Málaga

Diseñado para la burguesía

  • El exclusivo barrio de El Limonar, hogar de las grandes fortunas y dirigentes de la ciudad, surgió por iniciativa del ingeniero José María de Sancha, que promovió hermosas villas residenciales con jardines

El nacimiento del Limonar como barrio residencial se produjo en las últimas décadas del siglo XIX coincidiendo con el proceso de expansión que se produjo hacia el litoral oriental de la ciudad, donde se asentaron a partir de entonces los nuevos espacios residenciales de la burguesía, con un uso extensivo del suelo mediante la construcción de hotelitos rodeados de amplios jardines a lo largo de la avenida de Príes, el Paseo de Sancha y el valle del Limonar hasta el Arroyo de la Caleta.

Este barrio fue una iniciativa del ingeniero José María de Sancha, quien en 1885 creó la sociedad Sancha, Junguito y Compañía, que adquirió por 80.000 pesetas unos 100.000 metros cuadrados de terreno de las fincas El Limonar y San Agustín. Casi de forma inmediata vendió todas las parcelas a 3 y 4 pesetas el metro cuadrado y el nuevo barrio se convirtió desde el primer momento en el lugar favorito de la alta burguesía para la construcción de sus hoteles ajardinados.

El historiador Víctor Heredia aseguró que el Ayuntamiento no controló la urbanización inicial del sector, aunque hacia 1900 ya había recibido algunas calles. En ese año el municipio preparó unos planos de atirantado del barrio con el objeto de recaudar las tarifas correspondientes a las nuevas construcciones. Inmediatamente se acometieron algunas obras de equipamiento, como la instalación del alumbrado por gas y el adoquinado de la calzada.

A ambos lados del paseo sobresalían las villas residenciales rodeadas de jardines, por entonces con vegetación todavía no muy crecida, que estaban delimitados por verjas de hierro que permitían contemplar el interior de estas propiedades. La presencia de farolas y de alineaciones de plátanos orientales que se aprecian en la foto demuestran el esfuerzo municipal por dotar a la zona de ciertos servicios. También al otro lado del arroyo de La Caleta se produjo casi al mismo tiempo una ampliación del barrio con el paseo de Miramar, que ascendía en paralelo al del Limonar, cuya urbanización fue llevada a cabo por Juan Bolín a partir de 1903.

Poco a poco se fue completando la urbanización del barrio, con la instalación del Asilo de las Carmelitas (antecedente del actual Colegio Madre Asunción), de la parroquia de San Miguel de Miramar y del cuartelillo de la Guardia Civil. Mientras, en la parte que lindaba con la playa, La Caleta, surgieron más hotelitos rodeados de jardines (como el Parque de San Antonio, que inicialmente se llamó de Buenos Aires al ser propiedad de un argentino) y otros tantos hoteles pioneros del turismo, como el Hernán Cortés, luego reformado como Hotel Caleta Palace y que hoy en día es sede de la Subdelegación del Gobierno.

Muchas de esas villas eran alquiladas por familias de localidades del interior y de las provincias de Córdoba, Jaén y Granada como lugar de veraneo. El mismo poeta granadino Federico García Lorca pasaba temporadas en el Hotel Caleta. Pero durante la Guerra Civil varias villas de la zona fueron asaltadas e incendiadas, como el propio Parque San Antonio, que pertenecía al contratista Antonio Baena Gómez.

La presión urbanística sobre esta zona ha provocado que muchos chalets y villas hayan sido sustituidas por edificaciones de mayor tamaño, pero no ha perdido su carácter residencial caracterizado por la abundancia de espacios ajardinados y de vegetación.

l nudo de comunicación. El Paseo del Limonar, al confluir con la carretera de Málaga a Vélez y Almería (por entonces calle Málaga y hoy avenida del Pintor Sorolla), tenía en su parte baja una parada de carruajes de alquiler, es decir, coches de caballos que servían para el transporte público y que son los antecedentes más inmediatos de los actuales taxis. Era mucha la importancia de la comunicación entre el nuevo barrio residencial y el centro, que además estaba reforzada por la línea de tranvía. El nivel socioeconómico de los vecinos del Limonar, tanto de los residentes habituales como de aquellos que utilizaban las villas solo durante determinadas épocas del año, hacía muy atractiva la explotación de este medio de transporte.

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