que no me quedó ningún músculo del cuerpo sin trabajar. Cansada, pero satisfecha. Mi cuerpo empieza a sentirse vivo y yo también.
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