Miguel Herrera | cocinero de El Golimbreo en Ronda

“Enseñar a hacer potajes y gazpachos es apoyar al productor local”

  • Miguel Herrera considera que su iniciativa solidaria de servir 850 menús diarios, premiada por la Casa Real, le ayudó a soportar la incertidumbre de la pandemia

El cocinero junto a la medalla que recientemente de otorgó la Casa Real por su labor solidaria.

El cocinero junto a la medalla que recientemente de otorgó la Casa Real por su labor solidaria. / Javier Flores

El cocinero Miguel Herrera –natural de Algodonales (Cádiz), pero afincado en Ronda– recibió la pasada semana el reconocimiento de la Casa Real por su labor solidaria durante los peores momentos de la pandemia en los que llegó a servir 850 menús diarios en colaboración con un grupo de compañeros de profesión de la zona.

–Pasados unos días del reconocimiento para poder asimilarlo ¿Cómo se siente ahora?

–Todavía sigo emocionado por todo lo que hemos vivido porque esta medalla no me la esperaba y aún sigo emocionado.

–¿Qué supone para usted ese reconocimiento?

–Supone tener un poco más de fuerza para seguir adelante con todos los proyectos, le da sentido a todo lo social que hacemos, a todo lo ligado a la filosofía de la empresa y a todo en lo que realmente creemos, pensamos y luchamos día a día a pesar de los momentos especialmente duros y complicados que estamos viviendo. Nos da ese aliento y ese empuje necesario para salir adelante.

–¿Cómo surgió aquella idea?

–La idea surgió entre un grupo de majarones que sin tener conocimiento de cómo era el bicho y a pesar de todo lo que se decía sobre su peligro, rompimos ese miedo y dimos un paso adelante para anteponer el cubrir una necesidad que existía –que era alimentarse– a sus propios riesgos. Una necesidad que era alimentar a 850 personas sin recursos de la Serranía. Además, nosotros tampoco teníamos recursos para poder alimentarlos, por lo que creo que es muy importante que sin nada se hiciese algo y tuviese una repercusión tan importante y que la gente se volcase para ayudar y aportar lo que podía. Un hecho que hizo que se pudiese seguir adelante. No obstante, nosotros ayudamos, pero también nos ayudaron a nosotros. Nos ayudaron porque veníamos de trabajar 14 horas y llevar un buen ritmo a verte, de repente, con un frenazo en seco y sin saber qué podía pasar con tu vida y con tu familia. Creo que aquella iniciativa nos ayudó a evadir esos problemas mientras estábamos cocinando y planificando todo lo que conllevaba el proyecto, algo que pienso que fue digno de admirar. Fue un proyecto ideado por mucha gente y que se hizo realidad gracias a otros tantos que nos ayudaban de forma altruista poniendo sus coches y exponiéndose yendo a repartir.

–Habla usted de la parte social de su proyecto ¿En qué consiste?

–Nosotros tenemos un compromiso social muy importante e intentamos darle oportunidades a la gente. Estamos comprometidos con el medio ambiente e intentamos comprometernos con el despoblamiento rural que tan importante es en estos momentos o intentamos que nuestro patrimonio cultural gastronómico no se pierda. Ese es el hilo conductor que nos une, que nuestra buena gastronomía tradicional que está cayendo en el olvido sea el hilo conductor para ayudar a gente. Ese es el caso de El Golimbreo, en el que ayudamos a los niños basándonos en nuestra apreciada dieta mediterránea. Nosotros no los enseñaremos nunca a hacer esferificaciones, ni cosas en las que no creemos. Le enseñaremos a hacer potajes, ajoblanco o gazpacho y apoyar al productor local, que es lo que nos motiva. Es una cadena y una dieta mediterránea es una forma de vivir, estando demostrado que es la mejor dieta del mundo. Si mantenemos vivo el tejido empresarial del mundo rural no tendríamos los problemas que tenemos con el despoblamiento. Yo no soy un tipo de invertir mucho en mí. Mi idea es tener un equipo comprometido y bueno que nos permita devolver a la sociedad todo lo bueno que nos está pasando mientras nos dure, porque las empresas también son productos perecederos en los que lo que hoy vale, mañana ya no.

–¿Trabajan ustedes con personas con problemas de reinserción?

–Sí, trabajamos con personas con diferentes problemas y muchos ya están trabajando. Ahora tenemos un caso especial de un joven que venía de tres centros de menores con muchos problemas, en libertad vigilada por una condena, y en dos semanas está integrado, de práctica y trabajando. De hecho, los técnicos de seguimiento que han venido han visto el caso me preguntaban qué había hecho y no hemos hecho nada, solo darle calor, cariño y trabajo, porque el trabajo dignifica a las personas, claro está, remunerado.

–¿Quién es Miguel Herrera?

–Yo digo que soy un majareta que intenta hacer sus proyectos de la mejor manera posible. He tenido una infancia muy dura y tuve muchos problemas. Unas vivencias que a muchos les lleva a las drogas y el alcohol y otros tienen la gran suerte de encontrar a gente que te para los pies y te da ese toque de atención para ponerte los pies en el suelo.

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