Málaga

Oreja para Vicens y Pablo Hermoso en la última de Feria

Lea Vicens sonríe victoriosa tras cortar una oreja con mucha fuerza a su segundo.

Lea Vicens sonríe victoriosa tras cortar una oreja con mucha fuerza a su segundo. / fotografías: daniel pérez/efe

La última de abono despertaba la expectación propia de aquellos amantes del caballo que encuentran en La Malagueta un reducto en el que expresar sus emociones. La cartelería ofrecía una estampa más que habitual en los festejos de rejones celebrados en las plazas españolas. El motivo se justifica en dos bifurcaciones con una desembocadura común: el ruedo. Por un lado, es indudable que Diego Ventura marca el devenir del escalafón a caballo y siempre es un riesgo enfrentarse a su cuadra. Por otro, la terna padre-hijo se ha convertido en un clásico que suele estar rematado por la portuguesa, generalmente acompañada de una rivalidad paternalista con la que espectador siente un buen regusto. Y ahí está el producto. A la postre, resultaría entretenido y con un gran sabor en la boca del aficionado asistente.

Ninguno de los toros de Pablo Hermoso hizo honor a su nombre. Negativo fue más que positivo en la lidia y Saltador apenas levantó las patas del albero. Por lo demás, el navarro mantuvo durante toda la tarde el sello de la elegancia y el buen hacer que tanto le caracteriza. Le tocó en suerte el mejor animal del encierro al que recibió con Alquimista, guiando el ritmo, la transmisión y el galope por toda la plaza. Destoreó con sendos costillares y desde primera hora puso en suerte la hermosina, cambiando de lado a lado los cuartos traseros del caballo para torear al burlaco. Después llegó Januca, un bayo con el que lució las banderillas cortas. Especialmente reseñable el papel que jugó Berlín, un luso-hannoveriano de imponente planta en el que puso los pares de poder a poder. Usó el rejón definitivo con Hato y cortó una oreja. El cuarto fue muy parado a causa del peso (más de 600 kilos). Pese a la clase, acusó de salida la falta de motor y Pablo Hermoso tuvo que resignarse a torearlo muy en corto. Pinchó varias veces y consiguió dejar el rejón definitivo a la cuarta. Escuchó silencio.

Ver torear a Lea Vicens supone reencontrarse con el toreo a caballo más clásico. Incluso añejo pero muy vivo. Salió con Bach, dejando con un solo rejón de castigo al primero de su lote, mucho más reservón. Dio una vuelta al ruedo toreando de costado con el sombrero cordobés, sello propio del rejoneo de los Peralta. Con Bazuka provocó la embestida con un piaffe tras un vibrante par al quiebro. Cerró la faena colocando las rosas a lomos de Greco y, tras dejar el rejón de castigo, dio una vuelta al ruedo con una insuficiente petición de oreja. Al quinto lo cuajó más y mejor. Con Guitarra recorrió el redondel del ruedo, teniendo a rebufo a su interesante oponente. Le exigió la francesa mucho a Gacela, un caballo deportivo español que pasó dos veces en falso a la hora del par al quiebro. Finalmente la faena fue tomando intensidad y brilló con Deseado, este lusitano tordo de gran expresión. Dejó un rejonazo trasero y cortó una oreja muy fuerte con petición mayoritaria de la segunda. La pena, la colocación del acero. Pese al único trofeo, dio dos vueltas al ruedo animadas por el respetable y su cuadrilla.

Cerraba la terna Guillermo Hermoso. A todo esto, el menor de los Mendoza que todavía anda con novillos y con las dotes propias de un digno sucesor de la genética caballista. La herencia en forma de cromosoma y de hierro. Con el primero toreó elegante aunque algo frío. La condición del animal también puso de su parte. Supo llenar la plaza y desenvolverse por los terrenos al ritmo que exigía el de Fermín. Con Extraño ejecutó buenas batidas para colocar los palos en la jurisdicción. Sin embargo, se le quedó la espina clavada de no poder dejar un par con las dos manos a lomos de Pirata. Casi le desmonta en la reunión. Con el rejón de muerte se enredó y, tras acabar con su oponente, saludó. Brindó a los tendidos el último toro de la feria -novillo-. Sacó pronto a Disparate, la figura estrella de la cuadra de Pablo Hermosa, con el que obtuvo los momentos más vibrantes de la faena. Puso a disposición del toro las características hermosinas y clavó con acierto en lo alto. La fase final de la faena la hizo en un palme de terreno, muy metido en su espacio para ir impacientando la arrancada. Volvió a intentar el par con las dos manos con Pirata y esta vez sí lo consiguió. Una suerte arriesgada por los adentros que culminó con una sonora ovación. Dejó el rejón definitivo muy trasero al encuentro y tardó en echarse, teniendo que recurrir a varios descabellos. Si no llega a ser por el uso de los aceros, el titular hubiera sido otro. Sin embargo, así acabó la última de la temporada. Con un padre y un hijo entre aplausos y una rejoneadora que apunta a lo más alto del escalafón.

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