Si usted se ha casado alguna vez y ha hecho una celebración multitudinaria sabrá perfectamente lo que sintió ayer el nuevo presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, en la inauguración oficial de Fitur. A su llegada al pabellón 5 donde está situada Andalucía se congregaron numerosos medios de comunicación y curiosos para verle en persona y hacer la foto con su compañero de viaje Juan Marín. Previamente había sido felicitado también por los Reyes de España, Don Felipe VI y Doña Letizia, que dieron un paseo por varios de los expositores aunque no se les vio en esta ocasión por el andaluz.

Tras la rueda de prensa, llegaba el momento de la visita por los ocho patronatos de turismo andaluces y Moreno era el novio de la boda. Todo el mundo quería hacerse fotos con él y el presidente andaluz colaboró en todo lo que pudo. Apenas podía andar entre selfies, abrazos, apretones de manos, felicitaciones y micrófonos de cadenas de televisión nacionales o de pueblos que le preguntaban los asuntos más peregrinos, según el interés de cada medio.

Moreno intentaba agradar a todo el mundo, con la sonrisa continuamente en la boca, y el paseo duró más de una hora. Si le preguntaran por la tarde a quién saludó, con quién habló o con quién se hizo fotos seguramente ni lo recordará, como le ocurre a los novios en las celebraciones, porque fue prácticamente una locura.

El consejero de Turismo, Juan Marín, tampoco se quedó corto. Habló con todos, se hizo fotografías hasta con el apuntador y destilaba satisfacción por el cambio en el gobierno andaluz y la relevancia de su puesto.

Este Fitur es uno de los más atípicos que se recuerdan porque el consejero de Turismo fue nombrado con menos de 24 horas de antelación y ni siquiera hay aún una estructura formada. No se conoce todavía quién será el viceconsejero o el secretario general, algo básico para poder echar a andar la maquinaria.

Fue atípico hasta el punto de que Juan Manuel Moreno fue a Fitur en el metro ante la huelga de taxistas que tenía hoy completamente paralizados los accesos al recinto ferial de Ifema por coche o autobús. El metro fue la solución adoptada por la mayoría de los asistentes, muchos de los cuales llevaban años sin pisar el suburbano con tanto vehículo oficial.