Invasores y ahora URBANITAS

Málaga alberga numerosas especies exóticas que han ido invadiendo todo lo que han encontrado a su paso hasta el punto de que se cree que son de aquí

Invasores y ahora URBANITAS
Invasores y ahora URBANITAS
Raquel Garrido Málaga

07 de noviembre 2015 - 01:00

Hace años que viven afincadas a sus anchas en Málaga con una naturalidad que puede llevar a pensar erróneamente a quien no lo sepa que son originarias de esta zona. La gente se ha acostumbrado a ver a muchas de ellas con normalidad en parques, jardines, paseos marítimos o cualquier rincón de la ciudad, pero en realidad proceden de exóticos lugares del mundo y han ido invadiendo poco a poco un espacio que antes ocupaban especies autóctonas ahora desplazadas. Pájaros, insectos, reptiles, árboles y plantas se han adaptado a la perfección a un entorno en el que encuentran todo lo que necesitan. Son los invasores más urbanitas.

La mayoría han llegado a la capital de la mano del hombre, unas veces de forma accidental y otras muchas por pura negligencia. La cotorra argentina, llamativa por su plumaje verde y los molestos sonidos que emite, es un ejemplo de como un simple gesto puede acabar en plaga ya extendida por cada rincón de la ciudad. Hace años se convirtió en una moda entre los que buscaban una mascota original y hoy en día ha dado lugar a un auténtico problema para vecinos, aves autóctonas y administraciones encargadas de su control.

Proceden de América del Sur y, según se cuenta, la enorme colonia que vive en Málaga comenzó por la suelta de varios ejemplares procedentes del aviario de un particular en la zona de Carranque. Desde entonces su número no ha parado de crecer al ir colonizando poco a poco los parques y jardines de Málaga dando lugar a una verdadera invasión.

Por sólo 20 euros se podían comprar en una tienda de mascotas, lo que ha favorecido su compra masiva durante años, y si a eso se le une su enorme capacidad para reproducirse una vez en contacto con otros ejemplares de su especie, el resultado ha sido que en pocos años la cotorra argentina se ha adueñado de cualquier eucalipto o palmera de la capital que ha encontrado a su paso.

Es una especie rural, pero curiosamente se ha convertido en urbanita, aseguró el catedrático de Zoología de la Universidad de Málaga (UMA), Raimundo Real, que lo achacó al hecho de que "en la ciudad encuentra mucho alimento y los árboles que más le gustan para anidar".

La moda por las especies exóticas como mascotas también está en el origen de la plaga que hoy en día forman las llamadas tortugas de Florida en cualquier estanque o laguna de Málaga. La suelta incontrolada por parte de unos cansados dueños incapaces de seguir cuidando a estos animales está en el origen de esta invasión que sí está poniendo en riesgo al galápago leproso por su enorme capacidad de ir ganando terreno allá donde se asienta.

Muy distinto es lo que ocurrió con la tórtola turca, que como su propio nombre indica procede de Turquía, y que es de las pocas invasoras que llegaron a España en los años 90 por sus propios medios debido a una expansión masiva desde su lugar de origen por motivos que aún siguen siendo un misterio. Aunque sí comparte con la cotorra el haber encontrado en las ciudades un sitio idóneo para anidar y encontrar alimento.

Más allá de las molestias que ocasionan sus graznidos a los ciudadanos, ni la cotorra ni la tórtola turca han provocado de momento una seria afección a otras especies autóctonas, según Real. De hecho, explicó que hay muchas especies introducidas que se han ido naturalizando con el paso del tiempo como el camaleón, la jineta o la tortuga mora hasta el punto de formar hoy en día parte del ecosistema de esta zona en el que ya son incluso necesarias. "Los ecosistemas no son estáticos, sino que están sometidos a cambios que no tienen porqué ser negativos si no afectan a otras especies ni al ser humano", dijo.

No es el caso de especies que también han llegado a Málaga y que constituyen un problema incluso de salud pública como el mosquito tigre por sus dolorosas picaduras y la posibilidad de transmitir enfermedades. No es exactamente una especie urbana, pero su presencia sí está asociada a la actividad humana. Aparece en el medio rural y urbano sin distinción, siempre que haya contenedores abandonados (latas, jarrones o bebederos) y sitios umbríos donde se acumule el agua de lluvia o de riego, sitios idóneos para sus larvas. Apenas mide unos cinco milímetros y es negro con rayas blancas. De ahí su nombre en comparación con el fiero mamífero.

