Mil y un trucos para sustraer la mercancía
Desde ir en grupo y distraer a la dependienta, hasta forrar con albal los bolsillos para guardar los artículos y que no pite la alarma
Hay trucos muy profesionales y otros más domésticos, pero el fin es el mismo: llevarse la mercadería sin pagar. Una trabajadora de una prestigiosa tienda de ropa comentaba que uno de los recursos de los ladrones es entrar en grupo. "Uno te entretiene y los otros empiezan a llevarse prendas a los probadores. Vienen con pantalones anchos a propósito y se guardan los artículos por debajo. No sé que es lo que hacen, pero aunque tú sospeches, luego no suenan las alarmas cuando salen. Y no encontramos las alarmas tiradas en la tienda o sea que no se las sacan", explicaba.
La empleada relataba el modus operandi, pero no sabía o no quería desvelar la técnica de los ladrones para que no suenen las alarmas. Eso sí, aseguraba que los autores de robos eran rumanos. También hay expertos en sustraer artículos al descuido. Suelen ir dos o tres. Uno se queda cerca de la caja con el botín elegido, pero no se acerca a pagar. Otro compañero distrae a la cajera y el compinche se escapa sin abonar la mercancía.
Dicen que también hay personas que forran los bolsillos con papel albal para que no salten las alarmas. Luego se meten artículos caros y de pequeño tamaño, compran algo de escaso valor, pero no pagan lo que llevan en el bolsillo. Las alarmas no pitan. Otro ardid es llevar un periódico doblado por la mitad. El ladrón escoge un establecimiento en el que previamente constata que fallan las alarmas y entra con el diario en la mano o debajo del brazo. Dentro, elige el producto que desea llevarse, que tiene que ser de pequeño tamaño, y lo oculta con cuidado para que no se deslice. Puede que compre algo, pero en ningún caso paga lo esconde en el periódico. Hay gente que sustrae algo caro, pero otros roban un simple chocolate.
"Te roba quien menos te lo esperas; hasta clientes habituales. No te puedes fiar de nadie", confesaba otro empleado. A veces ese es el truco: la confianza. Aprovechan que son habituales del establecimiento para que los empleados bajen la guardia en la vigilancia. Kaddour El-Oualid, que tiene un bazar de la Alameda de Colón, relataba que no hace mucho sorprendieron robando a un hombre que trabajaba al lado de su tienda y al que conocían porque llevaba tiempo viniendo. Pero un día le faltó un discman de unos 40 euros y ató cabos. A partir de ahí empezó a vigilarlo hasta que lo pilló. También dice que sorprendió a una mujer que estaba llenando el bolso de objetos que pensaba llevarse sin pagar. "Le encontramos además productos del supermercado que está aquí cerca y que también había robado", cuenta. Por lo menos estos delitos (si la mercancía supera los 400 euros) o faltas (si su valor es inferior a esa cantidad) no ponen en peligro la integridad física de los dependientes. Pero hay casos en los que los trabajadores corren peligro. Según la Policía Local, el año pasado detuvo a 149 personas por robos con fuerza en establecimientos.
Margarita Jiménez tiene experiencia. Al estanco en el que trabaja entraron una noche y se llevaron nueve cajas de tabaco. Otra tarde a punta de pistola robaron 4.000 euros y más tarde la amenazaron con pegarle un tiro. El caco se llevó 300 euros: "La Policía lo cogió dos calles más allá tomándose una tapa".
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