El PP 'abandona' el centro
Mariano Rajoy, presidente nacional, inaugura la nueva sede de la organización, en la Avenida de Andalucía · Las instalaciones sustituyen las localizadas en la calle Salvago
El PP de Málaga inauguró ayer su nueva casa y lo hizo alejándose del centro de la ciudad. La localización de su sede central en calle Salvago, punto donde ha permanecido en los últimos años, forma parte ya del recuerdo de la formación y de los alrededor de 35.000 militantes que tiene desplegados en toda la provincia. Desde ayer, el nuevo búnker de la dirección popular queda situado en la Avenida de Andalucía, en un local de 760 metros cuadrados.
Y para tan señalado cambio, quién mejor que el máximo mandatario nacional, Mariano Rajoy, para, simbólicamente, cortar la cinta de entrada a estas dependencias. Arropado por un amplio número de cargos públicos y orgánicos de la formación y por una masiva muestra de la militancia en la capital fue el encargado de pasar revista a unas instalaciones que calificó de "muy dignas" y "extraordinarias". "Cuando empecé en política, en Pontevedra, éramos cinco y teníamos una habitación, desde la que se construyó un político que al poco tiempo fue ganador", reflexionó el dirigente popular, que tomó del presidente del PP malagueño, Elías Bendodo, una parte de su intervención para insistir en que la sede está abierta "a los 35.000 militantes de la formación, pero también a todos los ciudadanos".
Rajoy fue aclamado a su llegada con el grito de "presidente, presidente". Aunque fueron algunas las ocasiones en las que los propios militantes interrumpieron su intervención para criticar al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, al que alguien desde el anonimato llamó "descerebrado". "Señor Rajoy, le necesitamos; sáquenos de la ruina", llegó a exclamar otra militante desde la primera fila. Otro, minutos antes del inicio de acto se atrevió a decir: "Que viva Zapatero... Pero que viva en Cuba".
El recuerdo se convirtió ayer en protagonista mismo del acto de inauguración. Porque la apertura de las dependencias de la Avenida de Andalucía suponen el cierre de las de la calle Salvago. "Dejamos atrás Salvago y abrimos en la Avenida de Andalucía, una sede que algunos ya la llaman el camino hacia la victoria en Andalucía", dijo Bendodo, quien rememoró alguno de los momentos que tuvieron lugar en las antiguas instalaciones. "Por ellas han pasado grandes presidentes del partido, como Manuel Atencia y Joaquín Ramírez (ayer ausente) y se han vivido momentos dulces y amargos, como fue que por primera vez una alcaldesa del PP llegase a la Alcaldía de Málaga, o los momentos difíciles que supusieron el asesinato de José María Martín Carpena", rememoró.
Por su parte, el presidente del PP-A, Javier Arenas, que habló de Francisco de la Torre como uno de "los grandes alcaldes de la historia", auguró que la nueva sede hará historia. "Porque un día tiene que haber una gran foto de un gran alcalde, un gran presidente de Diputación, un presidente de la Junta y un presidente del Gobierno central, todos del Partido Popular", afirmó. Un día, en el que según se atrevió a predecir, "Málaga, que es una tierra de emprendedores, se saldrá del mapa".
Tras el evento oficial, la foto con Rajoy se convirtió en el objetivo de más de un simpatizante popular. Una tarea nada fácil dado el masificado estado del salón de actos, donde se concentró un número de personas muy superior al razonable, dificultando las tareas de los medios de comunicación. A ello hay que sumar que Rajoy se limitó a ofrecer un discurso en el que analizó diversos temas de ámbito nacional y en el que auguró "el cambio" en Andalucía de la mano de Arenas, pero donde no dio pie a pregunta alguna. A excepción, eso sí, de la concesión de varias entrevistas a televisiones de ayuntamientos gobernados por el PP.
Otra imagen a reseñar fue la de algunos militantes populares, entre los que se incluía una ex concejala del Ayuntamiento de la capital, que en lugar de refrescar sus gargantas en el interior de la sede, donde se ofreció un pequeño ágape, optaron por abandonar el edificio con el botellín de cerveza en la mano y degustar su contenido en la calle.
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