Estepona exporta arte ecuestre

La Escuela del municipio, abierta en 1988, recibe a un 85 por ciento de clientes extranjeros que quieren aprender hípica

Una mujer alemana monta a caballo en la Escuela de Arte Ecuestre de Estepona.
Una mujer alemana monta a caballo en la Escuela de Arte Ecuestre de Estepona.
Efe / Estepona

10 de octubre 2012 - 01:00

Extranjeros de diversas nacionalidades acuden a la Escuela de Arte Ecuestre Costa del Sol, situada en Estepona, para llevar a cabo el aprendizaje o el entrenamiento del deporte hípico, en un centro que también presta servicios relacionados con el cuidado y el alojamiento de caballos. El presidente del recinto, Thomas Schmutzer, cuenta que, a pesar de que la crisis ha reducido la demanda de servicios en un 15 por ciento, esta se da "a alto nivel", porque hay mucha gente que quiere dedicarse a la doma y al salto como "deporte", una actividad cara que hace que el mercado sea menos extenso que en otras disciplinas. El perfil de los clientes de la escuela ecuestre es el de personas "amantes de los animales" y de nivel económico "medio alto", y debido a su ubicación en la Costa del Sol, el 85 por ciento de ellos son extranjeros procedentes de todas las nacionalidades, como rusos, árabes, finlandeses, noruegos o ingleses.

"Puede aparecer un señor de Portugal, Marruecos, Arabia Saudí o Kuwait", asegura Schmutzer, que afirma que faltan usuarios chinos, aunque se muestra convencido de que en un futuro próximo los tendrá, ya que éstos están "comprando caballos españoles" para llevárselos a China. El emplazamiento ecuestre, que abrió en 1998, tiene capacidad para albergar doscientos equinos, cuenta con una pista cubierta de 64 por 24 metros y 1.236 plazas, restaurante, tienda hípica, establos con 150 boxes para alojar caballos, duchas, clínica veterinaria o espacios vallados para que los animales puedan estar al aire libre. La escuela brinda a los clientes una serie de servicios variados, ya que en ella se imparten clases de doma clásica y de salto, entrenamiento, espectáculos ecuestres y organización de campeonatos, así como un club de poni para los más pequeños, que son "la cantera del futuro jinete y cliente".

Por 60 euros, una persona que nunca haya tenido relación con el mundo del caballo puede subir a lomos de uno y dar unas clases de iniciación, cuya formación asciende hasta un nivel de competición. Schmutzer apunta que el éxito de un centro hípico radica en "tener una buena pista", por lo que ha implantado un sistema de tubos controlado por ordenador que da entrada y drenaje de agua cuando éstas lo necesitan, y "es como si fuera una piscina cerrada", ha agregado.

Por su parte, el profesor y jinete de doma clásica de la escuela, Miguel Angel Egea, señala que el recinto oferta un "servicio de pupilaje", que consiste en un alojamiento para caballos similar a un hotel, donde se presta asistencia higiénica y alimenticia a los équidos. Camas de viruta o paja -que aumenta el aporte de fibra-, según las necesidades del caballo; ducha, cepillado y limpieza del recinto, son algunas de las comodidades de las que disfrutan estos huéspedes, complementadas con "entrenamientos de doma clásica o salto en pista" para los más deportistas.

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