Málaga

Mayoral, regresa la vida a Intelhorce

  • La obra de la nueva fábrica entra en su recta final, con la previsión de que pueda estar operativa a inicios de 2019

La antigua Intelhorce renace. Con otro nombre, con otro dueño, pero recupera la esencia de lo que fue, una fábrica textil referente del sector. La transformación de las antiguas y desvalijadas instalaciones fabriles en un nuevo centro productivo tienen tras de sí la mano de la empresa Mayoral y la firma del estudio System Arquitectura, que casi da por culminada la ejecución de la nave principal del nuevo complejo. Uno de los integrantes del estudio, Rafael Urquiza, pone de relieve el avanzado estado de terminación de esta parte de las instalaciones.

"Estamos terminando, con los remates y se prevé que todo esté listo para finales de año", expone Urquiza. La puesta de largo de la fábrica de Mayoral habrá de esperar algunos meses más, toda vez que la etapa arquitectónica está siendo completada desde inicios de ejercicio de la fase de ingeniería. En todo caso, las previsiones apuntan a los primeros meses de 2019. El urbanista hace hincapié en la laboriosidad de la intervención sobre un inmueble de "un importante valor arquitectónico, catalogado y con protección estructural, que data de los años 50". "Se ha hecho una gran rehabilitación, pero ha merecido la pena", sostiene. Pero si destacada es esta parte de la intervención, que supone una inversión próxima de 20 millones de euros, más lo es aún la apuesta del estudio por dotar a la nave de Mayoral de una piel especial, singular.

"Toda la envolvente es el reflejo de una empresa textil; es una especie de tela plegada que dota de identidad y aspecto al edificio y se convierte en una piel bioclimática", subraya Urquiza, quien pone en valor que al elemento estético se suma la capacidad que tiene, "su geometría", de reducir la radiación solar sobre la fachada. "Son pliegues que se autoarrojan sombra; según las simulaciones que hemos hecho puede reducir un 39% las radiaciones solares", enfatiza, al tiempo que confirma que no existe "otra piel como esta en el mundo". "El sistema está pensado para esos pliegues tengan rotaciones para que respondan a las diferentes fachadas del edificio", añade.

El arquitecto relata que esa envolvente está diseñada con grandes paneles de hormigón reforzado con fibra de vidrio, "con unas dimensiones fuera de lo convencional". Y explica el carácter excepcional de la operación. "Todas las empresas a las que pedimos el material nos daban un máximo de 7,5 metros de longitud pero hemos ido a más, con piezas de 11 metros; eso ha sido un reto". Incluso, explica que para poder sostener esos paneles han tenido que emplear elementos especiales que se usan en la industria aeroespacial. Las nuevas técnicas empleadas en este proyecto permitirán el renacer de una antigua industria textil impulsada a finales de los años 50, cuya primera fase estuvo operativa en 1961. Ahora, 57 años después, de la mano de Mayoral, el suelo de la antigua Intelhorce (conocida posteriormente como Hitemasa), vuelve a latir.

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