Su presencia ya ha sido constatada científicamente en Alhaurín de la Torre, pero está más extendida. Desde que llegó a España en 2004 desde Italia a través de camiones de transporte de neumáticos, se le vigila con especial atención en Cataluña, Levante y Murcia desde donde se ha extendido por toda la costa andaluza siguiendo la ruta de las autovías que usan los camiones.

Procede de Asia y, como la mayoría de las invasoras, la dificultad para exterminar a este insecto radica en que es una especie con un rango de adaptabilidad muy alto al medio en el que se asienta.

Ocurre lo mismo con el temido escarabajo picudo rojo, convertido en el terror de las palmeras. Desde su llegada a Málaga en 2006 en el interior de palmeras importadas de Egipto, son miles los ejemplares de palmeras que no han podido resistir la plaga. Hasta los del mismísimo Parque de Málaga estuvieron a punto de sucumbir ante la persistencia de una plaga que se sigue campando a sus anchas en jardines privados de toda la ciudad.

También por sus dañinos efectos es temido el mejillón cebra, que hace sólo unos meses llegó hasta las mismas puertas de la planta potabilizadora de El Atabal de donde se abastece de agua potable a toda la capital. Su silenciosa e implacable expansión comenzó en los pantanos del Guadalhorce desde donde ha ido ocupando conducciones y tuberías hasta convertirse en un potencial riesgo para el abastecimiento de toda una ciudad.

El problema es que este organismo, originario del mar Caspio, pertenece a una especie muy dañina capaz de originar cambios ecológicos drásticos en los ecosistemas donde se instala.

Es una característica que suelen guardar en común todas las especies invasoras, ya sean de fauna o vegetación. Prueba de ellos es lo ocurrido desde hace años con el Carpobrotus edulis, popularmente conocida como uña de gato y que resulta de lo más habitual verla en jardines, parques y playas hasta acorralar casi sin salida a la flora autóctona que en algunas zonas ha pasado a ser un mero reducto difícil de recuperar. Su introducción desde Sudáfrica coincide con el boom urbanístico que experimentó el litoral durante los años 60 y que llevó a muchos ayuntamientos y a particulares a plantar de forma masiva esta especie debido a su vistosidad, su fácil adaptación al medio y su capacidad para crecer sin necesidad de mantenimiento ni cuidados especiales. Pero esta especie ha conseguido adaptarse excesivamente, ya que aunque se arranque es capaz de arraigar de nuevo si se deja en el sitio.

Para el profesor de Biología Vegetal de la UMA Andrés Pérez-Latorre, la razón de que por qué las especies invasoras lo son se debe a que "tienen mecanismos de reproducción muy potentes, capaces de generar muchos individuos en muy poco tiempo y un crecimiento muy rápido, capaces de desplazar a las especies autóctonas".

Crecen en cualquier parte como ocurre con el Ricinus communis, vulgarmente llamado ricino, un tipo de arbusto que suele estar en todos los solares abandonados de la capital y en las escombreras. Su origen es el norte de África y se caracteriza por tener unas semillas llamativas, aunque extremadamente tóxicas. También en escombreras es fácil encontrarse al Nicotiana glauca (falso tabaco), otra invasora muy venenosa llegada desde Sudamérica.

Por más habitual que la vinagreta (Oxalis pes-caprae) sea en la mayoría de los jardines de la ciudad, se trata de una especie exótica que ha ido colonizando todo a su paso desplazando a las especies autóctonas ya que es capaz de cubrir el 100% del suelo y reproducirse por bulbitos.

La naturalidad con la que otras especies, como las chumberas o los eucaliptos, se distribuyen por la ciudad hace que cueste creer que en realidad no son originarias de esta zona y que en su día también llegaron como invasoras. La chumbera, por ejemplo, aclimatada desde hace mucho tiempo forma ya parte del paisaje a pesar de ser originaria de Centroamérica, indicó el experto, al igual que el eucalipto tan habitual en Málaga y que ha terminado ocasionando numerosos problemas en el acerado y red de agua por la dimensión de sus raíces.

Según Pérez-Latorre, las mayores fuentes de especies invasoras son los jardines, de donde se "escapan", y de algunas plantaciones. Incluso hay municipios como Mijas que tienen ordenanzas que prohiben el uso de estas especies en los jardines.

Los sitios que más gustan a estas invasoras para implantarse son las zonas deterioradas por el ser humano, como solares, escombreras, cultivos, jardines y ecosistemas naturales alterados. Los ecosistemas bien conservados están "vacunados" contra ellas, dijo. Lo que hay que evitar es que se produzca el síndrome de California y es el efecto causado por la acumulación de especies invasoras de modo que superen a las autóctonas. Y de momento eso está lejos de ocurrir.

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