La Esperanza da forma a su basílica
La archicofradía perchelera encarga un proyecto para unificar arquitectónicamente el templo y el salón de tronos · La actuación incluye un acceso único para ambas construcciones y nuevos espacios de uso social
Los grandes templos pueden tardar siglos en construirse y algunos nunca llegan a terminarse. En el caso de la basílica de la Esperanza, dos décadas después de su consagración, que tuvo lugar el 4 de junio de 1988, en los días previos de la coronación canónica (18 junio) de la popular dolorosa perchelera cotitular del templo, la archicofradía afronta un profundo debate sobre su futuro. Por un lado está el tema del retablo, y por otro el reto de unificar arquitectónica y estilísticamente el propio templo con el salón de tronos de la corporación. Este periódico adelanta el diseño de fachada de la basílica que hoy se hará público coincidiendo con la festividad de la Esperanza.
La solución para integrar ambos edificios es un gran atrio común, que, según explica el hermano mayor Manuel Harras, "dotará a la basílica de la dignidad y el protagonismo que merece". Así, tendrá una fachada monumental que se enmarcará dentro de la arquitectura barroca clasicista andaluza (véanse los templos de San Felipe o el Santo Cristo), según la propuesta realizada por el estudio de arquitectura de los hermanos Pablo y Gustavo Paniagua.
Ésta es la propuesta que la actual junta de gobierno presentará a sus hermanos, una vez que reciba el visto bueno tanto del Ayuntamiento como del Obispado. El primero debe autorizar la construcción, pues abarca parte del acerado público actual, aunque desde la Esperanza mantienen que es propiedad de la corporación. Los esperancistas están pendientes de la revisión del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). El Obispado, por su parte, debe autorizar una intervención de este tipo en un templo.
El proyecto de la fachada de la basílica de la Esperanza, además de crear un acceso único tanto para el templo como para el resto de dependencias, dotará de nuevos espacios sociales al edificio y una reforma del campanario. Según explica el propio Harras, la intención es hacer una nueva planta sobre el salón de tronos que posibilite la redistribución de las estancias actuales. Ésta se inspiraría en las construcciones conventuales. Cara a la estación de penitencia del Jueves Santo, con esta actuación las imágenes titulares y los nazarenos podrán salir de la misma puerta. Para alinear la actual del salón de tronos con el nuevo portón, la primera deberá trasladarse a la izquierda, donde en la actualidad hay un balcón.
El nuevo atrio también tendrá una pequeña entrada para uso diario. Junto a ella lucirán los escudos pontificios del templo. En la planta baja irá una tienda de recuerdos, junto a la entrada del museo (tendrá ascensor y acceso para discapacitados) y un núcleo de comunicaciones que ordenará las circulaciones y usos del conjunto. En la primera planta, la superficie sobre el atrio se destinará a salas insonorizadas de ensayo y sala de juntas, mientras que la superficie del salón de tronos acogerá la ampliación del museo, una sala de proyecciones y otra de conferencias. El conjunto mantiene la simetría con la otra acera de la calle Cerezuela al hacer un chaflán, para facilitar el paso de los peatones.
RETABLO
El otro gran reto es el retablo. En Cabildo General se acordó la realización de uno único en el altar mayor que acoja a los dos titulares. Existen dos proyectos, uno de los Talleres Granda y otro de Andrés García Ibáñez (autor de los frescos del templo). La archicofradía está a la espera de un tercero, de los propios hermanos Paniagua, para decantarse por uno. Los tres contemplan una disposición de las imágenes en vertical y con camarines independientes, todos con el Nazareno arriba y la Esperanza abajo, más cerca del pueblo.
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