"Dicen que de las crisis se sale, pero ¿ha salido Argentina?"

Guillermina Martín Reyes sospecha que bajo la apariencia de improvisación, en ciertos sectores existe una estrategia para bajar el nivel de las universidades y dejar sólo cuatro o cinco de élite

Guillermina Martín Reyes en su despacho, en la Facultad de Económicas de la Universidad de Málaga.
Guillermina Martín Reyes en su despacho, en la Facultad de Económicas de la Universidad de Málaga.

17 de marzo 2013 - 01:00

Guillermina Martín Reyes acumula hitos: primera catedrática surgida de las aulas de la Universidad de Málaga, primera española en lograr una cátedra en Econometría, junto a la gallega María del Carmen Guisán, y pionera en el estudio de la pobreza desde la perspectiva económica. Avisa que en ningún sitio está escrito que las crisis tengan puerta de salida. Si alguien duda, no tiene más que mirar a Argentina.

-En 1976 planteó en sus tesis doctoral buscar métodos de predicción de las necesidades de mano de obra en sistema educativo, aunque entonces un título sí era una garantía.

-Los licenciados que salíamos de la universidad en 1971 si teníamos algún problema era elegir qué puesto preferíamos. Aquella universidad era muy distinta. Se dice que elitista... ¡Hombre! También era muy elitista científicamente. Si el 96% de los alumnos aprueba ahora la Selectividad, en el preuniversitario como mucho aprobaba entre el 5% y el 10%.

-También era elitista desde el punto de vista económico... El que podía, podía.

-La universidad no era tan cara comparada con otros países de Europa, el problema era que había pocas universidades y mantener un hijo fuera era costoso. Había becas, de hecho yo estudié con becas, y te pedían Bachillerato con más de notable en junio y en la carrera tener todo aprobado en junio. Aún así, como la de Málaga fue la cuarta Facultad de Económicas que se creó en España recuerdo que en primero éramos 500. Aquella sociedad no tenía nada que ver con esta. El mercado laboral se empezaba a reactivar después del verdadero horror que fueron los primeros años 60. Aquello sí que lo recuerdo con espanto.

-¿Por qué ese horror?

-Era una niña. Vivíamos en Muelle Heredia y, quizás porque acudían a vacunarse a Sanidad que estaba allí, recuerdo ver salir los autobuses de emigrantes... Las maletas, como las de las películas, de cartón atadas con cuerdas, las familias despidiéndose porque solo se iban los hombres. Y después los pueblos y algunas zonas de Málaga como El Perchel o La Trinidad donde únicamente había mujeres, niños y aquella tristeza. Fíjate, la crisis ahora es espantosa pero vas por la calle Larios y no se ve esa tristeza.

-Si en los 70 había pocas universidades, 40 años después la oferta de centros y títulos es...

-Es exagerada.

-En realidad hasta los 80 la oferta fue modesta.

-Hasta que surgieron las comunidades y cada una quiso su universidad y cada provincia también la suya.

-Hay quien dice que eso es bueno y quien sostiene lo contrario. ¿Usted qué cree?

-Yo no soy contraria a que haya una universidad por provincia, lo que no pueden es ser todas iguales.. No podemos tener en Andalucía nueve universidades con los mismos estudios... Tenían que haberse especializado atendiendo su demanda.

-¿Se debió acomodar la oferta académica al mercado laboral?

-Se deberían haber tenido en cuenta las salidas laborales y la formación de la zona, pero no se hizo. Aquí se creaba una universidad de la noche a la mañana y empezábamos a inventar. Cuando se creó Económicas, el Ministerio, con todo lo criticables que eran las políticas en aquellos momentos, lo primero que hizo fue coger a cinco catedráticos y mandarlos a Málaga y después se siguieron sacando cátedras. [Ramón] Tamames, que todavía es un economista de referencia pero que entonces era lo más de lo más, estuvo aquí cinco o seis años de catedrático. Esa mentalidad de hacer las cosas desde abajo no se ha tenido después.

-Recordaba usted los emigrantes yéndose en los años 60. Ahora son los universitarios los que emigran.

