Glamour para tomar el sol
Las camas balinesas se están convirtiendo en una alternativa a las tradicionales hamacas para disfrutar de un día de playa en las calas de Pedregalejo


Tomar el sol en la playa cada vez cuenta con más glamour. A las tradicionales hamacas les está surgiendo un potente competidor, las camas balinesas. Estas literas no se utilizan para dormir, sino para crear auténticos espacios de relax estilo chill-out en los que se puede recostar, descansar, leer, tomar el sol o charlar con los amigos. A la moda surgida en diversos hoteles de Marbella se une ahora la capital. El conocido chiringuito de Pedregalejo La Chancla ha decidido "innovar" y ofrecer algo "nuevo" al cliente. por lo que ha instalado ocho camas balinesas para que el turista tome el sol de una forma "más confortable".
"Es la segunda vez que alquilo una cama balinesa. Son mucho más cómodas que las hamacas y tampoco suponen un gasto excesivo. Si venimos dos parejas nos sale prácticamente por el mismo precio que una hamaca", señala Beatriz González, una malagueña que decidió pasar el día de ayer en una de estas camas.
Su precio varía según el día y la hora. Así, de lunes a viernes el coste de estas camas es de 18 euros por medio día y de 24 para el día completo. Sábados y domingos sube a 24 euros. El perfil de los usuarios de este tipo de camas es muy diverso. "Vienen tanto turistas extranjeros como nacionales e incluso malagueños que han decidido pasar un día de playa de una forma más cómoda y relajada", explica la responsable del chiringuito, María Victoria Salguero.
A muchos turistas les sorprende ver este tipo de instalaciones sobre la arena. "Ya no saben qué inventar. Yo soy una defensora de la toalla y la sombrilla. Es la mejor forma de disfrutar de la playa o, al menos, para mí", indica María Sánchez, mientras tomaba el sol junto a sus dos hijos y su marido en una toalla, cerca de la orilla.
Helen Smith veranea en Pedregalejo desde hace siete años. Este año le ha llamado la atención que haya camas en mitad de la playa. "He oído hablar de ellas pero nunca las había alquilado. Hoy [por ayer] hemos decidido pasar el día aquí para estar más cómodos. La verdad es que se está más cómodo que acostado en la arena. Seguramente repetiremos", señala esta turista británica.
Estas camas tienen una coqueta estructura de madera de baja altura cubierta por cómodos colchones (cojines o espumas con funda tipo sofás). También cuentan con altos doseles de los que cuelgan varias telas para además de proteger del sol, dar un toque de lo más chic a la playa.
Pero la idea de este nuevo espacio en el litoral de la capital no solo es para disfrutar de un día de playa. A partir de las 20:00 las camas balinesas cambian de cliente. Por las noches los usuarios pueden disfrutar de un cóctel mientras charlan con los amigos, se relajan con el sonido del mar y observan el cielo estrellado. "Ofrecemos otra forma de disfrutar de una noche con los amigos", explican desde La Chancla.
Para disfrutar estas instalaciones por la noche los requisitos son otros. No se pide precio alguno por el alquiler aunque el grupo que decida ocupar algunos de estos ocho asientos con glamour debe hacer una consumición mínima de 30 euros.
Pese a que están instaladas desde finales de mayo, lo cierto es que están teniendo una "buena acogida". Ayer a las 11:20 ya estaban ocupada dos de las ocho camas. "Conforme vaya pasando el día se irá completando. A la gente le está gustando esta nueva forma de disfrutar de la playa", señala Salguero.
Además de la comodidad y el glamour que otorgan este tipo de instalaciones, las camas balinesas permiten ensuciarse algo menos de arena, puesto que se acabó el ensuciar la toalla al tirarla sobre la arena. Tampoco se necesita recorrer la arena para pedir un refrigerio o algún plato de pescaíto frito. La moda de las camas balinesas poco a poco se está imponiendo en el litoral malagueño. Las tradicionales hamacas y sombrillas sobre la arena comienzan a compartir su espacio con estas lujosas camas que cada vez son más asequibles al bolsillo. Tomar el sol también tiene su glamour. En las calas de Pedregalejo está la prueba.
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