Un año más los malagueños y turistas llenas las plazas , las calles y las terrazas del Centro Histórico de Málaga para vivir su Feria. Cantar, bailar y divertirse agota hasta al más enérgico, por eso no es raro ver a gente en los bares a las 18:00, en la semana grande, comiendo un buen plato de lomo o un pincho de tortilla de patatas. Lola, que viene desde Cádiz con un grupo de amigas, compra una botella de Cartojal en el estanco de calle Larios. "Nada más llegar hemos ido comparando precios, pero ahora nos da igual poner 50 céntimos más por cabeza. Al igual que Lola, varios grupos de jóvenes entran a comprar algo fresquito para combatir los 35 grados que marcaba el termómetro.
Quienes son de la ciudad conocen sus secretos, por eso David, del barrio de La Victoria, sabe que si "te alejas un poco de las calles principales se puede comer mucho y barato, como en Las Merchanas". "La botella grande de Cartojal en calle Larios puede costar entre 10 y 9 euros, mientras que en algunas calles más escondidas vale 7".
En la plaza de la Constitución o en las barras de algunos bares cercanos a las arterias principales los precios son más elevados, pero como sucede durante el resto del año, mantiene un camarero de un restaurante instalado en calle La Bolsa. "Los jóvenes buscan sitios más económicos".
Antonio vino con su familia a pasar el martes en la Feria y optaron por sentarse en un restaurante para picar algo "más tranquilo" porque -a su juicio- en las carpas principales hay mucha gente y se agobia. "Cada uno disfruta las fiestas a su modo, y aunque haya que pagar más merece la pena" asegura, mientras su mujer asiente. Han pagado unos 50 euros por los cuatro comensales, luego irán a bailar a alguna de las plazas, donde tomar una copa. Platos de paella a 6 euros, caña y montadito a tres o un surtido de ibéricos por doce. La Feria tiene cabida para todos los bolsillos y gustos, solo hay que saber elegir qué se adapta a cada uno.
Los precios no han subido en comparación con otras ediciones, aunque hay familias que se decantan por comer en casa antes de ir al Centro con los amigos. "Cuando somos tantos, almorzar fuera cuesta más" asegura María del Carmen, madre de tres niños. Y en esta línea, los más jóvenes se divierten mirando siempre la cartera. Las tiendas de alimentación asiáticas o los supermercados ofrecen bebidas unos euros por debajo de los bares, por lo que llenan las plazas con sus bolsas de plástico que contienen todo lo necesario para servirse una copa: hilo, vasos y botellas. La diversión tiene un precio, sí. Pero todos los feriantes saben adaptarse para no perderse las fiestas de Málaga. Cada uno las vive como puedo, pero las vive.
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