Málaga

Paco, el paciente que sufrió una rotura en un caso único en el mundo, ya no tiene el corazón roto

Francisco Camacho con su mujer, Julia Luque, este viernes, durante uno de sus paseos.

Francisco Camacho con su mujer, Julia Luque, este viernes, durante uno de sus paseos. / Javier Albiñana

A Francisco Camacho le faltaban poco más de 100 metros para llegar a su casa en Alfarnatejo, cuando chocó frontalmente con otro coche. Recuerda la ambulancia y nada más. Llegó al Hospital Regional al borde de la muerte. Le hicieron pruebas y lo metieron contrarreloj en el quirófano: tenía un orificio de cinco centímetros en el corazón incompatible con la vida.

Nueve sanitarios en torno a la mesa de operaciones y muchos otros profesionales del hospital lograron que –gracias a un hito mundial con sólo un precedente en Estados Unidos– Paco ya no tenga el corazón roto.

Tras 55 días ingresado, recibió el alta a mediados de febrero. “Las piernas no las tengo como antes. Me falta estabilidad. Pero puedo caminar. Voy poquito a poco, con mucho cuidado”, relata este hombre de 73 años al que los cirujanos le suturaron un parche bovino para repararle la fisura del corazón.

“Vivo como cuando era un niño o quizás con más intensidad porque el otro barrio lo tuve muy cerca. De estar aquí a no estar, la cosa cambia mucho. Agradezco a todos los profesionales del Carlos Haya lo que han hecho por mí. Me han cuidado como a un bebé. No tengo palabras ni elogios para valorar lo que han hecho”, se emociona.

Julia Luque, su mujer, está a su lado. Paco permaneció sedado gran parte del tiempo que pasó en el hospital; así que no era consciente de su gravedad. Su familia sí. “Lo pasamos muy mal. Estuvimos todos juntos y fuimos una piña”, recuerda Julia. Y lo siguen siendo. Ahora, para cuidarlo.

Todos los días, ambos dan paseos que sirven de rehabilitación a Paco. Por la mañana para llevar al nieto más pequeño al colegio, luego para recogerlo y por la tarde para que sus piernas se vayan fortaleciendo con cada paso.

Cuando volvió a casa, Paco necesitaba un andador. Daba vueltas entre las cuatro paredes de su domicilio a modo de rehabilitación. “Los pisos no dan mucha libertad para moverse. Ya estaba aburrido, pero no quedaba otra”, relata.

Hasta que un día se sintió algo más fuerte y pudo bajar con el andador a la calle. “Repirar y ver el movimiento de la gente fue la gloria. No lo puedo expresar con palabras”, sostiene. Hasta que un día pudo prescindir del andador y salir solamente cogido del brazo de Julia, su compañera. Ya, incluso, aunque no está totalmente recuperado, puede caminar solo. Únicamente se sujeta de su brazo ante algún obstáculo que podría hacerle trastabillar o, simplemente, por cariño.

“Caminamos cada día como una hora. Es mi rehabilitación, porque de lo contrario me voy a quedar empotrado en una silla de ruedas”, explica. Luego repite el agradecimiento hacia los profesionales que lo atendieron, desde el primero al último:“No tengo palabras suficientes para darles las gracias; si no hubiera sido por ellos, no estaríamos hablando ahora mismo”.

Su caso era muy complejo. No sólo porque llegó al hospital entre la vida y la muerte con un orificio de cinco centímetros que debió suturarse de urgencia. También porque Paco tenía una cirugía de corazón previa que complicaba la intervención. A sus 14 años, tuvo que ser operado en Madrid porque la membrana que rodeaba su corazón no crecía. De modo que comprimía este órgano y le causaba muchas pulsaciones. Entonces, se la quitaron. Le quedó una gran cicatriz en el pecho. Pero lo peor era que al faltarle el pericardio –como se llama esa membrana– su corazón se había adherido a las estructuras adyacentes, lo que complicaba esta segunda intervención y elevaba el riesgo de muerte al inicio de la cirugía. Pero todo fue bien.

Los facultativos rastrearon bibliografía y concluyeron que su caso sólo tiene un antecedente similar en todo el mundo: en Galveston (Texas, Estados Unidos), donde un paciente, en una gran caída también por accidente de tráfico, sufrió una rotura cardiaca parecida.

Paco alaba la labor de los profesionales:“Por lo menos conmigo, el trabajo de los doctores ha sido... muy bien, muy bien, muy bien. Hay que valorar el personal que tenemos aquí en el Hospital Carlos Haya”. Y esta vez, dice, gracias a la pericia de todos los profesionales, no se ha tenido que ir a Madrid...

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