Málaga

Diferencias en la forma de pago ralentizan la venta del 40% del Metro

  • Los tres accionistas implicados discrepan de que parte de la cuantía se abone de forma diferida y en función de una serie de variables

La irrupción a finales del pasado mes de enero del fondo de inversiones estadounidense Blackstone para hacerse con poco más del 39% de las acciones de Metro Málaga, actualmente en manos de Azvi, Cajamar y Sando, sigue sin formularse oficialmente algo más de dos meses después. Fuentes próximas a la operación informaron a Málaga Hoy que el acuerdo de las tres firmas propietarias con la empresa interesada en hacerse con este paquete accionarial "sigue sin estar cerrado", justificando la ausencia de un acuerdo pleno en la existencia de ciertas discrepancias con la fórmula de pago elegida por Blackstone.

El montante de la compra, según informaron en su momento otras fuentes vinculadas a la iniciativa, podría llegar a alcanzar los 125 millones de euros, 100 de ellos de manera directa y fija y otros 25 en concepto variable, es decir, en función de que se cumpliesen ciertos parámetros de rentabilidad del suburbano. Los mismos habrían de cumplirse antes de 2019 e incluirían, entre otros, el alcanzar el umbral de viajeros previsto para el ferrocarril urbano una vez esté desarrollado en su totalidad el trazado. Y es aquí donde, parece, podrían encontrarse las diferencias entre las partes.

"La operación está avanzada pero no cerrada", insistieron las fuentes, que aludieron a que los socios actualmente implicados en el Metro no estarían conformes con la idea de realizar parte del pago en diferido. En este sentido, se contempla una próxima reunión, que podría tener lugar a mediados del próximo mes de abril para avanzar en la cuestión.

El funcionamiento de la concesionaria abre la puerta a que tanto la Administración regional, en un primer momento, como el resto de socios puedan igualar una oferta de compra exterior. Al margen de Azvi, Sando y Cajamar, el resto del paquete accionarial está repartido entre FCC y Globalvía (integrada esta última por FCC y Bankia al 50%), que suman el 25,33%; Comsa-Emte, con el 10,56%, y Vera, con apenas un 1,03%. Si bien FCC ha solicitado cierta información sobre la potencial operación, las fuentes consultadas consideraron que no tiene intención real de igualar la proposición ya conocida.

La cifra que estaría dispuesta a poner sobre la mesa el fondo de inversión está muy por encima del valor actual de las acciones a adquirir. El 39,39% del capital social actual del Metro, situado en 136,5 millones de euros, equivale a algo menos de 54 millones de euros. Es decir, que la mercantil interesada en hacerse con este paquete accionarial podría llegar a pagar unos 70 millones de euros más.

Todos los expertos coinciden en destacar la rentabilidad de la operación, dado que la participación en el proyecto del suburbano garantiza, siempre que se cumplan ciertos parámetros de funcionamiento, unos buenos rendimientos económicos. Esto se ve favorecido por la obligación que tiene las administraciones relacionadas con el proyecto, la Junta y el Ayuntamiento, de subvencionar la diferencia entre el coste real de los viajes del Metro y lo que pagan los usuarios.

El contrato de colaboración público-privado existente en el Metro garantiza una TIR (Tasa Interna de Retorno) del 10,3%, un valor que mide la rentabilidad del proyecto para los privados. Con estos números sobre la mesa, la Consejería de Fomento, en la última etapa de IU al frente de la misma, llegó a plantear a la Consejería de Hacienda la compra del mencionado 40%, opción finalmente descartada por las dificultades económicas actuales y el hecho de que la suma necesaria computaría en el nivel de endeudamiento de la Junta.

Las referencias de Blackstone en los últimos meses es prolija en España. Con sede en Nueva York, cotiza en Bolsa desde 2007 y ha protagonizado operaciones como la adquisición en 2013 de 1.860 pisos en alquiler repartidos en 18 promociones de la Empresa Municipal de la Vivienda y el Suelo de Madrid (EMVS). Hace apenas unos días cerró la compra de la Torre Willis, el segundo edificio de oficinas más alto de Estados Unidos y el quinto del mundo, tras pagar 1.300 millones de dólares.

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