Málaga

Garrido saca sus 'garras' para defender su sitio

La primera corrida del VI Desafío ganadero resultó fallida. El encierro de Lagunajanda no dio lo que se esperaba de ella, por desgracia para los aficionados que aguantaron en la plaza recios para presenciar la nueva edición de este concurso de ganaderías.

Los toros, mansos y de desigual presentación, volvieron a ser el punto débil de esta plaza en la que, con demasiada frecuencia, los toros que llegan están más próximos a los seis años que a los cinco. En concreto, a tres de ellos tan solo le faltaban dos meses para cumplir los seis años, edad con la que hubiese sido antirreglamentario lidiarlos en la plaza.

Al primero, El Cid lo recibió con suaves verónicas y una media. En el caballo el toro empezó a mansear y doblar las manos, momento en el que el de Salteras empezó a dosificar las embestidas y las fuerzas del toro, con un leve picotazo en el segundo puyazo. En banderillas destacó Curro Robles, especialmente en el tercer par. El Cid no quiso dejarse nada en el esportón y brindó el toro a la afición malagueña, con la que se reencontraba tras varios años ausente del abono. A base de oficio fue sacando pases por la derecha y potenciando la nobleza del toro. Con la izquierda también dejó una buena tanda de naturales. En la segunda por ese pitón el toro comenzó a rajarse y el torero a dudar. Al segundo intento dejó una estocada tendida y trasera que sirvió para acabar con el toro y ser ovacionado.

Con el cuarto, bien presentado de cornamenta, El Cid toreó con buen gusto con lances a la verónica. Con los palos destacó Lipi. Tras el buen tercio de banderillas, el diestro brindó al ganadero y empresario de La Malagueta José Luis Martín Lorca. Para el trasteo de muleta, El Cid se lo llevó a los medios, donde el toro reafirmó lo que ya estaba dejando patente. Que no había toro y este, además, carecía de emoción. En esos mismos terrenos, el de Salteras se esforzó en exprimir las escasas virtudes del toro, cuyo recorrido era cada vez menor. Finalmente, optó por coger la espada. Un pinchazo y media estocada para poner fin a su paso por Málaga, siendo nuevamente ovacionado.

Por su parte, Paco Ureña, tras su buena actuación del pasado año, no encontró en el segundo de la tarde su mejor aliado, con el que apenas pudo mostrarse con el capote. Diferente cara mostró el picador Pedro Iturralde, ovacionado tras dos fantásticos puyazos y una mejor monta. La sosería del toro, que en parte se la transmitió también al torero, imposibilitó que le ligase pases y no los diera más allá del uno en uno. La suerte tampoco le sonrió al matar, puesto que, tras un pinchazo hondo atravesado, necesitó de cinco descabellos para que cayese.

Misma historia se vivió en el quinto astifino, el más serio de la corrida, con el que Ureña no se acopló con el capote. Mayor lucimiento mostró Garrido en un quite por verónicas rematado con una revolera. Con el caballo, Vicente González dejó dos breves puyazos y en banderillas destacaron Azuquita y Pirri. Con la muleta apenas un par de tandas de derechazos logró sacar antes de que el toro se cerrase en tablas y estuviese más pendiente de la gente del callejón que de la muleta de Ureña. Dos pinchazos y una muy buena entera tras aviso le sirvió para acabar con el quinto en el que, nuevamente, fue silenciado.

José Garrido toreó con gracia y soltura con el capote al primero de su lote, destacando un galleo por chicuelinas en las que jugó con los vuelos. La buena tendencia continuó en los tercios posteriores, teniéndose que desmonterar Chacón y Amores. Comenzó la faena de muleta de rodillas en los medios con banderazos. A partir de ahí fue a menos ante la falta de casta del toro, a pesar de la actitud voluntariosa del extremeño, que no mostró el buen gusto que le caracteriza. Con la espada mató a la primera con una estocada trasera que le valió para cortar una oreja "cariñosa".

En el último, Garrido tardó en fijarlo en el capote, con el que, manteniendo la buena línea de su tarde, mostró una buena dimensión con el toreo de capa ejecutando verónicas con sabor. El picador Aitor Sánchez dio un primer puyazo con el que mermó considerablemente las fuerzas del animal. Con la muleta lo intentó pero solo logró alargar el aburrimiento del público. La voluntad de Garrido fue lo único que sostuvo esa faena. Al entrar a matar dejó una estocada entera atravesada con la que se acabó esta sosa corrida. Todo un desafío... pero para el aficionado.

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