-Recuerdo que en los 90 hubo un problema con 3.000 estudiantes en la UMA sin plaza [entonces era vicerrectora] y un alto cargo me preguntó hasta cuándo tendríamos esos problemas. Le dije: Hasta que el mercado laboral lo arregle. Muchos alumnos estudian sin interés porque no tienen nada que hacer, por no estar parados. En España tenemos un problema en educación que es la formación profesional. Este Gobierno dice que va a cambiarla para aproximarse al tipo alemán, pero yo no he visto nada... Lo que he visto siempre es mucha formación profesional impartida por académicos y los académicos servimos para dar las bases, para profundizar, para investigar, pero la profesión la enseña el profesional.

-El mensaje de la reforma de la FP es tan viejo...

-Y no se hace nada. En la universidad tuvimos la oportunidad con Bolonia. Podíamos haber aprovechado para definir lo que es un grado profesional... Dijeron que los grados debían ser generalistas y que luego se harían las especialidades. Al final, por ejemplo aquíen Económicas en Málaga, tenemos el grado en Economía, el grado en Administración y Dirección de Empresas, el grado en Marketing y el grado en Finanzas y Contabilidad. Es decir más especialidades y de cuatro años, mientras en Europa son de tres años.

-Hubieran sido mejor grados cortos y profesionalizantes.

-Sí y dejar la universidad para otra cosa. Lo que pasa es que yo no sé si lo que quieren reconvertir toda la universidad en otra cosa, bajarlas todas de nivel y dejar cuatro o cinco de élite o una por cada gran comunidad autónoma. Eso es algo que pienso muchas veces.

-¿Puede ser esa la estrategia?

-Puede ser.

-O sea, ¿se critica la improvisación y la falta de planificación y a lo mejor no es tanta?

-Quienes están al frente van inventando sobre la marcha, pero pienso que sí, que hay una planificación y que en determinados sectores sí se tiene una idea.

-¿Se trataría de dejar la mayoría de las universidades para dar una formación de nivel medio y muy pocas con peso académico e investigador?

-Creo que por ahí van los tiros.

-¿Conoce el resto del sistema educativo?

-Como madre lo he sufrido. ¡No hay derecho a que en tan poco tiempo hayamos cambiado tanto de planes de estudios y según dicen sin contar con el profesorado!

-Educación y sanidad son el centro del debate en este momento.

-Es lógico. La sociedad es muy sensible a cualquier recorte ahí. El sistema en sí, y ahí están los resultados de PISA, parece que no logra resultados muy positivos, por lo que algo habrá que hacer, pero no de espaldas a educadores y padres. Luego hay otra cuestión y es un sistema de calidad y evaluación con unos indicadores que, al menos en la universidad, sé que el profesorado no acepta.

-¿Por ejemplo?

-La tasa de éxito, es decir el número de aprobados sobre matriculados. Significa obligar a los alumnos a venir a clase en la universidad. Ahora nos exigen, ¡madre mía!, ¡pasar lista en la universidad! ¿Pero qué concepto es ese de productividad? Si yo tengo 100 alumnos y digamos que solo aprueban 30 quiere decir que enseño a 30. Y si en ciencias una clase tiene 10 alumnos y aprueban todos, ¿quién es más productivo? ¿Yo que enseño a 30 u otro profesor que enseña a 10? Y ¿cómo va a ser igual la tasa de abandono en Medicina que es súper vocacional y tiene alumnos con expedientes excepcionales, a una facultad donde se entra en tercera, cuarta y hasta quinta opción.

-¿La única solución a la crisis son recortes y austeridad?

-Creo que en España se reconoció muy, muy tarde que teníamos una crisis. Si se hubiera actuado antes no hubiera sido tan grave. También el Banco Europeo tuvo mucha culpa por elevar los tipos de interés. Las hipotecas se encarecieron, los bancos, que se habían endeudado cuando los tipos eran bajos, se encontraron sin liquidez para atender los pagos y cuando ya todos estaban hasta el cuello, estrangulan por arriba. Es muy parecido a lo que pasó con la deuda en el Tercer Mundo. Primero te doy y de pronto un día aprieto y te ahogo. Durante mucho tiempo he estado irritada por que se salvara la banca, pero es que si el sistema financiero cae nos arrastra a los demás. Eso sí, determinadas políticas de esa época, como las fusiones, a lo mejor fueron un error.

