Málaga

Muere en Málaga Erik el Belga, el mayor ladrón de obras de arte del siglo XX

  • El conocido ladrón de obras, que ya saldó sus cuentas con la justicia, había pasado de expoliador del patrimonio a mecenas del arte con la donación de 18 cuadros al municipio granadino de Cúllar

  • Tras salir de prisión asesoraba a la Policía en materia de falsificaciones y robos de arte

Una de las últimas imágenes publicadas de Erik el Belga

Una de las últimas imágenes publicadas de Erik el Belga

“Un hombre que vivió por el arte exclusivamente”. Fue la acertada despedida de Nuria de Madariaga a su marido, René Alphonse van den Berghe, conocido como Erik el Belga. El mayor ladrón de obras de arte que ha existido en el siglo XX. Fueron más de 600 golpes en los que se llevó más 6.000 obras en todo el mundo. También falsificaciones que él mismo hacía. Estaba especializado en arte sacro, y muchas de sus operaciones, según dijo siempre, fueron facilitadas por el clero. Acabó colaborando con los cuerpos de seguridad del Estado a los que asesoraba en robos y falsificaciones.

Este viernes fallecía con 80 años en el Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga (el Clínico) como consecuencia de un infarto producido tras salir del quirófano intervenido por un cateterismo. Su amor por el arte le venía de cuna. Su madre era pintora y su abuelo arquitecto. Su padre coleccionista de libros. Él estudió Arte y Pintura en la Escuela de Bellas Artes de Nivelle (Bélgica), su ciudad natal. “Era una amante del arte. Le gustaba comprar antigüedades, y pintar”, resaltó su mujer, quien escribió su biografía en Erik el Belga, por amor al arte. “Cualquier anécdota e historia que se haya contado sobre él es cierta”, aseveraba de Madariaga a quien le confesó que su primer robo fue una rosa negra cultivada por su madre en Bélgica.

Era una amante del arte y su generosidad la demostraba donando cuadros

A España llegó en los años 70 guiado por el arte y el clima. Entre sus robos más conocidos, destacan el que cometió en 1976 cuando se llevó el retablo de Aralar (Navarra) que vendió por 100 millones de pesetas y en 1979 en la catedral de Roda de Isáben (Huesca) de donde extrajo la silla de San Ramón. Fueron muchas las sustracciones que llevó a cabo en el nordeste de España.También asaltó el monasterio de Yuste (Cáceres) donde murió el emperador Carlos V. No obstante, siempre defendió que robó poco en iglesias porque “muchos párrocos les facilitaban las piezas”. El museo en el que encontró más dificultades fue en el de Vilanova i la Geltrú (Barcelona)y ahí se llevó 30 cuadros. La pieza que querría haber conservado, un peine de marfil del siglo X del monasterio de Roda de Isabena (Huesca).

En 1982 se entregó en Barcelona. Llegó a un acuerdo con el fiscal y quedó en libertad a los 36 meses. Desde entonces estuvo colaborando con los cuerpos de seguridad del Estado en cuestiones de arte, asesorando y tratando de recuperar algunas de las obras robadas. Hasta en cuatro ocasiones detectó “falsos Picassos” que querían vender por 15 millones de euros. Él sí llegó a vender uno de la etapa azul por 3.600 millones de pesetas. Se quedó el 0,75% de comisión.

Eric el Belga era tan amante del arte como generoso. Ahora vivía en El Palo pero durante muchos años residió en Nerja donde trazó vínculos con las Hermanas del Buen Samaritano en Nerja. Fue precisamente de la mano de la hermana Purificación que le cuidó en su domicilio cuando cayó enfermo. Un acto que El belga siempre le agradeció y que no sabía como pagar. Su ocasión llegó cuando ellas recaudaban fondos para la construcción de la Casa Residencia para mayores y convelecientes del municipio, y él les entregó una obra para que la subastasen. El precio de salida de este óleo de Dios Baco fue de 4.500 euros. Seis años antes, para Navidad, les regaló La Madonna de Lucca con el que sacaron 1.500 euros.“Siempre estaba favoreciendo a la gente”, apostilla su mujer.

Además del arte, a Eric lo que le gustaba era disfrutar de una cerveza en la playa con sus amigos. Hacía tiempo que había elegido la barriada malagueña de El Palo para fijar su residencia. “Era una persona muy activa, le gustaba salir y divertirse. Se sentía paleño y estaba encantado de vivir en este barrio”, comentó de Madariaga quien recordó tristemente como su salud se deterioró en los últimos años. Había sumado diabetes, estaba en diálisis y padecía enfermedades coronarias. “Lo pasó mal”, expresó su mujer que este viernes recordaba la intensa vida del mayor ladrón de obras de arte del siglo XX.

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