Historia viva de la Sierra de las Nieves

El Grupo de Desarrollo Rural de la comarca acaba de producir el documental 'Andar por el aire' · La cinta rememora, con testimonios vivos, tradiciones, oficios y personajes locales a través de viejas fotografías

Joaquín, 'el mizo', en su pequeño museo de aperos, en Casarabonela.
Nacho Sánchez / Málaga

27 de abril 2008 - 01:00

Cuando Antonio Kejiser el holandés llegó a Tolox empezaban los años 70. Le llamaron para hacer fotografías de unos viajes turísticos que se hacían en burro desde el centro del pueblo a la charca, cerca del balneario del municipio. Pronto se enamoró del pueblo. Dejó atrás sus años regentando La Cueva, bar que aún existe en Fuengirola, y empezó a construirse su propia casa con la ayuda puntual de los vecinos a cambio de cerveza o vino. Fue la primera de la siete casas que ha construido en su vida en medio mundo. Y su cámara fotográfica era la única en la comarca.

"Los residentes en Tolox no entendieron muy bien al principio mi afición de hacer fotografías", dice el holandés. Pero poco a poco se fueron animando y Antonio Kejiser empezó a hacer retratos en bodas, bautizos o comuniones por encargo. Mientras, él seguía fotografiando por afición a sus vecinos. En 1975, decidió vender su casa por millón y medio de pesetas a un médico (hoy la vivienda se vende por 750.000 euros) y emprendió un viaje que le llevó por todo el mundo. Sólo le faltan los polos por pisar. La fórmula que usó para seguir su ruta era siempre la misma: autoconstrucción de viviendas y venta posterior. El largo viaje le llevó por Guatemala, donde conoció a su mujer, pero también donde inició su ayuda a un hospital que aún hoy sigue en pie.

En 2000 todo cambió. De vuelta en Holanda, descubrió por casualidad en un cajón negativos de sus fotos de Tolox. Y decidió volver e instalarse en el pequeño municipio malagueño, 30 años después. Sus fotos participaron después en un concurso de fotografía realizado por la Asociación Grupo de Desarrollo Rural (GDR) Sierra de las Nieves. Como tantas otras, las instantáneas reflejaban costumbres, tradiciones y personajes de una comarca "que a modo de pulmón ecológico-cultural respira otra forma de entender la vida". Y de ahí surgió Andar por el aire, un documental de casi media hora producido por el GDR que se adentra en la historia de varios municipios de la zona gracias al testimonio de una veintena de personajes. Y Antonio Kejiser, el holandés, es uno de ellos.

Sus fotos son un inesperado archivo de la Sierra de las Nieves, pero no son las únicas. Las que se presentaron al concurso sirvieron para encontrar personas como Rafaela Elena Vera, vecina de Tolox. Nacida en la Cueva del Moro, en plena sierra, no bajó a vivir al pueblo hasta casi la mayoría de edad. De allí trabajó en Málaga en la casa de los dueños de "la fábrica de la luz". Recuerda, casi con ilusión, lo duro de la época. "Nunca cambiaré aquello por los tiempos actuales, aunque no era vida", asegura la mujer. Se acuerda de los veranos en la sierra, de las horas pasadas haciendo pleita con esparto o de "cuando los hombres venían a finales de agosto de la siega en Jerez o Sevilla con 30 ó 40 duros". "Se tiraban cohetes. Aquello era una gran fiesta", añade Rafaela, que dice que la sierra "lo es todo" en su vida.

Precisamente para la siega, Joaquín el mizo guarda diferentes aperos. La teta y el deíl, para los dedos de la mano, junto al antipecho a modo de delantal o los mangotes para los antebrazos, servían de segunda piel de cuero para los segadores. "Así no se quedaban sin dedos", explica Joaquín, vecino de Casarabonela. Él guarda en una estancia de su casa esparto, artilugios que servían tanto para limpiar los arados como para atizar a las bestias en el campo, cribas o todas las herramientas necesarias para lanzar al aire el grano y que el viento de levante se llevara la paja y el polvo. "He trabajado en el campo desde los 8 años. Primero recogiendo aceitunas y llevándolas en un serón, pero casi siempre con la cebada", recuerda el hombre, que mantuvo a sus bestias en casa hasta hace sólo cinco años. Hoy, sólo un descendiente trabaja las tierras. Eso sí, con un tractor.

Pero las instantáneas que motivaron Andar por el aire y que son memoria gráfica de la Sierra de las Nieves, rememoran a mujeres lavando en los ríos, cuando la ropa había que lavarla para que los hombres la usaran al día siguiente y se secaba al fuego. "A veces había que echarle cola y ceniza para que quedaran más blancas que la nieve", recuerda Rafaela. También reflejan las vestimentas de la época cuando el sombrero era de uso común, las modistas que confeccionaban los trajes, las chozas donde los trabajadores se quedaban a dormir, oficios hoy desaparecidos como los carboneros, los inicios de las romerías, las fiestas...

Imágenes que también forman parte del Atlas Etnográfico de la Sierra de las Nieves desarrollado por el antropólogo Kisko Llorente, culpable junto a su compañero Jorge Peña (además de otros colaboradores) de la realización de Andar por el aire. Trabajos ambos que suman esfuerzos por conseguir que las fotografías de la época "hablen de lo que es la Sierra de las Nieves", dice Kisko, "que se sepa qué hay en el interior de cada una de ellas", añade Jorge.

El propio documental resume al comienzo los negativos recuperados de una comarca que supone "fanegas de tierra y hablar de gente, trasiego de personas y de emociones, tiempos duros y difíciles donde, por encima de todo, existía alegría, dignidad y esperanza. Y aún existe. Rafaela, Joaquín el mizo o Antonio, el holandés, que actualmente da los últimos retoques a su nueva casa, ubicada en un entorno privilegiado a las afueras de Tolox. Es la séptima que construye con sus propias manos. "Pero también es la última. Ya no me muevo de Tolox", concluye, mientras echa un vistazo a su alrededor, donde, en una mesa, aparecen fotografías de personajes que, como él, suponen historia viva de la Sierra de las Nieves.

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