Málaga

Emprendedores en la última frontera

  • Las ONG crean empresas para dar salidas laborales a personas en riesgo de exclusión social

  • NAIM fue la pionera. Tiene tres compañías con 45 trabajadores

Las raciones de albóndigas están listas. Distribuidas en fiambreras termoselladas forman parte del almuerzo que recibirán 130 familias de La Palma, La Palmilla y La Corta, tres de los barrios más humildes de Málaga. Sin embargo, estos menús no forman parte de ningún programa de alimentos, sino del proyecto El Buen Vivir de formación y capacitación profesional que desarrolla la asociación sin ánimo de lucro NAIM. "¿Sabes cuál es el principal problema de La Palmilla en opinión de los vecinos? La educación entendida en su sentido más amplio como estudios, respeto o salud. Son los propios vecinos los que creen que la educación es el centro de transformación de su realidad", argumenta Alejandro Blanco, responsable de Comunicación y Proyectos de la entidad.

Esa certeza no evita, sin embargo, que los adolescentes ansíen alcanzar los 16 años para abandonar la escuela. "Ese es un cumpleaños que se celebra mucho", reconoce Enrique Porras, presidente de NAIM. Es más, la organización tiene pruebas evidentes de cómo se puede transitar por el sistema educativo y no saber escribir ni leer. Uno de sus usuarios, de 35 años, que formalmente estuvo obligado a estar escolarizado al menos hasta los 14 , ha aprendido a leer ahora, al tercer intento y ayudado por la asociación. Antes ha tenido que darse de bruces con una sociedad que lo excluía por carecer de unas destrezas mínimas. Alejandro Blanco reconoce que este es un "fracaso colectivo" que alcanza al sistema educativo, a las organizaciones que luchan contra la exclusión y a los propios afectados.

Las administraciones se resisten a aplicar cláusulas sociales en sus contratos públicos"Motivos de exclusión: carencias formativas, falta de experiencia y paro de larga duración749Usuarios. NAIM creó en 2016 itinerarios formativos para parados de La Palma, Palmilla y La Corta

La crisis ha sumado nuevos perfiles de riesgo de exclusión, como los parados de larga duración con baja cualificación o los jóvenes de familias modestas que, aún con formación universitaria, no han conseguido engancharse al mercado laboral. Las estadísticas de NAIM son elocuentes para comprender esta realidad: el año pasado atendió a un millar de personas de La Palma, La Palmilla y La Corta, de las que 749 han seguido un itinerario formativo y de inserción laboral. De ellas el 84% no habían terminado la educación secundaria obligatoria (ESO), pero el 5% tenían titulación universitaria.

La entidad realiza un control individualizado de cada una de esas personas a través de un proceso que comienza con una entrevista en profundidad en la que se analiza la situación familiar, así como las carencias personales y formativas. A partir de ahí se crea un itinerario de inserción laboral, con fecha de inicio y final, en el que se establecen los hitos que debe cumplir el beneficiario. Después la organización se ocupa de localizar ofertas de trabajo. El año pasado halló empleos como camareros, limpiadores, cuidadores, ayuda en domicilio o camareras de piso para 126 personas de La Palma, La Palmilla y La Corta.

Enrique Porras reconoce que las empresas en un primer momento son reacias a aceptar candidatos. "Lo primero es un no. Hace falta mucho trabajo personal para que confíen. Sin embargo, "pocas de aquellas personas a las que le hemos dado una oportunidad han fallado".

Las asociaciones sin ánimo de lucro convertidas en el último guardián contra la exclusión social en los barrios marginales, pueden, además, crear empresas de inserción laboral. Esta figura se desarrolló en Andalucía en 2010 y en la actualidad operan en la provincia de Málaga 11 empresas fundadas por nueve ONG. Cinco tienen sede en la provincia (Alozaina, Antequera, Archidona, Vélez y Estepona) y otras seis en la ciudad. Entre estas últimas figura Servicios de Cocina para la Integración Laboral, la compañía para la que trabajan los seis empleados que preparan los almuerzos en la cocina instalada en la sede de NAIM, en la avenida de La Palmilla. Esta empresa, además, gestiona el restaurante 18Noventa del club de tenis de Los Pinares de San Antón, en Málaga, y la cafetería Zoque, en el centro de mayores Bailén-Miraflores.