-¿Hubiera sido mejor cerrar bancos?

-Cerrar algunos pequeños y no agruparlos en grandes monstruos infectando a todo el mundo. A lo mejor no hubiéramos sufrido tanto, pero todo esto es un futurible. Lo primero que necesitábamos era conseguir la confianza de los mercados.

-¿La tenemos?

-En parte sí. Veo que se gana confianza, que al bajar salarios y aumentar horas de trabajo somos más productivos, más competitivos y colocamos mejor nuestros productos en el exterior.

-Pero el paro va de mal en peor.

-El problema es que el paro no se arregla si no produces más y para producir más, cuando el consumo interno ha caído, hay que abrir los mercados exteriores y para todo eso hace falta financiación y si la banca, que parece que ya está saneada, no empieza a hacer fluir el crédito a las empresas seguiremos paralizados. Es una pescadilla que se muerde la cola. Hay problemas de demanda, de oferta y de toda naturaleza. Ahora bien, confío en que efectivamente a final de año el crédito vaya fluyendo bien y aumente la producción.

-Usted investiga la pobreza. ¿Se preocupan los economistas por la pobreza?

-¡Si yo te contara! En 1988 fuimos a un congreso sobre bienestar social con un artículo sobre la distribución de los indicadores de pobreza en España por provincias. No le llamé indicadores de pobreza, que es lo que era, sino indicadores de no bienestar para que nos admitieran dentro de la economía y de los economistas.

-¿Qué hace una sociedad más pobre?

-En China los niveles de pobreza disminuyen porque hay más personas que trabajan, aún en condiciones infrahumanas muchas de ellas. Los países de África gozan de unos gobernantes impresentables que provocan una gran desigualdad y que se llevan la riqueza.

-O sea, el paro y la corrupción.

-En los años 80 y 90 estudiamos por qué en España unas regiones eran más pobres y vimos que influían los niveles educativos, el porcentaje de mayores de 65 años, las tasas de analfabetismo y la estructura productiva, porque no es lo mismo una sociedad más agrícola que industrial.

-Si observamos esos indicadores, ¿vamos camino del Tercer Mundo?

-Yo siempre oigo decir que de las crisis se sale, pero ¿ha salido Argentina de la crisis? Se puede salir de la angustia vital, pero otra cosa es volver a estar como estábamos.

-Una cosa es volver a donde estábamos y otra "argentinizarnos".

-No hablo en términos políticos, sino en económicos. Yo creo que llegaremos a crecimientos positivos pero para crear empleo hay que crecer por encima del 3% y casi ningún país de Europa está por encima del 3%. Mejoraremos. Quiero creer que a final de año y en 2014 tendremos a crecimiento positivo a lo mejor del 0,5%, pero eso la población lo va a sentir poco en términos de empleo.

-¿Queda margen de recorte?

-No me gusta que se recorte el gasto público, prefiero que se reestructure, que se replantee el gasto corriente porque hay que ir a gastos de inversión que son los que aumentan la productividad.

-Estudió el impacto económico del aeropuerto de Málaga. La obra pública ha sido tradicionalmente un motor económico, pero se nos fue la cabeza y empezamos a hacer aeropuertos, el AVE a Albacete... Y fue un lastre.

-No digas que se nos fue la cabeza porque ni a mí ni a ti se nos fue, sino a los políticos.

-Los políticos aprobaron obras, las cajas las financiaron, la prensa las aplaudimos y los economistas callaron.

-Los políticos las aprueban y las cajas, gobernadas por los políticos las financian. Ese fue para mí el gran error, que nuestras cajas, con la tradición que tenían en España, se convirtieran en juguetes financieros del político de turno. En este país hemos hecho muchísimas locuras yo creo que por vanidad política.

-De la gran depresión se salió con un plan Marshall, ¿ahora por qué no?

-¿Quién te va a dar el plan Marhsall?

-¿No hay nadie en disposición?

-En el mundo occidental no. Ahora mismo quien tiene dinero es China.

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