Málaga

Málaga y la Legión: un siglo de amor

  • El articulista repasa sus recuerdos del desembarco en el puerto y sostiene que cada malagueño tiene un trocito de su corazón destinado al Tercio

Legionarios con la Farola al fondo.

Legionarios con la Farola al fondo. / Javier Albiñana

CORRÍA por Málaga el año 54 del pasado siglo cuando en la mente de aquél niño de ocho años que andaba sobre mis huellas se grabaron las imágenes de dos acontecimientos que creyó salidos del país de las maravillas.Una mañana del mes de febrero vi como Málaga despertó blanca. Nunca había visto nevar así y supongo que sentí lo que otros niños al ver por vez primera el mar. Esa mañana, en la que el sol brillaba en la nieve, las chabolas del Arroyo del Cuarto, desde mi balcón, parecían un portal de Belén.

Dos meses después de aquello, mi tío Juan me llevó de la mano al puerto. Allí, entre una multitud de gente, comenzaron a desembarcar los legionarios. Me parecieron héroes aguerridos. Camisas abiertas mostrando el pelo en pecho, correajes negros relucientes, pantalones recogidos por las botas negras y tocados con un gorrito que luego supe que le llamaban  “chapiri”. Formaron y comenzaron a desfilar mientras la banda de música hacía sonar el Novio de la muerte. Pero mi sorpresa mayor y mi entusiasmo infantil se desbordo cuando al frente de los caballeros legionarios iba un monumental carnero tocado con el “chapiri”.

El corazón me latía aceleradamente de la emoción y sentía que de mayor quería ser como ellos, quería ser legionario. Por eso he dicho y siempre he estado convencido de que dentro de cada malagueño hay un trocito de su corazón destinado a la Legión.Hoy, día 20 de septiembre del año 2020, se cumplen cien años de su nacimiento. Aunque fue en enero cuando se le encarga al teniente coronel Millán-Astray organizar el Tercio de Extranjeros (que él llamaba la Legión), se considera fecha fundacional el 20 de septiembre porque es en ese día cuando se alista el primer legionario, el ceutí Marcelo Villeval.

La Legión nace por la intención de Millán-Astray de tener un cuerpo de ejército con profesionales voluntarios para evitar la muerte de muchos soldados de reemplazo en la entonces Guerra de Marruecos. En ella comienza a intervenir desde el mismo año 20. Y es desde entonces que empieza su romance con Málaga.Logísticamente Málaga es fundamental durante dicha guerra, puerto de conexión con Melilla y hospital de los heridos. Pero es en 1925 cuando se formaliza una relación mucho más estrecha e intima, basada en el vínculo que se establece a través de la Congregación del Cristo de Mena.

En este año el general Primo de Rivera está presente en la procesión del Cristo de la Buena Muerte y en el año 28 participa por primera vez una Unidad Legionaria.En 1930 se desplaza desde Melilla una compañía con el General Millán-Astray y tres oficiales con la Laureada y, en ese mismo año, la legión nombra al Cristo de la Buena Muerte como su Patrón. El año 31, de triste recuerdo, comienzan a realizarse las guardias en su capilla (aún la imagen era del gran escultor granadino Pedro de Mena, 1628-1688), pero en mayo de ese año se produce la quema de iglesias y de tallas de un inmenso valor. Un patrimonio que perdimos los malagueños por la sinrazón de unos fanáticos descerebrados. ¡Qué se puede decir de un pueblo que destruye su patrimonio! En 1941 se reproduce el Cristo tallado por el escultor Francisco Palma Burgos.

Un desfile de la Legión. Un desfile de la Legión.

Un desfile de la Legión. / Javier Flores

A partir de 1943, ya ininterrumpidamente, la Legión está presente, cada Jueves Santo, para custodiar, trasladar, entronizar y procesionar al Cristo de la Buena Muerte. En Málaga y para cualquier malagueño, hablar del Cristo de Mena es hablar de la Legión y pensar en ésta es pensar en el Cristo. Como dijo Manuel Alcántara en su pregón de Semana Santa, al Cristo de la Buena Muerte, cuando dio las tres voces, le oyeron en Santo Domingo, en las tinieblas y en la Legión.Hoy, cuando trasladan y entronizan al Cristo, miles de malagueños cantan, junto a las damas y caballeros legionarios, El Novio de la Muerte.

Seguramente pocos conocen que esa canción, convertida en uno de los himnos de la Legión, nació en Málaga. Con letra de Fidel Prado y música de Juan Costa se estrenó, cantada por Lola Montes, en 1921, en el teatro Vital Aza sito en lo que hoy es calle Córdoba. De allí fue a Melilla donde tuvo tal éxito que el General Millán-Astray la incorporó al repertorio de la Legión. ¿Quién puede imaginar una Semana Santa en Málaga sin su Cristo de Mena y la Legión rindiéndole honores. ¿Quién escucha impasible el ritmo acompasado del Novio de la Muerte con la Legión desfilando a marcha lenta, llevando por montera el cielo de la noche malagueña?Pocos malagueños saben que Málaga -y España- pudo quedarse sin éste heroico y laureado cuerpo de ejército que ha brillado internacionalmente en decenas de misiones de paz.

Cuenta el ex ministro García Vargas que se reunió con los mandos de la Legión en Málaga y les advirtió que si su misión en la guerra de los Balcanes era exitosa la Legión sobreviviría, ya que estaba sobre la mesa su desaparición. Como no podía ser de otra forma, sobrevivió y comenzó su enorme prestigio internacional.De que la Legión sea lo que es y haya mantenido intacto su espíritu, emanado de su Credo, también ha estado ligado a Málaga, ya que un malagueño de vocación y elección, economista por la Facultad de Económicas de Málaga, que fue el primer General de la Brigada con residencia en Viator donde reside el Tercio Don Juan de Austria, 3º de la legión, Don Carlos Gabari, tuvo mucho que ver en ello. A él le dedico este artículo. 

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