Medio millar de vecinos vive sin luz desde hace un año en La Palmilla

La Junta prometió hace nueve meses que realojaría a algunas familias y que expropiaría el edificio para arreglarlo, sin que de momento haya hecho nada

María del Carmen, en la imagen, ha tenido que alquilar otra casa de forma temporal.
María del Carmen, en la imagen, ha tenido que alquilar otra casa de forma temporal.
Rebeca Tobelem / Málaga

10 de marzo 2008 - 01:00

Los 500 vecinos del número 27 de calle Cabriel, en La Palmilla, viven desde hace un año sin luz eléctrica. Doce meses sin agua caliente, ni televisión, ni ascensor en un edificio de 13 plantas lleno de niños y de personas mayores con problemas de movilidad encerradas en un bloque que se cae a pedazos y donde pocos servicios públicos se atreven a entrar. Niños que hacen los deberes con velas y amas de casa que lavan la ropa en la bañera…

Hace justamente un año, un incendio hacía saltar por los aires el cuarto de contadores por la sobrecarga de conexiones ilegales a la que lo tenían sometido. Sólo seis vecinos estaban dados de alta en Endesa, los mismos que mantienen en orden sus papeles de propiedad de las viviendas que adjudicó la Junta de Andalucía.

En un vecindario sin comunidad de propietarios donde unos pocos vecinos arriendan de forma irregular las viviendas, fue imposible que éstos llegaran a un acuerdo para asumir el coste del arreglo. La Junta de Andalucía y el Ayuntamiento se pasaron las competencias durante meses, hasta que el distrito decidió asumir la puesta en marcha de los arreglos.

Según explica la concejal del distrito, Ángeles Arroyo, el presupuesto de las obras se extrae del plan de rehabilitación de viviendas que acomete el Ayuntamiento en la barriada siempre que los vecinos aporten un 10%. "Nosotros lo que hemos hecho es adelantar ese 10% de los vecinos". Pero no ha sido tan sencillo y los trabajos todavía continúan.

De entrada, ninguna empresa quería trabajar en un edificio donde el hueco del ascensor acumulaba varios metros de basura que los vecinos tiran desde sus plantas, donde las ratas corrían por las escaleras y que, tras varios incendios, tenía muchas de las tuberías reventadas con agua cayendo a chorros entre las conexiones de luz.

El distrito organizó a los vecinos en batidas de limpieza y pintura del edificio. "Aun así, cuando la empresa entró se echó las manos a la cabeza", cuentan. Ahora, sólo queda llegar a un acuerdo con Endesa para fijar la instalación de los contadores.

Mientras, hay unos 500 vecinos que pasan su día a día sin luz, seis de los cuales viven en sus viviendas de forma legal y con todos los recibos al día. La Delegación Provincial de Obras Públicas se comprometió en mayo del año pasado a realojarlos en otras viviendas, sin que de momento lo haya hecho. Como tampoco ha expropiado el edificio para abordar su arreglo integral, como anunció.

Detrás de estas promesas hay familias que cada día se levantan en un escenario tétrico. Especialmente cruel es el caso de Lala, una mujer que lleva ocho años sin levantarse de la cama. Vive con su marido, al que acaban de diagnosticar una grave enfermedad y su hija, madre soltera de un niño autista. A Lala, que vive en el octavo, ya casi no van a verla ni los servicios sanitarios.

María del Carmen y su marido no lo aguantaron más y decidieron alquilar una casa en Ciudad Jardín. Ahora, pagan la cuota de su vivienda y el alquiler.

No ha tenido esa suerte Eva, que vive en la planta número 13 y es madre de dos niños pequeños con los que sube y baja cada día en medio de un escenario infrahumano.

Como ellos, también llevan un año a oscuras decenas de familias inmigrantes a los que otros vecinos les han alquilado de forma irregular y a precios desorbitados viviendas públicas. Oficialmente, no existen. No podrían pagar aunque quisieran.

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