La Granada nazarí y sus 125 atalayas

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Patrimonio. Dos profesores de la Escuela de Arquitectura coordinan un estudio global sobre las estructuras vigías y defensivas de la frontera norte del reino, torres alzadas entre los siglos XIII y XV

Los ayudantes doctores de la Universidad de Málaga Jonathan Ruiz Jaramillo y Luis José García-Pulido con el castillo de Gibralfaro al fondo.
Los ayudantes doctores de la Universidad de Málaga Jonathan Ruiz Jaramillo y Luis José García-Pulido con el castillo de Gibralfaro al fondo. / Javier Albiñana
Cristina Fernández

26 de octubre 2017 - 02:12

En la frontera interior del Reino nazarí de Granada, el avance cristiano hizo necesaria la instalación de torres vigías y defensivas, la mayoría construidas entre los siglos XIII y XV. Cuando fueron perdiendo su función, estas atalayas situadas junto a pequeñas poblaciones o en espacios de cierta altitud, se anexionaron a ermitas, se reconvirtieron o se fueron abandonando a una muerte lenta. Algunas han sido estudiadas por historiadores, otras recogidas en guías y muchas ni siquiera reconocidas por su pésimo estado de conservación. Existía, por tanto, un vacío en cuanto a un trabajo de investigación global y profundo que trazase un recorrido por todas ellas, que pudiese hablar de sus similitudes y particularidades. Y ese hueco es el que ha querido llenar el proyecto de I+D+i de la Universidad de Málaga Las atalayas que defendieron el Reino nazarí de Granada. Análisis y documentación científica.

Jonathan Ruiz Jaramillo y Luis José García-Pulido, ayudantes doctores del departamento de Arte y Arquitectura de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura son los coordinadores de este proyecto aprobado en la convocatoria 2016 e iniciado a comienzos de este año. Con un presupuesto de 34.000 euros y cuatro años de duración, un equipo de siete investigadores, arquitectos, arqueólogos e historiadores, pretenden arrojar la mayor luz posible sobre las 125 torres mejor conservadas. Situadas en las provincias de Almería, Granada, Málaga y Cádiz, algunas de ellas "han sido objeto, incluso, de actuaciones ilegales que no han pasado por el filtro de la Junta de Andalucía aunque se tratan de Bienes de Interés Cultural", explican los docentes. "Hemos encontrado torres en estado ruinoso, que se han dejado caer", agregan y como ejemplo hablan de la torre Sexima en Benaoján, a la que le queda en pie tan sólo un lienzo de muralla de los cuatro que tuvo en su día. En el lado opuesto está, por ejemplo, la de Esteril en Benahavis. En ella se mantiene una buena parte de su planta, casi completa, lo que ayuda a los investigadores a trazar un modelo tipológico.

Se pretende trazar una ruta turística, accesible y contextualizada de estas construcciones

Ahora mismo el proyecto está en su primera fase, la del trabajo de campo y la extracción de información sobre el terreno. El estudio tendrá tres bloques principales, según explican sus coordinadores. El primero es la toma de datos, la actualización de la documentación que existe o la generación de conocimientos nuevos. El segundo será el análisis territorial de los que fueron hitos paisajísticos y se han perdido con el desarrollo urbanístico. Y el tercero, la investigación de sus características constructivas y estructurales. "Queremos verificar si la torre es resistente, estable, si necesitaría una intervención, si aguantaría o no una acción sísmica...", comenta Jonathan Ruiz Jaramillo. "También apuntaremos la destrucción voluntaria que se detecta, cómo han ido evolucionando a lo largo del tiempo y si utilizaron estructuras previas o existe superposición de fases constructivas", concreta García-Pulido.

De los primeros datos hallados en estos meses se desprende que hay elementos tipológicos que se repiten a la vez que existen particularidades según las distintas zonas. "Estamos pensando en dividir las torres según los partidos judiciales en los que se dividía el Reino de Granada y aplicar tipologías constructivas, porque difieren según sus localizaciones geográficas. Lo que sí tienen todas en común es el cambio del material constructivo, que se pasa del tapial de la época almohade -tierra compactada con encofrado de madera y cal como aglomerante- al uso de la piedra. "Se trata de una piedra no tallada, dispuesta en hileras regulares y procedente de la zona", detallan los profesores de la UMA. La técnica permitía crear estructuras resistentes, con un sistema fácil y económico de ejecución y adaptado a las nuevas técnicas de guerra que comenzaban a emplearse.

En cuanto a la planta, las hay cuadradas y circulares. Ruiz Jaramillo y García-Pulido explican que las de planta cuadrada estaban vinculadas mayoritariamente a la defensa de un pequeño núcleo de población, son las torres de alquerías, creadas cuando esas poblaciones agrícolas comienzan a sentir amenazado su territorio. Solían ser de mayor tamaño y tenían un recinto amurallado alrededor. Una pequeña guarnición de una o dos personas las habitaban y "contaban con aljibes o depósitos para alojar productos no perecederos como podía ser el cereal o el azafrán, que era muy valioso, eran graneros fortificados, aunque eso aún está en estudio", dicen los investigadores. La parte baja era maciza para dotar a la estructura de mayor estabilidad. Las circulares eran torres vigías dispuestas para favorecer la comunicación con otras similares, ubicadas en zonas elevadas y bastante inaccesibles. Este aislamiento a provocado que se mantengan mejor en algunos casos.

En el proyecto están contempladas excavaciones arqueológicas y se podrán alcanzar convenios de colaboración con entidades locales para la recuperación de este patrimonio y su puesta en valor. El objetivo último es poder trazar un itinerario turístico, accesible y contextualizado en el que se pueda saber más, incluso con realidad aumentada, de estos BIC que nos trasladan a aquel tiempo pasado que quizás, o no, fuera mejor.

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