El Metro descubre la luz
Los trenes inician el periodo de pruebas previo a la puesta en servicio a finales de año. El arranque se hizo con más de tres horas y medio de atraso sobre lo previsto.
No podía ser de otro modo. El Metro de Málaga inició ayer las pruebas de los trenes en el tramo en superficie de la Universidad con retraso. Tirando de ironía, pareciera que el incumplimiento en los plazos formara parte del ADN de este proyecto. Tres horas y cuarenta minutos se demoró el bautizo del material móvil sobre las vías a la luz del día. De preverse el comienzo de las operaciones a las 8:00 se pasó a posponer los movimientos a las 11:00, momento en que tampoco tuvo lugar tan señalado acontecimiento. No fue hasta las 11:38 cuando el ojo fenicio impreso en la cabecera del tren asomó en el interior de talleres y cocheras, el hogar del ferrocarril urbano, para iniciar su particular descubrimiento del camino que, una vez abierto, recorrerá día a día a finales de año.
El de ayer fue un hito más que sumar a la historia reciente de una obra marcada a fuego por la anulación de todos los calendarios puestos sobre la mesa. La carga simbólica del acto, que se repetirá durante los próximos seis meses al objeto de comprobar al milímetro cada elemento del tren y de la superestructura, es mayor si cabe en el presente escenario, en el que se discute si la Alameda y el Parque deben ser testigos de un tranvía en superficie o bajo tierra.
El laboratorio en el que ahora se convierte el tajo a ras de calle de Teatinos permitirá al menos hacer cotidiano lo que hasta el momento no era más que una idea y una estampa alejada del terreno. Casi a paso de peatón, con una comitiva de más de una decena de técnicos y miembros de Metro Málaga, concesionaria de la infraestructura, el avance sobre los raíles, el contacto con la catenaria, el funcionamiento de los frenos, generó escasa expectación entre los ciudadanos de a pie, entre el público potencial que, en no muchos meses, empezarán a beneficiarse del nuevo medio. Extremo que pone en consideración el alejamiento que parece existir entre la vecindad y el mayor de los proyectos vivos en la capital de la Costa del Sol.
La buena nueva del Metro, que se mezcla con el vaivén constante al que es sometido desde sus orígenes, crece exponencialmente al conocer la historia de Rachel. "Medio inglesa, medio escocesa", cumplió el sueño de ver el tren andar sobre su particular senda de acero. "Llevo seis años en Málaga y he sido testigo diario de las obras, en Callejones del Perchel", explica a apenas cincuenta metros de los talleres y sobre la misma plataforma tranviaria.
Ella, junto a un amigo, se acercó a primera hora de ayer con la ilusión de comprobar si eso que se decía en los días pasados, eso de que el Metro iba a empezar las pruebas, era realidad. Y lo hizo in situ, agarrada por el frío de la jornada, pero satisfecha por la experiencia. La suya era una necesidad aún mayor porque la próxima semana toma rumbo a Chile, donde previsiblemente permanecerá al menos un par de años por motivos de trabajo.
"Pero quiero volver para subirme", agrega con no poco entusiasmo. ¿Su primera impresión? Buena, en especial por el diseño de los trenes. "Me gustan los colores que tienen, son mis favoritos, porque son los del Celitc de Glasgow". El equipo escocés viste los colores verde y blanco. Rachel, sin pretenderlo, se convirtió ayer en protagonista del día D del ramal del Metro de Teatinos, que se suma a las pruebas ya desarrolladas durante meses en el tajo de Carretera de Cádiz, donde, eso sí, los trenes discurren bajo tierra.
El avance del tren, tras dejar entre algunos aplausos el vecino barrio chabolista de Los Asperones, se adentra en la expansión misma de la Universidad, uno de los puntos neurálgicos de su recorrido. La estampa, sin embargo, se convierte en desoladora al observar cómo el recorrido del ferrocarril se aleja cientos de metros de los centros universitarios que se levantan en la zona de expansión y que acogen a cientos de estudiantes. El desarrollo de la ampliación del campus dilapida toda lógica en materia de movilidad, al distanciar a los potenciales pasajeros del trazado mismo de los trenes.
La situación es tal que tiempo atrás se analizó la opción de dejar sin servicio temporalmente la parte final del recorrido, a la altura del futuro centro Andalucía Tech hacia Los Asperones, a la espera de que se desarrollen los equipamientos universitarios previstos junto al trazado. En esta zona cuasi desierta, casi como una aparición, se observa en la distancia la estampa de Enrique Salvo Tierra, el último director del Metro de Málaga, de cuyo puesto fue destituido con la llegada de IU a la Consejería de Fomento. Ahora dedicado a las tareas de docencia, Salvo confiesa con una sonrisa en los labios que casi se le saltó una lágrima cuando vio el tranvía avanzar por el gran bulevar. Suya es en parte la autoría del hito que ayer tuvo lugar. A la espera de que el ruido de la discusión y la confrontación vuelva a situar en un segundo plano el día a día de esta obra, ayer hubo silencio. La alharaca de las semanas pretéritas estuvo amortiguada por el lento traqueteo del tren y las sombras que se ciernen sobre el Metro desde sus inicios quedaron difuminadas, en un lapso de tiempo, por el encuentro del tren y la luz.
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