Nueva Alternativa de Intervención y Mediación (NAIM) fue la primera ONG que creó empresas de inserción laboral en Málaga. Junto a la empresa de hostelería dispone de dos sociedades más: Inservic Obras y Jardinería, fundada en 2010 inicialmente para dedicarse a obras y reformas si bien con el tiempo ha derivado hacia el control de plagas, y Servicios Sociocomunitarios, con líneas de negocio en el campo de la educación, a través de monitores escolares, limpieza de edificios y comunidades y, desde hace unas semanas en el sector del turismo, con un servicio de rutas turísticas guiadas en Antequera. Las tres compañías tienen en la actualidad 45 personas contratadas.

El objetivo que persigue NAIM con esta inesperada actividad empresarial es facilitar una experiencia laboral sólida a sus usuarios procedentes de los proyectos contra la exclusión social para que tengan más éxito en el mercado de trabajo. Con esta finalidad las plantillas se organizan con una núcleo de empleados estables y un 50% (30% si la sociedad es de nueva constitución) de trabajadores en riesgo de exclusión que permanecen tres años contratados. A partir de ahí se considera que están listos para buscar por sus propios medios otros empleos, mientras que sus puestos son ocupados por otras personas que previamente han asistido a planes de capacitación personal y formación laboral.

El presidente de la entidad, Enrique Porras, reconoce que ponerse al frente de una empresa de nueva creación en plena crisis económica es un desafío de magnitudes desproporcionadas cuando, además, los promotores proceden del activismo social y sólo pueden compensar la falta de recursos con el entusiasmo y el esfuerzo personal. "2010, 2011, 2012 y parte de 2013 fueron para volverse locos". Eran tiempos en los que cada solución llegó acompañada de su respectivo problema. "Durante estos años hemos aprendido y las cosas empiezan a ir mejor, sobre todo para la empresa de cocina".

Lamenta el nulo interés mostrado por las administraciones públicas en Andalucía para aplicar la disposición prevista en la Ley 31/2015 que permite reservar para colectivos desfavorecidos y empresas de inserción y centros especiales de empleo unos porcentajes mínimos en los contratos públicos. Argumenta que existe una cierta resistencia de secretarios e interventores municipales a autorizar una fórmula que no solo tiene respaldo legal, sino que incluso se lleva años aplicando en ayuntamientos de Cataluña, Madrid y La Rioja, donde no es infrecuente que las compañías de inserción laboral acudan en alianza con otras empresas a los contratos públicos de obras y servicios. "Nosotros no queremos subvenciones sino trabajo. Eso es lo que realmente te ayuda a paliar las desventajas de ser pequeño y competir con una plantilla que no es totalmente profesional".

El presidente de NAIM defiende el impacto económico de las cláusulas sociales en los contratos públicos: "Es una inversión. Significa menos paro, menos prestaciones y más trabajadores con un sueldo disponible para consumir y pagar impuestos, pero ese retorno económico cuesta hacerlo ver".

Las empresas de inserción social sufren además el handicap de depender de entidades que arrastran una década en la que han visto crecer la cifra de usuarios al mismo ritmo con el que disminuían los recursos. El informe de 2015 de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social situaba a más de un millón de andaluces en el colectivo de pobreza extrema, o sea el grupo que vive con menos de 332 euros al mes por familia. Sin embargo, las organizaciones sin ánimo de lucro cada vez tienen menos puertas a las que llamar. El servicio de orientación laboral de NAIM es un ejemplo esclarecedor. Su equipo de orientación laboral que el año pasado atendió a 1.000 personas y llevó un control personal del itinerario de formación y capacitación de 749 lo componen nueve empleados, pero la asociación solo tiene financiación obtenida en convocatorias públicas y privadas para pagar dos nóminas. El salario de las otras nueve depende de "la aportación de los socios, rifas, eventos que organizamos o algunos servicios retribuidos que prestamos".

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